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jueves, 22 de enero de 2015

«Cuando el hombre empezó a pensar», la ciencia tenía que ver con las personas

Fotograma de la serie Bones: la mejor ciencia forense al servicio del bien común.

«Cuando el hombre empezó a pensar». Así se refiere una amiga mía al tiempo en que los griegos abandonaron la explicación mítica del mundo para dar respuestas racionales sobre la naturaleza, el mundo y Dios. Luego, los mismos griegos empezaron a reflexionar sobre el hombre y las actividades humanas: Economía, Política, Arte, Sociedad, Estado, etc. Aquel periodo se llamó Humanismo porque la reflexión partía del hombre y estaba orientada al bien del hombre. Por ejemplo: el modelo básico de la economía y de la organización de las relaciones sociales era la familia. Sí, lees bien: la economía y la política no giraban en torno a la optimización del beneficio o a la obsesión por conseguir y mantener el poder, sino que atendían al bien de la familia como fundamento del bien social.

domingo, 28 de diciembre de 2014

Elogio de la teoría II: la forma más elevada de práctica


Entre muchos hombres de acción existe un discurso generalizado acerca de la «inutilidad de la teoría»; lo que podríamos llamar una teoría sobre el desprecio a la teoría, lo cual resulta contradictorio, equivocado y un poco divertido. La razón de esta contradicción la apuntamos en Elogio de la teoría I: origen y perversión del concepto:
«Una de las esquizofrenias del hombre moderno es la oposición entre la “teoría” y la “práctica”. Hoy, ambas actividades nos parecen asuntos radicalmente distintos y así los tratamos, generando discursos, disciplinas científicas, sistemas educativos, obras culturales, profesiones, formas de organizar la vida social, etc., que fragmentan y separan aún más ambas dimensiones de la vida humana, produciendo consecuencias traumáticas en el interior de cada persona y en todos los órdenes ya mencionados».
En aquella nota recordamos también que la expresión griega theorein remite a la práctica de observar; y que el verdadero teórico no es el que hace castillos intelectuales, sino quien sale de su pequeño mundo y de sus prejuicios hacia el encuentro con lo real, lo cual le lleva no sólo a observar, sino a asumir la disciplina propia del observante. Como Mark Knopfler, a la escucha y al servicio de la música. Desde ese ángulo conviene mirar lo que ahora sigue.

lunes, 27 de mayo de 2013

Decálogo: ¿Cómo evalúan los mejores profesores?

El club de los emperadores, una película para reflexionar sobre el valor del (auto)examen
Llegan los exámenes finales y aparece en mente de profesores y alumnos el fantasma de la evaluación. Ese momento es especialmente doloroso cuando un alumno se estrella sistemáticamente en una asignatura. El profesor dice: ¡“Estudia!” o “¡Practica!”. El alumno responde: “Eso hago”. Pero el suspenso aparece de nuevo. ¿Qué ha pasado? ¿Es incapacidad del alumno? ¿Del profesor?

Se atribuye a Albert Einstein la afirmación: “Si siempre haces lo mismo, no esperes resultados diferentes”. Casi siempre, profesor y alumno cambian algo: el nivel de esfuerzo, de detalle, de horas invertidas… pero todas esas cosas son casi-casi hacer lo mismo, aunque varíe su intensidad. Quizá el problema no esté en las horas o el esfuerzo, sino en el método.

Esta entrada continúa el análisis del libro de Ken Bain Lo que hacen los mejores profesores universitarios. Hoy nos preguntamos: ¿Cómo evalúan los mejores profesores?:

domingo, 14 de abril de 2013

De profesor invitado en la Anáhuac Puebla, México

En un momento de la lección magistral
He tenido el privilegio de impartir clase en la Anáhuac Puebla, en México, en calidad de profesor invitado. Mi visita comenzó con una lección magistral ante la comunidad universitaria sobre el tema La escucha activa y el silencio interior, en la que además de compartir algunos recursos técnicos, aprendimos de Momo, maestra de escucha. Tuve también la oportunidad de vivir seis encuentros con grupos de alumnos de diversas carreras, para conversar sobre el plan de Humanidades transversal en todos sus grados, llamado el Bloque Anáhuac.

Pude disfrutar también de dos encuentros con colegas. El primero, con profesores de diversas carreras, tenía por objeto el re-pensamiento de sus materias en clave humanística. Nuestro reto es trabajar en la formación integral de la persona desde cada asignatura particular. En periodismo, para hablar de esto, solemos citar a Kapuscinscki: “Para ser buen periodista es necesario ser buena persona”. ¿No ocurre así con todas las profesiones? El segundo encuentro fue con profesores de Humanidades. Aunque todavía hay quien se pregunta por el valor del Historia, la Filosofía y el Debate para ejercer cualquier profesión, la realidad se empeña en confirmarlo. [Por poner el último ejemplo, citaremos el artículo de El País La crisis del pensamiento occidental].

sábado, 26 de enero de 2013

La vieja’l visillo: repensar la ciencia y promover un aprendizaje significativo


¿Qué idea de persona subyace en los contenidos y metodologías de mi asignatura? ¿Cuáles son los límites epistemológicos de lo que enseño? ¿Qué bien social aporta esta disciplina? ¿Qué relación tiene lo que enseño con el sentido último de mi propia vida? Éstas son algunas de las preguntas que afrontamos el pasado 23.01.2013 en un Taller sobre el Repensamiento de las disciplinas y las metodologías docentes en la Universidad Francisco de Vitoria. El planteamiento de aquel taller, que recoge un destilado del trabajo de muchos años, puede traducirse en algunos resultados muy prácticos e inmediatos (nuevas metodologías que formen y preparen mejor a nuestros alumnos), pero también apunta a consecuencias cuyo alcance apenas intuimos.

Empecé mi intervención pidiendo a los presentes (45 profesores y otras 15 personas: directores de carrera, decanos, el vicedecano de Profesorado e Investigación y el rector) que trataran de reconocerse en su labor investigadora y docente con la protagonista del vídeo que encabeza esta nota. El vídeo pretendía apoyar mi discurso cumpliendo dos objetivos: ilustrar qué entendemos por aprendizaje significativo y denunciar los tópicos que la ciencia moderna nos ha vendido como axiomas, desde los cuales es imposible afrontar la necesaria tarea de rehumanizar el saber. Voy a desarrollar en esta nota algunas claves que apunté en la exposición.