Mostrando entradas con la etiqueta Emmanuel Mounier. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Emmanuel Mounier. Mostrar todas las entradas

lunes, 27 de junio de 2016

Fundación de la comunidad: la comunicación

Fotograma del anuncio del Banco Sabadell que reproducimos íntegro más abajo.
«Quizá no sabemos lo que decimos cuando hablamos de comunidad», pensamos cuando decidimos explorar el anhelo de comunidad que escuchamos hoy en muchos ámbitos personales y profesionales. En busca de la comunidad que anhelamos repasamos con Emmanuel Mounier diversos grados de vida comunitaria que hoy conocemos bien, explorando sus grandezas y su insuficiencia. Así, contemplamos las sociedades de masas o impersonales y las sociedades del nosotros; recordamos el valor de la camaradería y de las sociedades vitales; repasamos el sentido de las sociedades razonables y de las sociedades contractuales; y, por último, esbozamos la utopía de lo que, ahora sí, nos atreveríamos a llamar la comunidad ideal. Vimos, finalmente, que esa comunidad ideal no se da de forma automática, pasiva, sino que exige una tensión entre quienes queremos conformarla, una tensión que nos obliga a mirar y tratar al otro como un prójimo.

lunes, 20 de junio de 2016

El tú como prójimo: un nosotros comunitario

Fotograma de La Pasión de Cristo (The Passion of the Christ, Mel Gibson, 2004).

Reconocemos en nosotros, hijos del último siglo, una nostalgia de auténtica vida comunitaria. Al repasar los diversos grados de comunidad que relata Emmanuel Mounier llegamos a la conclusión de que sólo lo que él llama «comunidad ideal» responde con integridad a nuestros anhelos. Allí sostiene Mounier que semejante comunidad «no es de este mundo» y, sin embargo, reconoce que tenemos experiencia de ella, que en algunos momentos nos es regalada esa vivencia en plenitud.

La comunidad ideal es algo que nunca podemos dar por descontado. Rara vez, y sólo de forma frágil y temporal, es un lugar de llegada y descanso. Por lo general, la auténtica vida comunitaria es una constelación de fuerzas vivas, una tensión constantemente renovada fruto de un amor bien orientado. El secreto de esa orientación es tratar a cada persona como a un prójimo. Así lo explica Mounier en “Revolución personalista y comunitaria”, compliado en El personalismo. Antología esencial. Sígueme, Salamanca, 2002.

lunes, 18 de abril de 2016

¿Cómo sería la comunidad ideal?

Esta ley de la selva enseña a Mowgli el equilibro entre el individuo y la manada (El libro de la selva, Jon Favreau, 2016).

Sentido de pertenencia, búsqueda de un hogar, encontrar nuestra tribu, poder decir ¡Tú también! y descubrir que así la vida se ensancha. La idea de «comunidad» evoca ese lugar en el que nos nutrimos como personas y en el damos también lo mejor de nosotros. En ámbitos filosóficos, empresariales, familiares, políticos y, por supuesto, en el mundo del coaching, se empieza a expresar un anhelo de comunión: debemos recuperar el sentido de comunidad. Ahora bien: quizá no sabemos lo que decimos cuando hablamos de comunidad, puesto que en los últimos siglos Occidente ha puesto el acento en la autonomía del individuo y hemos configurado nuestro mundo como si cada uno se bastara por sí mismo, hasta el punto de considerar la interdependencia como una debilidad.

lunes, 11 de abril de 2016

La tiranía invisible de la "sociedad razonable"


En nuestro repaso por los diversos grados de vida comunitaria tematizados por Emmanuel Mounier hemos hablado ya de la sociedad de masas y la sociedad del “nosotros”; de la camaradería y de la sociedad “vital”. En esta nota hablaremos de la sociedad razonable, en sus dos formas habituales: la sociedad de los espíritus, sustentada en la idea de que una comunión intelectual generará automáticamente una comunidad en la vida y el espíritu (el viejo ideal ilustrado); y la sociedad contractual, fundada sobre la conversación y la asociación supuestamente igualitarias.

lunes, 4 de abril de 2016

La camaradería y las sociedades “vitales”

Antz no encuentra su lugar ni en la sociedad de masas (el hormiguero), ni en la sociedad del "nosotros", 
ni entre camaradas, ni en esa sociedad vital tan amable como Insectopía. (Antz, Tim Johnson y Eric Darnell, 1998).

Explicamos en la nota anterior dos formas imperfectas de comunidad humana: la sociedad de masas y la sociedad del “nosotros”. Hoy repasaremos la camaradería y las sociedades vitales. De esta forma damos cuenta de cuatro de los seis grados de vida comunitaria que expone Emmanuel Mounier en “Revolución personalista y comunitaria” (21-372) y “Manifiesto al servicio del personalismo” (363-539), ambos escritos recopilados en El personalismo. Antología esencial. Sígueme, Salamanca, 2002.

lunes, 28 de marzo de 2016

La sociedad de masas y la sociedad del “nosotros”

Construcción del Rockefeller Center (Fotografía de Charles C Ebbets, 1932).

Partimos de la premisa de que «quizá no sabemos lo que decimos cuando hablamos de "vivir en comunidad"», pues además de que el concepto de comunidad remite a una experiencia casi olvidada, exige en nosotros unas actitudes, compromisos y renuncias que casi nos resultan inconcebibles. Para aclararnos respecto de esta cuestión, vamos a escuchar la distinción que plantea Emmanuel Mounier de hasta seis grados de vida comunitaria, con la esperanza de poder reconocer allí nuestros anhelos y también las diversas formas defectivas o insuficientes de vida colectiva a la que precipitadamente llamamos «comunidad».

viernes, 25 de marzo de 2016

Quizá no sabemos lo que decimos cuando hablamos de “comunidad”

Captura de pantalla de un capítulo de la serie The Big Bang Theory (2007-2015) ¿Forman estos chicos una comunidad?

La vida comunitaria fue una realidad, incluso una necesidad, durante siglos. En un sentido, lo que llamamos Modernidad puede leerse como el ejercicio por el que el individuo se hacía más autónomo, liberado de las ataduras comunitarias. Hoy estamos, en parte, de vuelta de todo eso, pues hemos sufrido las consecuencias del individualismo y, en la sociedad de la comunicación, nos sentimos más solos que nunca. En ámbitos filosóficos, empresariales, familiares, políticos y, por supuesto, en el mundo del coaching, se empieza a expresar un anhelo de comunión: debemos recuperar el sentido de comunidad.