viernes, 16 de agosto de 2013

Somos enanos encaramados a hombros de gigantes

Laberinto de la Catedral de Chartres
Canciller de la catedral de Chartres a principios del siglo XII, ejerció allí su magisterio de Teología y Filosofía. Fue maestro de universidad medieval antes de que existieran las universidades. Hombres de todas partes del continente recorrían los peligrosos caminos de Europa en busca de Bernardo de Chartres, aquel que enseña lo que aprendió de su Maestro: esa Verdad que hace libres (Jn 8, 32). Bernardo gustaba de leer a los clásicos, pues el trato con ellos ilumina nuestra inteligencia y ensancha nuestro corazón. Sintetizaba su pretensión en esta genial frase: «Somos enanos encaramados a hombros de gigantes. De esta manera, vemos más y más lejos que ellos, no porque nuestra vista sea más aguda sino porque ellos nos sostienen en el aire y nos elevan con toda su altura gigantesca».
[«Dicebat Bernardus Carnotensis nos esse quasi nanos, gigantium humeris insidentes, ut possimus plura eis et remotiora videre, non utique proprii visus acumine, aut eminentia corporis, sed quia in altum subvenimur et extollimur magnitudine gigantea», en Melalogicon III, 4, obra de su discípulo Juan de Salisbury].
Semejante afirmación, que no parece ser sino una metáfora, encierra muchas lecciones:
  • Nos revela la humildad intelectual propia de un auténtico maestro: cuando leemos a los clásicos, debemos reconocerles como gigantes y sabernos enanos.
  • Nos invita a dialogar con los grandes, a «escuchar con los ojos a los muertos» (que diría Quevedo), pues si queremos afinar nuestra mente y fortalecer nuestro corazón, no hay mejor modo de hacerlo que arrimarse a quienes tienen una inteligencia fina y un corazón fuerte.
  • Nos enseña el secreto del aprendizaje: antes de juzgar, debemos ver lo que vieron los grandes y, al ver lo que vieron varios de los grandes y sumar su mirada a la nuestra, lograremos ver más y más lejos que ellos.
  • Nos recuerda que todo aprendizaje es fidelidad y diálogo con la tradición: si queremos que cada generación supere en conocimiento a la anterior, tendrá que asumir y situarse a la altura donde llegó la anterior. Si pretendemos rehacer siempre el conocimiento al margen de nuestros mayores, nunca seremos más que enanos.
La frase de Bernardo de Chartres cobró tal fortuna que la repitieron después otros grandes, especialmente físicos como Isaac Newton y Stephen Hawking. Debemos al sociólogo Robert K. Merton una indagación a fondo sobre el tema en su libro A hombros de gigantes (1990).

Creo que Bernardo supo definir en apenas unas líneas la actitud, la actividad y el espíritu propio que dio origen a lo que hoy llamamos Universidad. Procuro que esta frase acompañe mi actitud e ilumine mi vocación como profesor universitario. Una serie de circunstancias hicieron que, además, pudiera rumiar lentamente la sabiduría que contiene. Recogí esas reflexiones en una lección magistral pronunciada el 27 de marzo de 2009 en la Universidad Francisco de Vitoria. Hablé ante alumnos de los que guardo buen recuerdo y con quienes pude practicar alguna vez el consejo de Bernardo. También tuve la oportunidad de crear una sección radiofónica sobre personajes a cuyos hombros subirnos, de la mano de mi amiga Paloma Girona, que algún día recuperaremos para este blog.

...

"A hombros de gigantes", lección magistral recogida en: Ratzinger-Benedicto XVI. The Idea of a University. Actas de las II Conversaciones Universitarias organizadas por el Instituto John Henry Newman. Editadas por laUniversidad Francisco de Vitoria, Madrid, 2012.

11 comentarios:

  1. Interesante ^^ Espero estar a la altura, nunca mejor dicho!
    Javier del Salto (un enano)

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    1. Habia leido la expresion, de un libro de Joe Dispenza, pero creia que era una frase d Newton, hasta ahora me tope con este blog, me informare mas sobre Bernardo. Gracias super interesante

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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    1. En cuanto recuperes los audios e investiguemos cómo recogerlos aquí, inauguramos sección en el blog. ;)

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  3. Yo no creo que haya gigantes, hay gente que se dedica a unas cosas, y gente que se dedica a otras. Todo lo demás lo hace nuestra necesidad de seguir modelos, dioses, o incluso creernos mejores por entender a los "grandes" de la historia.

    Hay tantos tipos de inteligencia como personas, pero cada uno juzga la inteligencia de los demás según su propio rasero, por eso el 70% d la gente se cree superior a los demás:

    http://extasisgo.blogspot.com/2013/10/hombros-de-gigantes-y-vacas-de-kobe.html

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    1. Hay gigantes, no lo dudes, aunque Alexander Fleming o Albert Einstein fueran incapaces de cambiar una bombilla, fueron gigantes, que rompieron con las ideas tradicionales de sus respectivos campos y vieron más allá que los demás.

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  4. Me ha parecido muy interesante, sobretodo útil, ya que considero que la finalidad de este texto es aconsejarnos o mostrarnos una forma de ver los estudios, y especialmente a los profesores y maestros, además de motivarnos a leer e investigar sobre los clásicos maestros o sobre autores que críticamos, para estudiarlos y comprender porque pensaban asi. Nos enseña a admirar a los grandes autores del pasado que por nuestro egocentrimo o modernidad, a veces no somos capaces de aceptar. Creo que Bernardo queria decir que los gigantes nos cogen a nosotros a hombros, porque son la base de nuestro conocimiento y nos aclaran las ideas, y nosotros vemos mas y estamos arriba, por esta razón y que nuestra misión es complementar esos conocimientos y ampliarlos.
    Claudia Ruiz Vázquez, su alumna.

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  5. Interesantes todos los comentarios; tanto que se ellos aprendo, esté de acuerdo o no.
    Aprendo porque es mi voluntad, no porque todos quieran enseñar.
    Es triste que alguien pida ayuda u no se la den; pero es más triste tender la mano con ayuda y que nadie la tome.

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    1. Los hombres inteligentes quieren aprender, los demás quieren enseñar.
      No es mía la frase, sino del dramaturgo ruso Antón Chéjov.

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