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lunes, 5 de marzo de 2018

¿Para qué demonios necesita un profesional aprender filosofía?

Per què Filosofia? reúne pequeños ensayos, relatos, diálogos y reflexiones de personas pertenecientes a ámbitos muy distintos, reunidas con un objetivo común: reivindicar la filosofía y su lugar en nuestros planes de estudio. Participan filósofos, profesores de esta materia y de otras disciplinas, profesionales e, incluso, alumnos. La reivindicación abarca el ámbito de la enseñanza secundaria y universitaria, así como el valor de la filosofía en el mundo profesional. Hace unos días anunciaba la presentación del libro y un adelanto de mi contribución. Aquí tienes la segunda parte de mi escrito.

«Siempre he valorado las Humanidades, pero las amé todavía más –como nos ocurre cuando perdemos la salud- cuando estudiaba Periodismo y convivía en diversas redacciones de nuestro país, hace no muchos años. No es extraño que hoy nos quejemos de la deshumanización que descubrimos en algunos espacios de trabajo –diseñados por arquitectos-, en el trato médico o en el modo en que nos presentan la realidad los periodistas. Esas profesiones se han deshumanizado por su toma de distancia respecto de las Humanidades. Debemos reconocer también que las mismas Humanidades se han tornado -¡maldito complejo!- demasiado científicas, abstractas, técnicas, alejadas de la vida real de las personas. Conviene recordar, especialmente en esta obra colectiva, que la mejor defensa de las Humanidades pasa por su capacidad de autocrítica, reflexión que debe comenzar por reconocer su progresivo alejamiento de la vida, sólo corregido por algunas corrientes filosóficas nacidas en pleno siglo XX, cuya fecundidad empieza ya a notarse en diversos ámbitos académicos.

jueves, 14 de diciembre de 2017

¿Por qué Filosofía?

Portada del libro ¿Por qué filosofía?
«Si preguntamos a un arquitecto “¿para qué sirve la Arquitectura?”, o a un médico “¿para qué sirve la Medicina?”, nuestras preguntas resultarán impertinentes y pareceremos ignorantes. Sin embargo, esas eran las preguntas típicas de Sócrates, quien hacía gala de su ignorancia y resultaba tan impertinente que sus conciudadanos decidieron condenarle a muerte. El martirio es, desde antiguo, una posibilidad con la que el humanista debe contar y no son pocos los que resumen la historia de la Filosofía, con Miguel García-Baró, como una gran meditación en torno a la muerte de Sócrates.

Si preguntamos a un filósofo “¿para qué sirve la Filosofía?”, lo más probable es que alce las cejas, aclare su voz e improvise una conferencia no ya sobre el sentido de la Filosofía, sino también sobre el sentido de la Medicina e, incluso, de la Arquitectura. La razón de esto es que la eterna pregunta sobre la utilidad de la filosofía encierra una trampa semántica.

Si la expresión para qué sirve la filosofía significa algo así como qué efectos, resultados o cambios voy a lograr filosofando, mi respuesta sería, como la de innumerables sabios: “La filosofía no sirve para nada”. Preguntado desde esta actitud, que Romano Guardini llamaba “voluntad de dominio”, yo defendería la inutilidad de la Filosofía. Porque cuando convertimos la ideas en “una palanca de transformación social” (Daniel Bell) es muy posible que ya no estemos haciendo Filosofía, sino ideología. Sin embargo, si entendemos la expresión para qué sirve desde una “voluntad de sentido”, es decir, si preguntamos: “¿Tiene sentido hacer filosofía?” Mi respuesta es, como la de los ya invocados sabios, “sí, tiene todo el sentido”.

domingo, 12 de febrero de 2017

Bases filosóficas de la fantasía y la ciencia ficción

Liara T'Soni, Mass Effect (paper4pc.com).

Nuestra hipótesis: la ficción como curación del alma (en la línea de «Médicos ficticios para patologías reales»). Actitud: ser verdaderos teóricos, es decir, ser muy observadores (y observantes) de las verdades descubiertas. Contexto: una comunidad de aprendizaje de profesores de humanidades y alumnos de Videojuegos (en la Universidad Francisco de Vitoria) en la que somos muy conscientes del siguiente principio pedagógico: «Nadie lo sabe todo, nadie lo ignora todo, los hombres nos educamos mutuamente por mediación del mundo» (Paulo Freire). Nuestro mundo compartido es, por supuesto, el aula, y en ella invocamos y hacemos presentes dos tipos de mundos muy especiales: el Reino de Fantasía y los mundos posibles de la ciencia ficción. No es poca cosa reflexionar con seriedad sobre el modo en el que afecta a la vida la contemplación de mundos ficcionales, e incluso la vivencia de realidades imposibles pero cotidianas, como el hecho de que tenemos por delante algo que se llama «semestre» que dura menos de cuatro meses (de principios de febrero a mediados de mayo).

domingo, 16 de octubre de 2016

El antifaz transparente: Antropología en el cine de superhéroes

Imagen promocional de Batman Begins (Christopher Nolan, 2005).
«En una secuencia de Superman (Richard Donner, 1978) el helicóptero en el que viaja Lois Lane sufre un accidente. El contratiempo no termina en desastre gracias a que Superman llega volando y lo evita. “Tranquila, yo la sostengo”, dice él –suspendido en el aire– cuando la agarra entre sus brazos. Lois pregunta asombrada: “¿Y quién le sostiene a usted?”» (Encinas, 41). Sabemos que en el buen cine los diálogos suelen tener, además de un texto –lo que explícitamente se dice–, un subtexto, que denuncia mejor lo que los personajes se quieren decir o, también, lo que el director nos quiere decir a nosotros, los espectadores. ¿Quién sostiene a Superman? En el sentido preciso en el que pregunta Lois, a Superman no le sostiene nadie o, dicho de otro modo: él se sostiene a sí mismo. Esa falta de respuesta –ese subtexto– nos sitúa en otro plano de reflexión, nos habla de las pretensiones no ya de los superhéroes, sino de los hombres modernos que nos miramos en ellos: de la pretendida autosuficiencia del individuo.

sábado, 24 de septiembre de 2016

I Congreso Creatividad y Valores (en torno a la obra de López Quintás)

Retrato del profesor D. Alfonso López Quintás.


Buena noticia, la celebración de este I Congreso Creatividad y Valores, inspirado en el fecundo pensamiento de Alfonso López Quintás y aplicado al desarrollo de la persona, especialmente en los ámbitos de la ética profesional y la educación. El congreso contará con la presencia de «el profesor» y de muchos de sus discípulos, entre los que ya se cuentan también consagrados maestros y académicos venidos de varios países. Me alegré mucho cuando me invitaron a participar en una mesa redonda. Allí explicaré que la ética de la comunicación es una actividad netamente creativa.

lunes, 20 de junio de 2016

El tú como prójimo: un nosotros comunitario

Fotograma de La Pasión de Cristo (The Passion of the Christ, Mel Gibson, 2004).

Reconocemos en nosotros, hijos del último siglo, una nostalgia de auténtica vida comunitaria. Al repasar los diversos grados de comunidad que relata Emmanuel Mounier llegamos a la conclusión de que sólo lo que él llama «comunidad ideal» responde con integridad a nuestros anhelos. Allí sostiene Mounier que semejante comunidad «no es de este mundo» y, sin embargo, reconoce que tenemos experiencia de ella, que en algunos momentos nos es regalada esa vivencia en plenitud.

La comunidad ideal es algo que nunca podemos dar por descontado. Rara vez, y sólo de forma frágil y temporal, es un lugar de llegada y descanso. Por lo general, la auténtica vida comunitaria es una constelación de fuerzas vivas, una tensión constantemente renovada fruto de un amor bien orientado. El secreto de esa orientación es tratar a cada persona como a un prójimo. Así lo explica Mounier en “Revolución personalista y comunitaria”, compliado en El personalismo. Antología esencial. Sígueme, Salamanca, 2002.

miércoles, 18 de mayo de 2016

¿Qué es la filosofía? ¿Y para qué sirve?

Ponencia presentada en las X Jornadas de la AEP, 6 de mayo de 2016.

«¿Para qué sirve la filosofía? Sospechaba ayer el profesor Juan José García Norro que esta pregunta puede contender una trampa metodológica. Así lo creo. Creo que encierra una trampa semántica. Si entendemos la expresión “para qué sirve” desde una voluntad de dominio, es decir, si preguntamos “qué efectos, resultados o cambios voy a lograr si filosofo”, entonces mi respuesta es, tímidamente: “No. La filosofía no sirve para nada”. Preguntado desde la voluntad de dominio yo defendería –como tantos otros antes que yo– la inutilidad de la filosofía, porque cuando las ideas son un medio para lograr algo, es muy posible que ya no estemos haciendo filosofía, sino ideología o sofística. Sin embargo, si entendemos la expresión “para qué sirve” desde una voluntad de sentido, es decir, si preguntamos: ¿tiene sentido filosofar? Mi respuesta es, rotundamente: “Sí”. Y en esa perspectiva voy a situarme durante toda mi exposición».

lunes, 11 de abril de 2016

La tiranía invisible de la "sociedad razonable"


En nuestro repaso por los diversos grados de vida comunitaria tematizados por Emmanuel Mounier hemos hablado ya de la sociedad de masas y la sociedad del “nosotros”; de la camaradería y de la sociedad “vital”. En esta nota hablaremos de la sociedad razonable, en sus dos formas habituales: la sociedad de los espíritus, sustentada en la idea de que una comunión intelectual generará automáticamente una comunidad en la vida y el espíritu (el viejo ideal ilustrado); y la sociedad contractual, fundada sobre la conversación y la asociación supuestamente igualitarias.

lunes, 28 de marzo de 2016

La sociedad de masas y la sociedad del “nosotros”

Construcción del Rockefeller Center (Fotografía de Charles C Ebbets, 1932).

Partimos de la premisa de que «quizá no sabemos lo que decimos cuando hablamos de "vivir en comunidad"», pues además de que el concepto de comunidad remite a una experiencia casi olvidada, exige en nosotros unas actitudes, compromisos y renuncias que casi nos resultan inconcebibles. Para aclararnos respecto de esta cuestión, vamos a escuchar la distinción que plantea Emmanuel Mounier de hasta seis grados de vida comunitaria, con la esperanza de poder reconocer allí nuestros anhelos y también las diversas formas defectivas o insuficientes de vida colectiva a la que precipitadamente llamamos «comunidad».

viernes, 25 de marzo de 2016

Quizá no sabemos lo que decimos cuando hablamos de “comunidad”

Captura de pantalla de un capítulo de la serie The Big Bang Theory (2007-2015) ¿Forman estos chicos una comunidad?

La vida comunitaria fue una realidad, incluso una necesidad, durante siglos. En un sentido, lo que llamamos Modernidad puede leerse como el ejercicio por el que el individuo se hacía más autónomo, liberado de las ataduras comunitarias. Hoy estamos, en parte, de vuelta de todo eso, pues hemos sufrido las consecuencias del individualismo y, en la sociedad de la comunicación, nos sentimos más solos que nunca. En ámbitos filosóficos, empresariales, familiares, políticos y, por supuesto, en el mundo del coaching, se empieza a expresar un anhelo de comunión: debemos recuperar el sentido de comunidad.

lunes, 7 de marzo de 2016

«Nostalgia de una comunión: la persona en la historia» (call for papers)

Ya está disponible online el número 2 de Relectiones, revista interdisciplinar de Filosofía y Humanidades, que lleva por título «De las ideologías a la experiencia de lo real». Aquel título daba continuidad al primer número y a la idea fundacional de la revista: «Promover y estimular la reflexión, el análisis y la investigación en el campo de las Humanidades, en orden a suscitar una nueva creatividad cultural que dilate los horizontes de la razón». Creo que en el consejo de redacción no éramos del todo conscientes de lo profético de aquella propuesta, pues el 2015 nos ha sorprendido con un virulento retorno de las ideologías y con la actualización editorial de algunos clásicos sobre el tema, que me lancé a reseñar de inmediato: El final de la ideología (Daniel Bell) y ¿El fin de la historia? Y otros ensayos (Francis Fukuyama).

Ahora te comparto la convocatoria (call for papers) para el número 3, que lleva por título: «Nostalgia de una comunión: la persona en la historia». Creemos que lo que desde hace años venimos llamando “crisis” es algo más que un cambio, o que un mal momento, en el devenir de nuestra historia. Creemos que lo realmente crítico es la pérdida de protagonismo de las personas como actores fundamentales de la historia. Por eso, las respuestas que exige nuestro tiempo no pueden limitarse a ser reflexiones generales o análisis estructurales, sino que necesitamos repensar nuestro papel concreto y encarnado en el momento histórico que nos toca vivir. Además, creemos que eso no se hace sólo en los despachos, ni sólo desde una diciplina o ciencia particular, sino que debemos hacerlo juntos. Copio a continuación el texto de la convocatoria. Tienes toda la información en: Relectiones.com.

jueves, 26 de noviembre de 2015

López Quintás: ‘La ética o es transfiguración o no es nada’

Retrato del profesor Alfonso López Quintás. Fotógrafo, fecha y lugar, desconocidos (¡por ahora!).

«Crecer es ley de vida». «Crecemos jugando, es decir, asumiendo las posibilidades creativas que nos ofrecen las realidades del entorno». «Cuando se da esa fecunda interacción creativa, podemos decir que actuamos inspirados». Estas son algunas claves que encontramos ya en el Prólogo de La ética o es transfiguración o no es nada (BAC, 2014), la última gran obra –hasta el momento– del profesor Alfonso López Quintás, importante figura del personalismo español.

domingo, 11 de octubre de 2015

Borges y la filosofía: cuando la vida estorba al pensamiento

Parece que a los caballeros de la izquierda no les molesta ni la música ni el cuerpo. 
Aunque no sabríamos valorar la altura de sus pensamientos.
Foto: Robert Doisneau, París, 1953.

El desprecio a la teoría en el corazón de Europa es hoy alarmante. También lo es la separación radical entre teoría y práctica. He tratado de dar cuenta de este malentendido en Elogio de la Teoría I y Elogio de la Teoría II. Esta vez querría mostrar con un delicioso fragmento de Jorge Luis Borges que parte de esta culpa la tienen, es verdad, los filósofos.

sábado, 31 de enero de 2015

Relectiones: hacia una nueva racionalidad

Portada del nº 1 de Relectiones: hacia una nueva racionalidad.
«– ¿La crisis económica? No es que los economistas no sepan utilizar las herramientas y los conceptos técnicos de la Economía, es que su racionalidad está capada. Por ejemplo: consideran la compra de viviendas como un activo, cuando una vivienda es un hogar, un proyecto de vida. Tener activos en stock es una cosa, tener en stock miles de hogares y proyectos de vida, otra muy distinta. Es necesario repensar la Economía desde sus fundamentos, poniendo en el centro a la persona». Así me hablaba hace unos días un especialista en marketing social con una formación académica tan sólida como su trayectoria profesional.

En el año 2000 empecé a elaborar un discurso similar sobre la necesidad de repensar la comunicación social, no sin el temor de pensar que yo estaba un poco loco, proponiendo cosas muy alejadas de las preocupaciones profesionales y académicas de entonces. Sin embargo, en el año 2002, la editorial Eunsa lanzó la colección Repensar. El pontificado de Benedicto XVI estuvo marcado por su insistencia en la necesidad de ampliar los horizontes de la razón. En realidad, todas estas urgencias fueron ya detectadas en el periodo de entreguerras en el corazón de Europa, por pensadores dialógicos y personalistas como Jaspers, Mounier, Buber, ArendtGuardini y tantos otros.

Aquellas intuiciones filosóficas, críticas con la auto-limitación de la racionalidad moderna –que lo redujo todo a dato empírico y lógica abstracta– empiezan a articularse de forma madura y sistemática, entre otros, por autores como el profesor Alfonso López Quintás, quien ha consagrado su vida a desarrollar un estilo integral del pensar que promueve una creatividad cultural mucho más respetuosa con el reconocimiento y la promoción de la dignidad personal. Aquellas intuiciones empiezan también a impregnar otras disciplinas científicas, técnicas y artísticas. Aquellas intuiciones empiezan también a ser consideras como una respuesta muy oportuna para las grandes carencias y limitaciones de muchas profesiones, y de un muy generalizado malestar social.

domingo, 14 de septiembre de 2014

Tales de Mileto: una nobleza mayor que la riqueza y el poder

Imagen capturada de un vídeo de la serie Continuum, de Josué J. Ruíz, vídeo-artista e investigador en la UFV.

El primero de los siete grandes sabios de la antigüedad griega sólo estaba interesado por los movimientos de los astros. Cuenta Gerardo Vidal Guzmán (en Retratos de la antigüedad griega, Rialp, 2006) que la madre de Tales intentó casarle en numerosas ocasiones. Durante años el griego puso como excusa «todavía es pronto». Cuando esa dejó de servir, utilizó otra: «Ya es tarde». Su formación y logros muestran que tuvo contacto con Egipto, donde aprendió geometría; y que viajó a Babilonia, de donde además de importar el uso de la Osa Menor como huella del Norte aprendió bastante astronomía. Los babilonios, no obstante, aún leían los astros bajo la clave de interpretar designios divinos (como el de la estrella a la que siguieron los magos hasta Belén). Tales fue el primero en estudiar los astros con mentalidad científica.

A él debemos el famoso «paso del mito al logos», realidad a la que estamos tan acostumbrados que ya no nos sorprende. Imaginemos lo que supuso. En el año 585 a. C. estaba anunciada una guerra entre Lidia y Media, pero cuando un eclipse de sol oscureció el que en breve sería un campo de batalla, los reyes de ambas ciudades decidieron retirarse, pues leyeron, asustados, en el eclipse, una señal de que los dioses no aprobaban la contienda. Tales había previsto y anunciado ese eclipse como un hecho puramente natural un año antes.

jueves, 6 de febrero de 2014

‘Call for papers’ de ‘Relectiones’: buscamos una razón ampliada


Tengo el honor de formar parte del Consejo de Redacción de Relectiones, la nueva revista interdisciplinar de Filosofía y Humanidades de la Universidad Francisco de Vitoria. Este proyecto se suma al de Comunicación y hombre y espera alcanzar tan pronto como aquel los estándares de calidad que la lleven a estar indexada en los mejores directorios y bases de datos.

El objetivo de Relectiones es «promover y estimular la reflexión, el análisis y la investigación en el campo de las Humanidades y en el diálogo interdisciplinar, en orden a suscitar una nueva creatividad cultural que dilate los horizontes de la razón».

Así queda definida su línea editorial: «Las páginas de Relectiones pretenden ser un nuevo areópago para la propuesta y el sincero diálogo cultural, por lo que en ellas tienen cabida todas aquellas reseñas, investigaciones, ensayos y estudios cuyos planteamientos consigan inquietar y suscitar en nuestros contemporáneos las preguntas hondas que alienten la búsqueda sincera de la verdad, abran la razón humana a la contemplación del Misterio de lo real, alienten el diálogo y el encuentro interpersonales, confieran sentido a los fragmentos, despierten humanidades dormidas o dolidas.

viernes, 24 de enero de 2014

Ortega: «La vida nos es dada, pero no nos es dada hecha; la vida es quehacer»

José Ortega y Gasset, imagen del Archivo General de Guipúzcoa.
José Ortega y Gasset nos invita en cada uno de sus escritos a tomarnos nuestra vida en serio. Repasando El hombre y la gente me di cuenta de que, si aislaba algunos párrafos separándolos del sentido general de la obra lograría un destilado de su pensamiento sobre la vida humana.

Ni Ortega, y menos esta amputación de su obra que ahora te presento, agotan la pregunta por el hombre. Sin embargo, creo que el texto pone el acento en aspectos que resultan importantes para quienes queremos ser protagonistas de nuestro crecimiento personal cada día de nuestra vida. Sin más, te dejo con sus palabras.

«Es constitutivo del hombre, a diferencia de todos los demás seres, ser capaz de perderse, de perderse en la selva del existir, dentro de sí mismo, y, gracias a esa atroz sensación de perdimiento, reobrar enérgicamente para volver a encontrarse. La capacidad y desazón de sentirse perdido es su trágico destino y su ilustre privilegio» (p. 45).

«Siempre que digo “vida humana” […] ha de evitarse pensar en la de otro, y cada cual debe referirse a la suya propia y tratar de hacerse ésta presente. Vida humana como realidad radical es sólo la de cada cual, es sólo mi vida. […] La vida de otro, aun del que nos sea más próximo e íntimo, […] la veo, pero no la soy». (p. 46).

«Al llamarla “realidad radical” no significo que sea la única, ni siquiera que sea la más elevada […] sino simplemente que es la raíz –de aquí, radical– de todas las demás en el sentido de que éstas […] tienen, para sernos realidad, que hacerse de algún modo presentes o, al menos, anunciarse en los ámbitos estremecidos de nuestra propia vida. […] Mi vida […] es por esencia el área o escenario ofrecido y abierto para que toda otra realidad en ella se manifieste y celebre su Pentecostés» (p. 47).

«De ahí que ningún conocimiento de algo es suficiente –esto es–, suficientemente profundo, radical, si no comienza por descubrir y precisar el lugar y el modo dentro del orbe que es nuestra vida, donde ese algo hace su aparición, asoma, brota y surge, en suma, existe [como] aquello con lo que, queramos o no, tenemos que contar» (p. 48).

«Y es ello que la vida no nos la hemos dado nosotros, sino que nos la encontramos precisamente cuando nos encontramos a nosotros mismos. De pronto y sin saber cómo ni por qué, sin anuncio previo, el hombre se descubre y sorprende teniendo que ser en un ámbito impremeditado, imprevisto, en éste de ahora […] Pues bien, ese mundo en que tengo que ser al vivir me permite elegir dentro de él este sitio o el otro donde estar, pero a nadie le es dado elegir el mundo en el que vive […]
allí donde y cuando nacemos, o después de nacer estemos, tenemos, querámoslo o no que salir nadando. En este instante, cada cual por sí mismo, se encuentra sumergido en un ambiente […], gravemente consumiendo una hora de su vida –una hora insustituible, porque las horas de su vida están contadas. Esta es su circunstancia. Su aquí y ahora. ¿Qué hará? Porque algo, sin remedio, tiene que hacer […], pues esta vida que nos es dada, no nos es dada hecha, sino que cada uno de nosotros tiene que hacérsela, cada cual la suya. Esa vida que nos es dada nos es dada vacía y el hombre tiene que írsela llenando, ocupándola. […]

mas no le es, de antemano, y de una vez para siempre, presente lo que tiene que hacer. Porque lo más extraño y azorante de esa circunstancia o mundo en que tenemos que vivir consiste en que nos presenta siempre […] una variedad de posibilidades para nuestra acción, variedad ante la cual no tenemos más remedio que elegir y, por lo tanto, ejercitar nuestra libertad, […] cruelmente entregados a nuestra iniciativa e inspiración; por tanto, a nuestra responsabilidad. Dentro de un rato, cuando salgan a la calle, se verán obligados a decidir qué dirección tomarán, qué ruta. Y si esto acontece en esta trivial ocasión, mucho más pasa en esos momentos decisivos de la vida en que lo que hay que elegir es nada menos, por ejemplo, que una profesión, una carrera –y carrera significa camino y dirección del caminar. […]

Quod vitae sectabor iter? ¿Qué camino, qué vía tomaré para mi vida? Pero la vida no es sino el ser del hombre –por tanto, eso quiere decir lo más extraordinario, extravagante, dramático, paradójico de la condición humana, a saber: que es el hombre la única realidad, la cual no consiste simplemente en ser sino que tiene que elegir su propio ser. Pues si analizamos ese menudo acontecimiento que va a darse dentro de un rato –el que cada cual tenga que elegir y decidir la dirección de la calle que va a tomar– verían cómo, en la elección de una acción en apariencia tan simple interviene íntegra la elección que ya han hecho, que en este momento, sentados, portan secreta en sus penetrales, en su recóndito fondo, de un tipo de humanidad, de un modo de ser hombre que en su vivir procuran realizar» (pp. 48-51).

«De toda circunstancia, aun la extrema, cabe evasión. De lo que no cabe evasión es de tener que hacer algo y, sobre todo, de tener que hacer lo que, a la postre, es más penoso: elegir, preferir. […] De donde resulta que lo que me es dado cuando me es dada la vida es quehacer. La vida, bien lo sabemos todos, la vida da mucho que hacer. Y lo más grave es conseguir que el hacer elegido encada caso sea no uno cualquiera, sino lo que hay que hacer –aquí y ahora–, que sea nuestra verdadera vocación, nuestro auténtico quehacer.

Entre todos esos caracteres de la realidad radical o vida […] el que me interesa ahora subrayar es el que hace notar la gran perogrullada: que la vida es intransferible y que cada cual tiene que vivirse la suya; que nadie puede sustituirle en la faena de vivir, […] que ningún otro puede elegir ni decidir por delegación suya lo que va a ser; que nadie puede reemplazarle ni subrogarse a él en sentir y querer; en fin, que no puede encargar al prójimo de pensar en lugar suyo los pensamientos que necesita pensar para orientarse en el mundo […] y así acertar con su conducta; por tanto, que necesita convencerse o no, tener evidencias o descubrir absurdos por su propia cuenta, sin posible sustituto, vicario ni lugarteniente» (p. 52-53).

ORTEGA Y GASSET, José. El hombre y la gente, Madrid, 1980, Revista de Occidente en Alianza Editorial.

miércoles, 14 de agosto de 2013

Toda vida creativa es fruto del asombro

Musculatura de brazos y vasos, ilustración tomada
de los cuadernos de Leonardo va Vinci.
«La más bella y profunda emoción que podemos probar es el sentido del misterio. En él se encuentra la semilla de todo arte y de toda verdadera ciencia. El hombre que ha perdido la facultad de maravillarse es como un hombre muerto, o al menos ciego», escribió Albert Einstein. En este sencillo texto, el genial físico ha sabido vincular la experiencia de maravilla o asombro (subjetiva) apropiada para penetrar en la dimensión misteriosa (pero objetiva, aunque esta terminología es engañosa) de la realidad.

Esta capacidad de admirarse es propia del artista y el científico geniales, pero también de todo ser humano que alguna vez fue niño y que no ha matado aquella actitud fundamental que nos abre al mundo como un regalo, una aventura y un misterio. Toda vida creativa, sea de un hombre de fama o de un niño anónimo, es fruto del asombro.

Los filósofos griegos situaban el origen de la sabiduría en una actitud que denominaron thaumazein. Nosotros solemos traducir esa palabra por admiración o por asombro, pero también significa, en algunos contextos, maravilla e, incluso, veneración. Todos estos significados vibran en el interior de la expresión griega y todos ellos son, en diversos contextos y sentidos, origen del pensamiento innovador y de una vida creativa. El asombro nos despierta al misterio luminoso de la vida, al dramatismo de la existencia, nos descubre como protagonistas de una aventura arriesgada y retadora, siempre nueva.

Sin asombro, permanecemos encarcelados en el sueño de las sombras, las apariencias y las opiniones (la doxa), caemos en la rutina, en lo siempre igual, todo nos parece seguro y acabado, evidente, sencillo, neutral… y nada nos libera de lo ya dado, sabido o hecho. Ponemos el piloto automático y toda novedad, todo acontecimiento, quedan relegados a un funcionamiento mecánico que asfixia nuestra condición personal. Nosotros mismos podemos volvernos extraños, extranjeros en nuestra propia casa, trabajo y vida.

lunes, 13 de mayo de 2013

El misterio de la filosofía y la filosofía del misterio

William Turner, Tormenta de nieve en alta mar (1842).
La filosofía moderna, en su búsqueda de seguridades, abandonó la categoría de lo misterioso, tachándolo de irracional, emocional, religioso, subjetivo o no científico. Es cierto que debemos depurar el concepto de muchas connotaciones y adherencias que ha sufrido a lo largo de la historia. Sin embargo, es imposible comprender al hombre y su singular situación en el mundo sin atender a la categoría filosófica del misterio. Comprender la noción de misterio exige esfuerzo, pero, al hacerlo, ganamos luz para todo lo demás.

Hace unos días hablábamos del asombro como clave de la formación integral. Pues bien: misterio y asombro son las dos caras de una misma moneda, los dos polos que articulan la experiencia de encuentro entre el hombre que se asombra y la realidad que nos revela su misterio.

Antes de entrar en la necesaria depuración y explicación del concepto, tarea que nos llevará varias entradas, quiero compartir contigo dos ejemplos y citar a tres testigos que nos hablen de la necesidad de vivir desde la categoría del misterio. Primero te comparto algo sobre el misterio y la filosofía, acompañados por Josef Pieper. Después, quiero hablarte del misterio de nuestra propia vida, con palabras de Ortega y Gasset y versos de José Hierro.

martes, 16 de abril de 2013

Momo: maestra de escucha y silencio interior

No he encontrado al responsable de esta edición (ni al  ilustrador). Si lo conocéis, avisadme, para recomendarlo. ;)

La escucha activa es un tema recurrente tanto en las técnicas de comunicación interpersonal como en las de negociación, de convivencia familiar, etc. Sin embargo, es un tema poco trabajado en el ámbito de la comunicación social. Quizá la razón es que parece algo evidente: sin escucha no hay comunicación. El comunicador debe saber escuchar (a otros, a la realidad, a sí mismo) para poder decir algo. Dicho con radicalidad: cualquier palabra valiosa es hija de la escucha. Y esa máxima vale para un profeta y para un tuitero, pasando por un periodista, un publicitario o un guionista. Sin embargo, el tema no es tan evidente (como reflejan los estudios sobre negociación o sobre comunicación interpersonal), porque hay diversas formas de escuchar, así como diversos grados o niveles de escucha. En última instancia, la escucha radical exige algo que es muy difícil, y que está más allá de toda técnica. La escucha radical exige silencio interior.