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martes, 22 de abril de 2014

La ruta del encuentro: una propuesta de formación integral en la universidad

AGEJAS ESTEBAN, José Ángel
La ruta del encuentro. Una propuesta de formación integral en la universidad
Ed. Universidad Francisco de Vitoria – Colección Diálogos
Madrid, 2013, 378 pp.

«La experiencia de “encuentro” y el ideal de la “formación integral” han vertebrado la comunidad que fundó y ha constituido la Universidad Francisco de Vitoria durante sus primeros 20 años de existencia. El libro del profesor Agejas que ahora reseñamos quiere ser una síntesis de esa experiencia, un testimonio de esa forma de hacer universidad y una invitación al lector a participar de ese espíritu.

Las palabras que recoge la Introducción para ilustrar la pretensión del libro nos parecen muy inspiradoras:
“Como le sucedió a Dante en su viaje por los reinos de ultratumba, el diálogo con un acompañante era el mejor modo de comprender lo que veía y le sucedía. Las conocidas frases con que inicia el poema –“en medio del camino de nuestra vida, me encontré en un bosque oscuro, habiendo perdido la senda correcta”- son todo un programa (p. 18)”» [El subrayado es mío].
Como puedes ver, la fotografía que ilustra la portada responde a la inspiración de Dante. Con los párrafos citados arriba empieza la reseña que publiqué en el número 9 de la revista Comunicación y hombre el pasado mes de noviembre. Aquel fue un mes difícil para mí y ahora caigo en que no te había compartido la reseña. Quizá sí recuerdes que hablé del libro al escribir sobre El asombro y la formación integral. No repetiré aquí lo que escribí en la reseña, ni en aquella nota, así que si quieres saber más sobre el libro, te invito a leerlas.

domingo, 20 de octubre de 2013

La efectividad es hija de la paciencia

Robert Doisneau, El infierno, 1952.
- ¿Has preparado esta conferencia tan buena en una sola tarde?
- No, en una tarde la escribí. Llevo preparándome para ella 20 años.

 Es una anécdota que protagonizó mi querido maestro y colega Ángel Sánchez-Palencia, quien nunca se cansa de argumentar que las personas que dicen cosas profundas e inteligentes no lo hacen porque les vengan ideas como setas en otoño, sino como fruto maduro de muchos años de estudio y de convivencia con el problema. En el arte, en la interpretación musical, en el fútbol, en la oratoria… en todos los casos es igual. Incluso lo que llamamos improvisación, es brillante porque quien improvisa lleva entrenándose para ello mucho tiempo. Podríamos decir, incluso, que para muchos creadores toda la vida que no es creación, es entrenamiento.

El mundo académico y universitario necesita recordar este sencillo principio: la formación de jóvenes, la adquisición de cultura y la investigación científica y humanística son tareas cuyo ritmo natural es muy distinto del capricho de cualquier interés particular y, por supuesto, es mucho más pausado que el ritmo que marca el mundo de hoy en casi cualquier ámbito personal y profesional. Muchos dirían que son actividades lentas, pero esa palabra es inexacta: serían lentas si se invirtiera en ellas más tiempo del que naturalmente necesitan, pero lo cierto es que, en realidad y por lo general, se invierte menos tiempo del necesario. Es decir: que a pesar de que el mundo las llama lentas, suelen ejecutarse a un ritmo más rápido del que les es propio.

Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva, de Stephen R. Covey, fue publicado en 1989 y hoy (más de 15 años después), el libro se ha convertido en la piedra angular sobre la que edificar toda una forma de entender el desarrollo personal, familiar y empresarial. Covey ha vendido 15 millones de ejemplares y el prestigio y difusión de la obra han permitido la creación de una compañía presente en 123 países. En la página de agradecimientos, Covey revela que el origen de su reflexión está en los años 70 (unos 15 años antes de la publicación), como parte de un programa doctoral en el que empezó a investigar la literatura sobre el éxito escrita en los últimos 200 años. Entre los agradecimientos a la primera edición, menciona a la multitud de alumnos y colegas y a los miles de personas con los que ha discutido su obra hasta llegar «lentamente» -es literal- a la formulación contenida en su libro.

viernes, 14 de junio de 2013

Proyecto blog: descubrir y pronunciar nuestra palabra para el mundo

Obra original de Aranzazucar, tomada de su blog Vida de Peros (ahora en Aranzazucar.com)
La Pedagogía Dialógica es más que un método formativo. Sus conexiones con la Filosofía suponen una forma de comprender a la persona en sus relaciones con el mundo, con las otras personas y con el sentido de su vida. El diálogo, por lo tanto, antes que una herramienta para aprender conceptos, es el vehículo natural por el que cada uno de nosotros, en el seno de una familia y de otras comunidades más amplias (escuela, empresa, mancomunidad, redes sociales…) descubre y configura su propia visión del mundo y su forma particular de conducirse en él.

En diálogo con los otros, sea cara a cara o mediante libros, instituciones, obras culturales, medios de comunicación... vamos descubriendo quiénes somos, quiénes queremos ser, qué opciones tenemos y cuáles son las mejores, qué decisiones queremos tomar, cómo llevarlas a cabo de la mejor forma posible y cómo de satisfechos estamos con nuestros logros.

En ese contexto teórico, crear un blog no es sólo practicar una herramienta tecnológica. Tampoco es sólo una forma de comunicarnos o compartir cosas. Ni siquiera es sólo un hobby, ni una salida profesional, ni una forma de crear una marca personal. Crear un blog puede ser todas esas cosas… pero, antes que eso, y para que todo eso tenga pleno sentido, debemos comprender que publicar un blog es un quehacer que configura nuestra forma de presentarnos ante el mundo, de posicionarnos en el mundo y de pronunciar nuestra palabra para el mundo.

lunes, 13 de mayo de 2013

El misterio de la filosofía y la filosofía del misterio

William Turner, Tormenta de nieve en alta mar (1842).
La filosofía moderna, en su búsqueda de seguridades, abandonó la categoría de lo misterioso, tachándolo de irracional, emocional, religioso, subjetivo o no científico. Es cierto que debemos depurar el concepto de muchas connotaciones y adherencias que ha sufrido a lo largo de la historia. Sin embargo, es imposible comprender al hombre y su singular situación en el mundo sin atender a la categoría filosófica del misterio. Comprender la noción de misterio exige esfuerzo, pero, al hacerlo, ganamos luz para todo lo demás.

Hace unos días hablábamos del asombro como clave de la formación integral. Pues bien: misterio y asombro son las dos caras de una misma moneda, los dos polos que articulan la experiencia de encuentro entre el hombre que se asombra y la realidad que nos revela su misterio.

Antes de entrar en la necesaria depuración y explicación del concepto, tarea que nos llevará varias entradas, quiero compartir contigo dos ejemplos y citar a tres testigos que nos hablen de la necesidad de vivir desde la categoría del misterio. Primero te comparto algo sobre el misterio y la filosofía, acompañados por Josef Pieper. Después, quiero hablarte del misterio de nuestra propia vida, con palabras de Ortega y Gasset y versos de José Hierro.

sábado, 27 de abril de 2013

El asombro y la formación integral

Ángel Barahona después de una predicación en el desierto, lugar de prueba, silencio y creatividad. Foto: Álvaro Abellán
Es un tópico afirmar que Aristóteles situaba el thaumázein (el asombro, la admiración, el maravillarse, lo milagroso…) como principio del filosofar. La confusión llega cuando tratamos de explicar qué significan, para Aristóteles, las palabras thaumázein y filosofía. Para el griego, a diferencia de lo que muchos de nosotros imaginamos, la filosofía no era un ejercicio de salón, ni de introspección solitaria, sino un diálogo amoroso que comprometía toda su existencia y a cuya luz orientaba su vida personal y su vocación pública.

Dicho de otra forma: cuando Aristóteles sitúa el asombro como principio del filosofar, lo que hace es reconocer una disposición originaria desde la que construir un proyecto personal cuyo fin último es nuestra realización integral como seres humanos. Quien no vive en el asombro, desde el asombro y para el asombro pierde su disposición originaria como ser humano y está en camino de deshumanización.

Cuando pensamos sin asombro, nuestras ideas se tornan falsas muecas de lo real. Cuando juzgamos sin asombro, nos creemos dioses. Cuando actuamos sin asombro, imponemos una voluntad de dominio que impide nuestro encuentro con el mundo y con los otros. En el menos malo de los casos, el hombre sin asombro es un muerto en vida, gobernado por un piloto automático que ya pensó y decidió por él y que dirige su acción sin el menor atisbo de duda, conmoción, agradecimiento o alegría. En el peor de los casos, el hombre sin asombro es, además de un muerto en vida, una vida asesina, en la que su falta de asombro y de sensibilidad daña a quienes lo rodean. G. K. Chesterton lo expresa con su habitual contundencia: “Perecemos por falta de asombro”.