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lunes, 25 de abril de 2016

Kapuscinski: «Hallar la palabra certera»

Ryszard Kapuscinski, foto del Archivo de la familia Kapuscinski.

«Hallar la palabra certera
en plenitud de sus fuerzas
tranquila
que no caiga en la histeria
que no tenga fiebre
ni una depresión

domingo, 11 de octubre de 2015

Borges y la filosofía: cuando la vida estorba al pensamiento

Parece que a los caballeros de la izquierda no les molesta ni la música ni el cuerpo. 
Aunque no sabríamos valorar la altura de sus pensamientos.
Foto: Robert Doisneau, París, 1953.

El desprecio a la teoría en el corazón de Europa es hoy alarmante. También lo es la separación radical entre teoría y práctica. He tratado de dar cuenta de este malentendido en Elogio de la Teoría I y Elogio de la Teoría II. Esta vez querría mostrar con un delicioso fragmento de Jorge Luis Borges que parte de esta culpa la tienen, es verdad, los filósofos.

sábado, 19 de julio de 2014

Rilke al joven poeta: «Su vida debe ser un signo y un testimonio»


«Nadie puede aconsejarle, nadie. Hay un único medio. Entre en usted. Examine ese fundamento que usted llama escribir; ponga a prueba si extiende sus raíces hasta el lugar más profundo de su corazón; reconozca si se moriría usted si se privara de escribir. […] ¿debo escribir? Excave en sí mismo, en busca de una respuesta profunda. Y si ésta hubiera de ser de asentimiento, […] entonces construya su vida según esa necesidad: su vida, entrando hasta su hora más indiferente y pequeña, debe ser un signo y un testimonio de ese impulso. […] Y si de ese giro hacia dentro, brotan versos, no se le ocurrirá preguntarle a nadie si son buenos versos».

Es el no-consejo que Rainer María Rilke comparte con el joven Kappus en la primera de las que hoy llamamos Cartas a un joven poeta. Esta joya de la literatura universal, que nos revela la intimidad de Rilke como pocas de sus otras obras, se la debemos a un joven y desconocido poeta que se atrevió, sin conocerle de nada, a escribir al maestro y pedirle consejo sobre sus versos. El atrevimiento de ese joven y la dispuesta y generosa respuesta de Rilke hicieron el resto. Hoy contamos con 10 de esas hermosas cartas.

lunes, 10 de marzo de 2014

Ganarás la luz: biografía, poesía y destino

Buscando la luz, de Eduardo Chillida, en el Chillida-Leku.
Foto: Álvaro Abellán-García.
Los autores dialógicos sostienen que la palabra es la imagen o metáfora más perfecta del hombre, puesto que encarna en un significante (material, corpóreo) un significado (inmaterial o espiritual) y un sentido (orientación y destino). La palabra es siempre pronunciada por alguien y para alguien, lo que subraya la condición comunitaria y dialógica del ser humano. El mundo resulta significativo para el hombre en cuanto que es palabra para él; y, del mismo modo, la vida humana se torna significativa para uno mismo y para otros en cuanto que es también palabra o respuesta a los retos que el mundo nos plantea.

La historia de Helen Keller nos da pistas sobre el valor de la palabra en la vida humana; y los padres de la democracia confiaron en esa forma política precisamente porque sabían que la palabra es la forma de acción específicamente humana; y que toda acción propiamente humana es palabra.

Quizá, quienes mejor expresan y encarnan la condición del hombre como palabra son los poetas. Hoy recojo y te ofrezco algunos fragmentos del poemario de León Felipe Ganarás la luz, cuyo subtítulo ya nos pone en situación: Biografía, poesía, destino. Todos necesitamos ganar luz sobre nuestra propia vida; y el lugar en el que alumbramos nuestro destino es la palabra que pronunciamos con nuestra biografía. Éste es el testimonio del poeta:

«No en la primera, sino en la última página de la crónica es donde está escrito el nombre verdadero del héroe; y no al comenzar sino al acabar la jornada, es cuando acaso pueda decir el hombre cómo se llama». FELIPE, León. Ganarás la luz, Cátedra, Madrid, 1999, p. 90.

«La poesía se apoya en la biografía. Es biografía hasta que se hace destino y entra a formar parte de la gran canción del destino del hombre». (p. 103).

«Busco un nombre solamente. Mi verdadero nombre (no mi nombre de pila ni mi nombre de casta), mi nombre legítimo, nacido del vaho de mi sangre, de mis humores y del viejo barro de mis huesos que es el mismo barro primero de la Creación, de donde salen las uñas y las alas; mi nombre escrito en las huellas de mis pies sobre la arena blanda, hasta meterse otra vez en el mar, dejando un eco inextinguible en el viento, delante de mí, y la vieja voz que me persigue, a las espaldas. Mi nombre auténtico que le ahorre tiempo al psicoanálisis, la confesor, al cronista y al portero del cielo o del infierno. Un rápido expediente para poder decir en seguida, ante cualquier sospecha: éste soy yo». (p. 104).

«Hay un gesto en mi cuerpo y un tono en mi voz que lo dirán todo rápidamente como un relámpago en este nombre que busco: de dónde vengo y a dónde voy. Y hay alguien en el universo que espera que yo diga este nombre como una consigna para abrirme la puerta. Mi autobiografía tiene que ser esta consigna. Y al a que tú tienes que responder
[…] Quiero decir quién soy para que tú me respondas quién eres.
[…] Detrás de mí hay unas huellas sucias; delante, el guiño de un relámpago en la sombra y dentro de mi corazón, un deseo rabioso de saber cómo me llamo». (p. 105).

«Porque el poeta es el hombre desnudo que habla y pregunta en la montaña sin que le espere ya nadie en la ciudad. Habla siempre dentro del círculo de la muerte, y lo que dice, lo dice como si fuese la última palabra que hubiera de pronunciar. La muerte está tumbada a sus pies cuando escribe, esperando a que concluya. Y cuando ya no tenga nada que decir, nada que confesar y nada que preguntar, la muerte se pondrá de pie y le dirá cogiéndole del brazo: Vámonos». (p. 133).

«Puedo explicar mi vida con mis versos. […] En mi casa duerme el hombre en la misma cama que el poeta y los dos comen con la misma cuchara». (p. 179).

«Diré que la Poesía es una ventana. La ventana. La única ventana de mi casa.
Por esa ventana irrumpe la luz e ilumina todo lo que yo escribo en las paredes.
Y también entra el Viento. El viento entra y sale por la ventana […]
Yo sé además que entre el Viento y la luz hay ciertos planes.
He oído decir que entre el Viento y la luz pueden convertir un gusano en mariposa. ¿Y quién sabe lo que serán capaces de hacer algún día con el hombre?». (p. 221-222).

«Se escribe dentro de un plan que el poeta ignora al comenzar y que conoce solo el Viento. Y ahora veo que yo no he escrito más que un solo poema, uno solo. En él todo lo anterior y todo lo venidero tienen su sitio». (p. 256).

viernes, 24 de enero de 2014

Ortega: «La vida nos es dada, pero no nos es dada hecha; la vida es quehacer»

José Ortega y Gasset, imagen del Archivo General de Guipúzcoa.
José Ortega y Gasset nos invita en cada uno de sus escritos a tomarnos nuestra vida en serio. Repasando El hombre y la gente me di cuenta de que, si aislaba algunos párrafos separándolos del sentido general de la obra lograría un destilado de su pensamiento sobre la vida humana.

Ni Ortega, y menos esta amputación de su obra que ahora te presento, agotan la pregunta por el hombre. Sin embargo, creo que el texto pone el acento en aspectos que resultan importantes para quienes queremos ser protagonistas de nuestro crecimiento personal cada día de nuestra vida. Sin más, te dejo con sus palabras.

«Es constitutivo del hombre, a diferencia de todos los demás seres, ser capaz de perderse, de perderse en la selva del existir, dentro de sí mismo, y, gracias a esa atroz sensación de perdimiento, reobrar enérgicamente para volver a encontrarse. La capacidad y desazón de sentirse perdido es su trágico destino y su ilustre privilegio» (p. 45).

«Siempre que digo “vida humana” […] ha de evitarse pensar en la de otro, y cada cual debe referirse a la suya propia y tratar de hacerse ésta presente. Vida humana como realidad radical es sólo la de cada cual, es sólo mi vida. […] La vida de otro, aun del que nos sea más próximo e íntimo, […] la veo, pero no la soy». (p. 46).

«Al llamarla “realidad radical” no significo que sea la única, ni siquiera que sea la más elevada […] sino simplemente que es la raíz –de aquí, radical– de todas las demás en el sentido de que éstas […] tienen, para sernos realidad, que hacerse de algún modo presentes o, al menos, anunciarse en los ámbitos estremecidos de nuestra propia vida. […] Mi vida […] es por esencia el área o escenario ofrecido y abierto para que toda otra realidad en ella se manifieste y celebre su Pentecostés» (p. 47).

«De ahí que ningún conocimiento de algo es suficiente –esto es–, suficientemente profundo, radical, si no comienza por descubrir y precisar el lugar y el modo dentro del orbe que es nuestra vida, donde ese algo hace su aparición, asoma, brota y surge, en suma, existe [como] aquello con lo que, queramos o no, tenemos que contar» (p. 48).

«Y es ello que la vida no nos la hemos dado nosotros, sino que nos la encontramos precisamente cuando nos encontramos a nosotros mismos. De pronto y sin saber cómo ni por qué, sin anuncio previo, el hombre se descubre y sorprende teniendo que ser en un ámbito impremeditado, imprevisto, en éste de ahora […] Pues bien, ese mundo en que tengo que ser al vivir me permite elegir dentro de él este sitio o el otro donde estar, pero a nadie le es dado elegir el mundo en el que vive […]
allí donde y cuando nacemos, o después de nacer estemos, tenemos, querámoslo o no que salir nadando. En este instante, cada cual por sí mismo, se encuentra sumergido en un ambiente […], gravemente consumiendo una hora de su vida –una hora insustituible, porque las horas de su vida están contadas. Esta es su circunstancia. Su aquí y ahora. ¿Qué hará? Porque algo, sin remedio, tiene que hacer […], pues esta vida que nos es dada, no nos es dada hecha, sino que cada uno de nosotros tiene que hacérsela, cada cual la suya. Esa vida que nos es dada nos es dada vacía y el hombre tiene que írsela llenando, ocupándola. […]

mas no le es, de antemano, y de una vez para siempre, presente lo que tiene que hacer. Porque lo más extraño y azorante de esa circunstancia o mundo en que tenemos que vivir consiste en que nos presenta siempre […] una variedad de posibilidades para nuestra acción, variedad ante la cual no tenemos más remedio que elegir y, por lo tanto, ejercitar nuestra libertad, […] cruelmente entregados a nuestra iniciativa e inspiración; por tanto, a nuestra responsabilidad. Dentro de un rato, cuando salgan a la calle, se verán obligados a decidir qué dirección tomarán, qué ruta. Y si esto acontece en esta trivial ocasión, mucho más pasa en esos momentos decisivos de la vida en que lo que hay que elegir es nada menos, por ejemplo, que una profesión, una carrera –y carrera significa camino y dirección del caminar. […]

Quod vitae sectabor iter? ¿Qué camino, qué vía tomaré para mi vida? Pero la vida no es sino el ser del hombre –por tanto, eso quiere decir lo más extraordinario, extravagante, dramático, paradójico de la condición humana, a saber: que es el hombre la única realidad, la cual no consiste simplemente en ser sino que tiene que elegir su propio ser. Pues si analizamos ese menudo acontecimiento que va a darse dentro de un rato –el que cada cual tenga que elegir y decidir la dirección de la calle que va a tomar– verían cómo, en la elección de una acción en apariencia tan simple interviene íntegra la elección que ya han hecho, que en este momento, sentados, portan secreta en sus penetrales, en su recóndito fondo, de un tipo de humanidad, de un modo de ser hombre que en su vivir procuran realizar» (pp. 48-51).

«De toda circunstancia, aun la extrema, cabe evasión. De lo que no cabe evasión es de tener que hacer algo y, sobre todo, de tener que hacer lo que, a la postre, es más penoso: elegir, preferir. […] De donde resulta que lo que me es dado cuando me es dada la vida es quehacer. La vida, bien lo sabemos todos, la vida da mucho que hacer. Y lo más grave es conseguir que el hacer elegido encada caso sea no uno cualquiera, sino lo que hay que hacer –aquí y ahora–, que sea nuestra verdadera vocación, nuestro auténtico quehacer.

Entre todos esos caracteres de la realidad radical o vida […] el que me interesa ahora subrayar es el que hace notar la gran perogrullada: que la vida es intransferible y que cada cual tiene que vivirse la suya; que nadie puede sustituirle en la faena de vivir, […] que ningún otro puede elegir ni decidir por delegación suya lo que va a ser; que nadie puede reemplazarle ni subrogarse a él en sentir y querer; en fin, que no puede encargar al prójimo de pensar en lugar suyo los pensamientos que necesita pensar para orientarse en el mundo […] y así acertar con su conducta; por tanto, que necesita convencerse o no, tener evidencias o descubrir absurdos por su propia cuenta, sin posible sustituto, vicario ni lugarteniente» (p. 52-53).

ORTEGA Y GASSET, José. El hombre y la gente, Madrid, 1980, Revista de Occidente en Alianza Editorial.

martes, 7 de enero de 2014

¿El arte crea la realidad? 'Un roble' de Michael Craig-Martin

Un roble (An Oak Tree), de Michael Craig-Martin, 1973.
Michael Craig-Martin (Dublín, 1941) es un artista conceptual cuya obra más significativa es, quizá, Un roble (An Oak Tree), reproducida junto a estas líneas. En la parte superior de la imagen verás el roble, sí, eso que a nuestros ojos aparece como un vaso de agua. El texto en rojo sobre blanco es también parte de la obra. Consiste en una supuesta entrevista de alguien que quiere comprender la obra –y formula preguntas– al artista, que trata de explicarse en las respuestas. Cada uno de nosotros podemos ser quien pregunta… y debemos tratar de comprender las respuestas de Craig-Martin. En eso consiste el juego al que nos invita la obra.

Como pensé que no tendrías una lupa a mano, he transcrito el texto más abajo, en su versión original y en una traducción propia. También puedes visitar la web de Michael Craig-Martin, en la que tienes fotos del vaso y del texto a muy buena resolución.

[Actualización 26-01-2016: Me escribe Kristen, desde Artsy.net, para presentarme su proyecto y pedirme que enlace este artículo a la Artsy's Michael Craig-Martin page, cosa que hago encantado. Firma su mail con una cita de Craig-Martin que reproduzco: «The art world, of all worlds, has room for everyone»].

Suelo proponer el disfrute de esta obra a mis estudiantes de Bellas Artes y Diseño de la Universidad Francisco de Vitoria, en nuestra asignatura de Filosofía Aplicada. Como artistas, nos enfrentamos a Un roble porque esta obra ilustra lo esencial del arte contemporáneo, aquello que es aplaudido por algunos y que cumple buena parte de lo que otros llaman los pecados capitales del arte contemporáneo. Como universitarios, nos interesa forjar un pensamiento crítico, y eso pasa por comprender los diversos planteamientos que, sobre el tema del arte, de la verdad y de la verdad del arte nos hemos planteado a lo largo de la historia. Lejos de desentrañar Un roble, me limito a exponer algunas claves para los debates que pretendo suscitar.

martes, 19 de marzo de 2013

La historia del mundo: dos minutos vs. 500 palabras


El vídeo que encabeza esta nota y que acumula más de ocho millones de visitas es un trabajo de clase de Joe Bush, un estudiante estadounidense de 19 años, que que lo presenta así:
"A project I made for video productions class Cutaway Productions at my high school. I don't own the rights to the song or the pictures and I am not trying to claim them, I just did this video for fun and I spent many a hour on it so please dont sue me.
Song: Mind Heist (yes it is from Inception)
by: Zack Hemsey
Pictures: from all over the internet"
El vídeo repasa la historia de la Humanidad y no tiene más pretensiones que la de ser un ejercicio de clase. La idea (una historia audiovisual de la Humanidad en dos minutos) no es original (hay quien reclama ese mérito); la música, tampoco; las imágenes, tampoco. Su visión de la Historia (los acontecimientos escogidos y su interpretación) es quizá lo más tópico de todo el vídeo. Supongo que lo más original (aunque quizá es algo ya definitorio de nuestro tiempo) es que una persona anónima y con pocos recursos consigue una repercusión (aunque sea de forma puntual y fugaz) que supera con mucho la de trabajos profesionales o la que consiguen personas con un prestigio previamente reconocido.

A mí me interesa el vídeo -y todo el asunto que lo rodea- precisamente como significativo de una época que contrasta con la anterior. Más abajo he transcrito "La historia del mundo en 500 palabras", un ensayo (otro juego o experimento) de Eugenio d'Ors, filósofo español de reconocido prestigio, que hubo de pelear por conseguir publicar su texto y que, sin duda, quedó muy lejos de alcanzar tantos lectores como espectadores ha tenido el vídeo de Joe Bush.

lunes, 14 de enero de 2013

Ruby Sparks: el misterio de la creatividad, el amor y la vocación

Ruby Sparks - discurso final from Abe Llan Kenobi on Vimeo.

La película Ruby Sparks (2012, Jonathan Dayton, Valerie Faris) se articula en torno a una idea muy sencilla, pero también verdadera y profunda. [Advierto a los amantes de no conocer el argumento que todo lo que sigue puede ser considerado como ESPÓILER]. La idea es la siguiente: el amor y la creatividad no son hijas del dominio, sino del don, del regalo, de la libertad. La inspiración y el enamoramiento nos sobrevienen, y sólo podemos dar gracias y acogerlos como corresponde. Es lo que podríamos llamar una Ética de la recepción, una actitud vital aplicable no sólo a la contemplación de las obras de arte, sino a toda nuestra vida.

domingo, 2 de diciembre de 2012

La rebeldía: virtud del joven

Gregorio Marañón nos provoca al proponer la rebeldía como una virtud fundamental de la juventud. Los clásicos entendían por virtudes aquellas disposiciones que, encarnadas siempre como hábitos, nos mejoran o nos hacen más fuertes. La prudencia es un buen ejemplo. Nunca está fuera de lugar. Aunque sea una frase común, es impreciso decir “es demasiado prudente”. Si es “demasiado algo” o “demasiado poco algo”, ya no es prudente. La prudencia, por definición, consiste en discernir y escoger la mejor opción posible, con los mejores medios posibles y el mejor modo posible de llevarla a cabo.

Sin embargo, la actitud de la rebeldía es ambivalente. Está bien -y nos mejora- rebelarnos contra algunas cosas. Rebelarnos por rebelarnos puede llevarnos al ridículo o a lo trágico, como ocurrió con ese Rebelde sin causa que encarnaba genialmente en la pantalla James Dean.

¿En qué sentido, por lo tanto, cabe decir que la rebeldía es no sólo propia de la juventud, sino, incluso, su “deber fundamental”? De estas cosas discutíamos hace años en la Fundación Iuve, como recuerda Amalia Casado en su artículo Hay luz, y creo que muchos de aquellos amigos son hoy de esos rebeldes con causa, ejemplo de virtud. Te dejo con el texto de Gregorio Marañón.

jueves, 8 de noviembre de 2012

Cuando el viaje emprendas hacia Ítaca

Foto de Álvaro Abellán. Desierto israelí, septiembre de 2011.
Encontré este poema de Kavafis en el corazón de una novela deliciosa: La reina de las nieves, de Carmen Martín Gaite. Le estaré eternamente agradecido a Paloma, mi profesora de Literatura Contemporánea en la universidad, por enfrentarme a aquella lectura. La novela relata la historia de un joven que no sabe quién es y que emprende un viaje (interior y exterior) para encontrar a su madre, sus raíces, a sí mismo. El poema de Kavafis le acompaña, en una genial traducción de la propia Martín Gaite.

Copio aqui esa versión del poema, algo adaptado para una mejor declamación, pues he tenido el gusto de recitarlo en más de una ocasión con mis colegas de Ancia (grupo de amigos que nos reunimos en torno a la poesía, el Cardhú y la cerveza). Espero que lo disfrutes.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Albert Camus: “Unido a todos los hombres silenciosos”

Albert Camus, fotografía tomada en 1947 por Henri Cartier-Bresson
El silencio hueco de Javier Marías al rechazar el Nacional de Narrativa de 2012 me provocó el recuerdo de grandes discursos de escritores al recibir un reconocimiento público. Desarrollo esa línea argumental en LaSemana.es, con el título Qué hacer cuando te dan un premio. En este blog, menos vinculado a la actualidad fugaz, quiero compartir contigo mi historia con el discurso pronunciado por Albert Camus al recibir el Nobel de Literatura en 1957 (cuando tenía 44 años). Sus palabras, de una inteligencia y sensibilidad excepcionales, me han acompañado durante años.

sábado, 6 de octubre de 2012

Discurso inaugural de The Newsroom 1x01



El vídeo recoge la primera secuencia del primer capítulo de la serie The Newsroom y es una declaración de intenciones en toda regla. La escena es la siguiente: Will McAvoy, Louise y Sharon, tres referentes del periodismo profesional, acuden a una escuela de Periodismo para responder a las preguntas de los estudiantes. El encuentro se retransmite en directo y un profesor ejerce de moderador.

Las preguntas de los estudiantes y la insistencia del profesor para que Will se moje provocan en el protagonista una reacción que no sólo inspira el tono de la serie, sino que plantea las cuestiones más difíciles sobre el sentido del Periodismo:

  • ¿Debe el periodista ser neutral?
  • ¿Debe el periodista estar al servicio de una ideología?
  • ¿Qué papel juega el periodismo en la democracia y/o en la grandeza de un país?

Lo que sigue, es la transcripción entera del diálogo de esa primera secuencia.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Eugenio D'Ors: "Unidos el ideal y la realidad"

«Pero yo te digo que cualquier oficio se vuelve filosofía, se vuelve arte, poesía, invención, cuando el trabajador entrega a él su vida, cuando no permite que ésta se parta en dos mitades: la una, para el ideal; la otra para el menester cotidiano. Sino que convierte cotidiano menester e ideal en una misma cosa, que es, a la vez, obligación y libertad, rutina estricta e inspiración constantemente renovada».