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lunes, 3 de febrero de 2014

La rebeldía de estudiar

Guy Montag (interpretado por Oskar Werner) comete el delito de leer en Fahrenheit 451 (François Truffaut, 1966).

Seguramente la mayoría de nosotros sólo hemos escuchado las palabras “rebelde” y “estudiar” en esta frase, u otra similar: «Ese niño -o adolescente, o joven- está un poco rebelde, no quiere estudiar». Esa frase es lo que se llama un tópico: algo que se repite, que todo el mundo repite sin pensarlo demasiado. Casi como una respuesta automática ante una situación estándar. Los tópicos suelen consolidarse porque explican suficientemente bien una realidad; pero no significa que la solucionen. El problema de los tópicos es que, como tópicos, empiezan a funcionar por sí mismos, desgajados de la situación concreta a la que se refieren y extirpados también del contexto intelectual en el que ese tópico era algo más que un eslogan.

Me detengo en explicar qué es un tópico porque es un caso que nos sirve bien para ilustrar el sentido de esta nota: «La rebeldía de estudiar». Porque si un tópico es una afirmación dominante e indiscutible, que todo el mundo repite sin necesidad de pensar y que lleva a todo el mundo a actuar exactamente de la misma manera, resulta que el acto de pensar o repensar los tópicos es un acto de rebeldía intelectual. Y el acto de denunciar y desarticular los tópicos que se han descubierto como falsos es ya una rebeldía social. Es, de hecho, uno de los actos de rebeldía por los que Sócrates fue condenado a muerte.

sábado, 27 de julio de 2013

«Oiga doctor, devuélvame mi rebeldía»

Retrato de Joaquín Sabina fumando, Fb oficial.
Aunque sea hacerle de menos como músico, hay que subrayar la fuerza de Sabina como poeta. Una de sus letras, Oiga doctor, me inspiró este Crear en uno mismo. En aquella canción, Sabina se queja de su felicidad y le pide al doctor que le devuelva su frustración, su fracaso, su rebeldía, su pasión. Sin ellas, ya no es él mismo, sino sólo su «caricatura». ¿De veras quiere convencernos Sabina de que la rebeldía forma parte esencial de la vida creativa?

Con su genial ironía, Sabina juega con el doble sentido de algunas palabras que normalmente asociamos a algo malo, y que él demanda como las auténticamente humanas. Objetivamente hablando, nadie puede desear el fracaso, el dolor, la depresión o la frustración. Sin embargo, cuando esas pasiones no nos dominan no sólo no son algo malo, sino que manifiestan dos cosas muy buenas. La primera, que estamos vivos; la segunda, que soñamos con algo mejor de lo que tenemos.

Sabina dice: «Oiga doctor, que no escribo una nota desde que soy feliz»; y esa noticia es habitual entre los creadores. Recuerdo que Juan Manuel de Prada me dijo una vez que es la «insatisfacción» el motor de todo artista, y que un artista satisfecho carece de motivos para escribir. Gregorio Marañón sostiene que la rebeldía es la virtud por excelencia de la juventud. Pero no una rebeldía sin causa, sino la rebeldía como «esa generosa inadaptación a las imperfecciones de la vida» que lleva a los jóvenes a luchar por un mundo más justo.

domingo, 2 de diciembre de 2012

La rebeldía: virtud del joven

Gregorio Marañón nos provoca al proponer la rebeldía como una virtud fundamental de la juventud. Los clásicos entendían por virtudes aquellas disposiciones que, encarnadas siempre como hábitos, nos mejoran o nos hacen más fuertes. La prudencia es un buen ejemplo. Nunca está fuera de lugar. Aunque sea una frase común, es impreciso decir “es demasiado prudente”. Si es “demasiado algo” o “demasiado poco algo”, ya no es prudente. La prudencia, por definición, consiste en discernir y escoger la mejor opción posible, con los mejores medios posibles y el mejor modo posible de llevarla a cabo.

Sin embargo, la actitud de la rebeldía es ambivalente. Está bien -y nos mejora- rebelarnos contra algunas cosas. Rebelarnos por rebelarnos puede llevarnos al ridículo o a lo trágico, como ocurrió con ese Rebelde sin causa que encarnaba genialmente en la pantalla James Dean.

¿En qué sentido, por lo tanto, cabe decir que la rebeldía es no sólo propia de la juventud, sino, incluso, su “deber fundamental”? De estas cosas discutíamos hace años en la Fundación Iuve, como recuerda Amalia Casado en su artículo Hay luz, y creo que muchos de aquellos amigos son hoy de esos rebeldes con causa, ejemplo de virtud. Te dejo con el texto de Gregorio Marañón.