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miércoles, 7 de enero de 2015

Carta al ‘yo futuro’: escribir nuestra historia y vivir con esperanza


Durante sus primeros días de vida universitaria, allá por el mes de octubre, pido a mis alumnos que escriban una carta a su yo futuro, al yo que serán cuando terminen sus primeros exámenes finales. Me quedo con esa carta –y la leo con su permiso– hasta que se la devuelvo puntualmente al comenzar el segundo semestre, a principios de febrero.

Los objetivos generales de este ejercicio son siempre los mismos. Cuando la escriben, espero que se imaginen a sí mismos al finalizar el primer gran hito de la aventura universitaria que entonces comienzan. Cuando la leen, les invito a reflexionar sobre cómo encarnan en el calendario o tiempo cronológico su tiempo biográfico, su propia vida.

Los objetivos específicos varían según el año y la asignatura que comparta con ellos, como puede variar también el tiempo entre el yo presente y el yo futuro al que les pido que escriban. Todas esas variantes ofrecen posibilidades interesantes, pues los frutos de dedicar un tiempo a pensar en nosotros, a imaginar quiénes seremos y a decirle, al que seremos, quiénes somos hoy, son incontables y pueden ser muy fecundos. Por eso la carta al yo futuro es también un recurso interesante en la práctica del Coaching Dialógico.

miércoles, 22 de octubre de 2014

¿Qué significa «encontrarse con uno mismo»?

En busca de la felicidad, uno más de los innumerables relatos que exploran el drama de encontrarse con uno mismo.

Así, a bocajarro, me dispararon esta pregunta quizá inocente, pero sin duda certera: «¿Qué significa, desde la filosofía dialógica, la expresión “encontrarse con uno mismo?”». Fue en la penúltima edición del IV Módulo de formación en el Ciclo Fundamental de Coaching Dialógico organizado por el IDDI en la Universidad Francisco de Vitoria.

Aunque estas sesiones son fundamentalmente prácticas y experienciales, reservan algunos momentos para profundizar en la filosofía del modelo. Ahí estaba yo para reflexionar con ellos sobre la experiencia de encuentro, central en cualquier estilo de coaching, pero sólo abordada en sus estratos más profundos en el modelo dialógico. Prometí entonces una respuesta algo más extensa de la que nos permitió aquel encuentro. Sirva esta nota para cumplir mi palabra.

La filosofía dialógica sostiene que las personas somos sujetos libres a quienes «la vida nos es dada, pero no nos es dada hecha: la vida es quehacer» (Ortega y Gasset). Ese «quehacer» pasa por buscar nuestra propia identidad, nuestra vocación, tarea que sólo logramos gracias a diversas experiencias de encuentro. Tienes una explicación sintética sobre el dinamismo del encuentro personal como camino para recuperar nuestra vocación en esta nota, ilustrada por una magistral secuencia de la película Veredicto final (Sidney Lumet, 1982).

lunes, 16 de junio de 2014

La Feria del Libro de Madrid: una oportunidad para crecer en el encuentro

En la Feria del libro de Madrid, con mi lectora más joven. Fotografía de Vanessa Silvano.

«Mi primera vez al otro lado de la caseta», me repetía una y otra vez. Durante años he acudido a la Feria del Libro de Madrid como un lector apasionado, con ganas de descubrir tesoros de imaginación y reflexión encuadernados. En los caracteres impresos y abstractos de cada libro descubro infinitos mundos posibles que me devuelven al nuestro, el de cada día, con una mirada y una ilusión renovadas.

El pasado domingo, 15 de junio de 2014, fue mi primer día en la Feria del Libro como escritor, es decir, al otro lado de la caseta. O eso pensaba, porque aguanté allí apenas unos minutos. Pronto salí corriendo al encuentro de quienes vinieron a verme y pasé las dos horas charlando, riendo, firmando y, hay que decirlo, vendiendo algún libro. ¿Qué aprendí de todo eso?

jueves, 5 de junio de 2014

El Coahing Dialógico llega a la Feria del Libro de Madrid

Mis colegas de firmas el próximo 15 de junio en la Feria del Libo de Madrid.
El libro Coaching Dialógico (LID Editorial) estará en la Feria del Libro de Madrid hasta el 15 de junio. Será mi primera vez "al otro lado de la caseta" y también acudirán otros coautores del libro: Susana Alonso, Nadia Peeters y Juan Carlos Álvarez Campillo.

domingo, 6 de octubre de 2013

El Coaching Dialógico ya tiene un manual de referencia

Portada del libro Coaching Dialógico.
ALONSO, Susana; ABELLÁN-GARCÍA, Álvaro; AGEJAS, José Ángel; MÁRQUEZ, Natalia; PEETERS, Nadia; REVUELTA, Pilar; ÁLVAREZ CAMPILLO, Juan Carlos; MARTÍNEZ, Carmen.
Coaching Dialógico
LID Editorial, colección acción empresarial
Madrid, 2013.
[Disponible en papel y en eBook]
[Extracto]

El libro Coaching Dialógico es fruto de 10 años de experiencia en desarrollo personal y otros tres de investigación interdisciplinar para crear una escuela con una sólida fundamentación antropológica. Filósofos, psicólogos y coach de diversas escuelas hemos trabajado juntos para alumbrar un nuevo estilo de coaching, el primero gestado en España, cuyos ciclos de formación -por ahora siete ediciones- confirman su enorme potencial para acompañar a las personas en su camino de plenitud.

Ya expliqué en LaSemana.es qué me llevó a formar parte de ese equipo. Mi convicción de que es en el diálogo auténtico donde cada uno de nosotros descubrimos quiénes somos, quiénes queremos llegar ser y cómo llegar a serlo, tuvo mucho que ver. Mi tesis doctoral, que busca fundamentar una Teoría Dialógica de la Comunicación, fue un hallazgo para quienes gestaban este modelo. Su invitación a incorporarme al proyecto de investigación era una llamada que no podía dejar de escuchar. Ahora quiero compartir contigo, muy sintéticamente, el valor distintivo de esta escuela de coaching, así como lo que te puedes encontrar si adquieres el libro.

El coaching es una práctica profesional emergente que nace en el ámbito deportivo, en disciplinas donde el inner game (el juego interior), es especialmente importante: tenis, esquí, golf… El mundo de la empresa importó la idea con enorme éxito, lo que ha permeado otros ámbitos: el acompañamiento terapéutico, el coaching de equipos, educativo, familiar, life coaching, etc. El coach es una persona formada para ser un entrenador personal que acompaña al cliente o coachee en el proceso de identificar sus retos, metas e ideales, trabajar sobre su propósito vital, valorar diversas opciones y desarrollar su capacidad creativa, diseñar planes de acción, ejecutarlos, valorar los resultados y… vuelta a empezar.

miércoles, 28 de agosto de 2013

La resiliencia: de Tim Guènard a la Pantera Rosa

A los tres años, su madre lo ató a un poste eléctrico y lo abandonó en medio del bosque.
A los cuatro, dormía desnudo en la caseta del perro.
En su quinto cumpleaños, su padre le pegó una paliza desfigurándole el rostro y partiéndole las piernas.
A los siete ingresa en un orfanato, donde es maltratado por la institución.
En su noveno cumpleaños fracasa en su ya reincidente intento de suicidio.
A los 11 es acusado falsamente de incendiar un granero e ingresa en un correccional, del que se fuga con 12.
A los 13 es violado por un glamouroso hombre parisino.
A los 14, analfabeto, sin educación ni familia, empieza a prostituirse en Mont-Parnasse.
¿Qué será de él dentro de unos años?
¿Qué esperanza de vida -parece risible hablar de “futuro”- le damos?

Esta historia me viene a la cabeza siempre que algún alumno de 18 años que estudia en una universidad privada viene a contarme lo mal que le trata la vida. Sus obligaciones, lo aburrido de las asignaturas, la cantidad de trabajos de clase a los que debe enfrentarse, el suspenso de turno, la poca pasta que tiene para salir los fines de semana u organizarse viajes con sus amigos.

Lo que me llama la atención de estos alumnos no es que se sientan abrumados por los retos que les plantea su vida. Cada sufrimiento es el de cada uno y toda comparación entre sufrimientos es injusta. Cualquier vida, cualquier circunstancia, es susceptible de ser percibida como una difícil aventura. El mero hecho de existir y estar vivos es ya una experiencia que debería sorprendernos y sobrecogernos siempre. Lo que me llama la atención es que afrontan esa situación como marionetas del destino, como esclavos de una situación que parecen no haber elegido y que les pesa demasiado.

sábado, 24 de agosto de 2013

El anillo del talento

Sema, danza-meditación sufí de los derviches turcos. 
Foto tomada del Espacio Ronda.
Alberto Sánchez-Bayo recoge en su Arqueología del talento / En busca de los tesoros personales (ESIC Editorial, Madrid, 2007, 2010) un relato sufí que quiero compartir contigo:

Un joven acude apenado a un maestro: “Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto”. El maestro, lejos de consolarle, le da su anillo y le pide que acuda al mercado para venderlo, pero que no acepte por él menos de una moneda de oro. El joven, por un lado, se siente contrariado, porque el maestro también le ha ignorado. Por otro, como quiere agradarle, trata de cumplir su cometido. Una vez en el mercado, no consigue que nadie pague una moneda de oro, por lo que regresa abatido junto al maestro y le cuenta lo sucedido: “No conseguí engañar a nadie sobre el verdadero valor del anillo, nadie va a pagar una moneda de oro”. El maestro le dijo: “Debemos saber el verdadero valor del anillo”. Entonces le mandó a un tasador de joyas con la orden de no venderlo le ofreciera el joyero lo que le ofreciera. “Dile al maestro, muchacho –respondió el joyero después de examinar el anillo- que si lo quiere vender ahora mismo, no podía darle más de 58 monedas de oro… aunque, con el tiempo, quizá podría ofrecerle 70…”

Como todo relato sufí, su lectura ofrece reflexiones diversas y en múltiples niveles. Hoy me interesa una especialmente dialógica: todos guardamos un valor inconmensurable dentro de nosotros. Todos tenemos dones y talentos personales que nos hacen únicos e irrepetibles. Pero este valor no aparece con claridad a los ojos de todo el mundo y, si los demás no lo ven en nosotros, lo habitual es que este talento se marchite, se cierre sobre sí mismo, se esconda… lo que nos puede llevar a pensar que apenas valemos nada. En primer lugar, porque a nosotros nos es difícil reconocer nuestros talentos si nadie nos los indica. Son tan nuestros, que no nos parecen nada del otro mundo. En segundo lugar, porque los talentos y dones sólo crecen cuando se comparten, cuando los ofrecemos y son recibidos y acogidos por otros.

Para que nuestros talentos crezcan en nosotros mismos es necesario que otros los reconozcan y nos dejen ponerlos en juego. Si un día hablamos de la necesidad de rodearse de los mejores (porque nos contagian su grandeza) hoy recordamos que debemos rodearnos de los que nos hacen mejores: aquellos capaces de reconocer, acoger y potenciar nuestros talentos y capacidades, porque los dones y talentos personales son semillas que necesitan un terreno fértil más allá de nosotros mismos y cuyo rostro podemos reconocer en innumerables otros. Pocas personas sabrán reconocer tus talentos. Encontrar quien los descubra en ti es un regalazo fundamental para toda la vida.

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Este artículo, ahora revisado e incorporado a la serie #Crear en uno mismo, apareció publicado por vez primera en LaSemana.es.

martes, 20 de agosto de 2013

Rodéate de los mejores

¿En qué sentido Ocean buscó a los mejores para hacer el trabajo?
Imagen promocional de Ocean's Eleven (Steven Soderbergh, 2001)
Creo que la primera vez que escuché este consejo fue en boca de Aristóteles y, sin duda, es un adagio habitual entre los clásicos romanos, como Séneca. En el fondo, el «a hombros de gigantes» de Bernardo de Chartres no deja de ser una variante académica de este «rodéate de los mejores».

Steve Jobs solía decir que no tenía ningún reparo en apropiarse las ideas de otros si al hacerlo se mejoraba a sí mismo o mejoraba sus productos. Ya comenté en LaSemana.es la influencia que en Jobs –y en los actuales diseños de Apple- tuvo la arquitectura de Frank Lloyd Wright popularizada por Joseph Eichler. Hoy todos disfrutamos de ese contagio entre genios.

domingo, 18 de agosto de 2013

Master and Commander: armonizar la ilusión con la experiencia

El capitán y el médico son tan distintos que sólo logran armonizarse interpretando a Boccherini. El joven guardiamarina Blakeney (Max Pirkis), encarna la esperanza de aunar en un solo líder los rasgos de los dos protagonistas.

Una de las virtudes que más me atrae es la diligencia. No tiene demasiada fama y, sin embargo, es una de las siete virtudes que la Iglesia católica opone a los pecados capitales, así que debe de ser importante. En concreto, la diligencia se opone a la pereza. Viene del latín diligere, y puede traducirse por amor o, más precisamente, por el esmero y el cuidado en ejecutar algo. Solemos decir que una persona diligente actúa prontamente, lo cual es cierto, si con ello no queremos decir que actúa demasiado rápido. La persona diligente actúa con el ritmo preciso que requiere cada realización concreta.

miércoles, 14 de agosto de 2013

Toda vida creativa es fruto del asombro

Musculatura de brazos y vasos, ilustración tomada
de los cuadernos de Leonardo va Vinci.
«La más bella y profunda emoción que podemos probar es el sentido del misterio. En él se encuentra la semilla de todo arte y de toda verdadera ciencia. El hombre que ha perdido la facultad de maravillarse es como un hombre muerto, o al menos ciego», escribió Albert Einstein. En este sencillo texto, el genial físico ha sabido vincular la experiencia de maravilla o asombro (subjetiva) apropiada para penetrar en la dimensión misteriosa (pero objetiva, aunque esta terminología es engañosa) de la realidad.

Esta capacidad de admirarse es propia del artista y el científico geniales, pero también de todo ser humano que alguna vez fue niño y que no ha matado aquella actitud fundamental que nos abre al mundo como un regalo, una aventura y un misterio. Toda vida creativa, sea de un hombre de fama o de un niño anónimo, es fruto del asombro.

Los filósofos griegos situaban el origen de la sabiduría en una actitud que denominaron thaumazein. Nosotros solemos traducir esa palabra por admiración o por asombro, pero también significa, en algunos contextos, maravilla e, incluso, veneración. Todos estos significados vibran en el interior de la expresión griega y todos ellos son, en diversos contextos y sentidos, origen del pensamiento innovador y de una vida creativa. El asombro nos despierta al misterio luminoso de la vida, al dramatismo de la existencia, nos descubre como protagonistas de una aventura arriesgada y retadora, siempre nueva.

Sin asombro, permanecemos encarcelados en el sueño de las sombras, las apariencias y las opiniones (la doxa), caemos en la rutina, en lo siempre igual, todo nos parece seguro y acabado, evidente, sencillo, neutral… y nada nos libera de lo ya dado, sabido o hecho. Ponemos el piloto automático y toda novedad, todo acontecimiento, quedan relegados a un funcionamiento mecánico que asfixia nuestra condición personal. Nosotros mismos podemos volvernos extraños, extranjeros en nuestra propia casa, trabajo y vida.

jueves, 25 de julio de 2013

Encuentra tu tribu, porque sólo crecemos en comunidad

Alex Katz, Ives.
«Encuentra tu tribu» es un consejo que ha popularizado Ken Robinson en el ámbito educativo (Cf. El Elemento), pero es también un mantra típico para el desarrollo de equipos creativos. Parece un descubrimiento actual, importado del continente africano («Hace falta toda una tribu para educar a un solo niño») y, sin embargo, es una idea clásica en Occidente, sólo eclipsada por el individualismo de los últimos siglos. ¿Por qué necesitamos encontrar nuestra tribu? ¿Para qué la queremos? ¿Es realmente importante para nosotros tener una tribu?

Recuerdo la sorpresa que causó en mis alumnos de Bellas Artes (una de esas profesiones lastradas por un individualismo exacerbado) leer el primer consejo que ofrece el pintor Alex Katz en su aportación a las Cartas a un joven artista: «Pintar es una actividad social y se realiza en comunidad. Encuentra tu comunidad». Algunos de mis alumnos no estaban seguros de entender al pintor y otros discreparon abiertamente de su afirmación. Les pedí que repasaran la vida de sus artistas y pensadores favoritos. Recordaron, por ejemplo, que El Greco debió encontrar Toledo para llegar a ser él mismo. Que Séneca encontró en Lucilio a quien le inspirara una escritura «para los hombres del futuro». Incluso, que Sócrates tuvo en los atenienses, tanto en sus discípulos como en sus verdugos, quienes le hicieron inmortal. El Greco, Séneca, Sócrates (y cada uno de nosotros), fueron los que fueron porque lo fueron cuándo y dónde lo fueron. Parece un juego de palabras, pero en ese preciso sentido es en el que hay que entender la profunda expresión de José Ortega y Gasset «Yo soy yo y mi circunstancia».

domingo, 21 de julio de 2013

La verdad y la alegría

Henri Cartier-Bresson, Rue Mouffetard, 1952.
He aquí un buen consejo en nuestra inevitable tarea de formarnos una opinión acerca de las cosas. No digamos ya cuando, además, debemos actuar o vivir conforme a lo que pensamos y a cómo pensamos: «Nunca creas en una verdad que no lleve consigo, al menos, una alegría». La frase es de Friedrich Nietzsche. A este poeta que le gustaba escribir filosofía a martillazos podemos achacarle contradicciones, exageraciones y diagnósticos equivocados. Sin embargo, un análisis pormenorizado de sus escritos revela su particular genialidad: expresar con brillantez y contundencia las debilidades del pensamiento moderno.

En algún momento de la historia de Occidente la búsqueda de la verdad dejó de ser un anhelo, un misterio y una aventura apasionante. Así la entendieron los griegos. «Todos los hombres desean naturalmente saber», escribió el frío Aristóteles. Así la entendieron los medievales, convencidos de que la verdad nos hace libres y nos salva.

El hombre moderno, sin embargo, convirtió la verdad en una certeza subjetiva del individuo; en la voluntad de poder del gobernante; en un juicio de la razón pura; en una pesada carga del intelectual solitario y apartado de la feliz e ignorante masa. La modernidad separó la verdad de la realidad, la hizo solitaria, dogmática, descarnada, la convirtió en deber y la hizo mortalmente aburrida e inhumana. Eso detectó Nietzsche y, por eso, nos repite: «Nunca creas en una verdad que no lleve consigo, al menos, una alegría».

miércoles, 26 de junio de 2013

El dinamismo del encuentro: cuatro primeros cambios que nos abren a la plenitud



Los filósofos del diálogo sostienen que la plenitud de la vida humana se da en el encuentro. ¿Qué quieren decir con esto? Evidentemente, no se refieren a la mera conversación o trato humano, sino a una forma específica de relacionarnos con los otros que nos permite descubrir quiénes queremos ser y cómo llegar a serlo. Esa forma de encuentro no hay que buscarla en lo visible o en la superficie, sino en lo invisible. Algo que no se ve a primera vista, pero que nos revela en lo que vemos y que es lo realmente determinante para nuestra vida. ¿Cuáles son esos cuatro cambios que se dan en el encuentro con otro y que nos abren a la plenitud de nuestra vida?

El pasado sábado fui invitado para hablar de este tema con una veintena de coaches que actualmente se están formando en el Ciclo Fundamental de Coaching Dialógico® desarrollado por el IDDI de la Universidad Francisco de Vitoria. Para entrar en materia, vimos juntos esta secuencia de la película Veredicto final, protagonizada por Paul Newman y dirigida por el maestro Sidney Lumet.

El abogado Frank Galvin (Paul Newman) está desahuciado, enajenado en su propia vida, alcoholizado. Lleva años aceptando casos fáciles para pactar antes de ir a juicio, cobrar su comisión y sobrevivir, sin tener muy claro si merece la pena hacerlo. Así pretende enfrentarse a su nuevo caso: una clara negligencia médica ha dejado a una niña en cama, con muerte cerebral. Frank va al hospital, toma unas fotos de la niña y, en ese preciso momento, se re-encuentra con su vocación: “soy su abogado”, dice. Irá a juicio y tratará de que se haga Justicia. ¿Qué ha pasado? En el ámbito de lo meramente visible, nada. En el ámbito de lo estrictamente personal, todo. La secuencia, cinematográficamente hablando, es magistral, pero dejaré ese tema para el final de esta entrada. Ahora quiero centrarme en la anatomía del encuentro: el destilado de los cuatro cambios que se operan en la realidad, fruto del encuentro de este abogado con su cliente.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Eugenio D'Ors: "Unidos el ideal y la realidad"

«Pero yo te digo que cualquier oficio se vuelve filosofía, se vuelve arte, poesía, invención, cuando el trabajador entrega a él su vida, cuando no permite que ésta se parta en dos mitades: la una, para el ideal; la otra para el menester cotidiano. Sino que convierte cotidiano menester e ideal en una misma cosa, que es, a la vez, obligación y libertad, rutina estricta e inspiración constantemente renovada».