sábado, 31 de enero de 2015

Relectiones: hacia una nueva racionalidad

Portada del nº 1 de Relectiones: hacia una nueva racionalidad.
«– ¿La crisis económica? No es que los economistas no sepan utilizar las herramientas y los conceptos técnicos de la Economía, es que su racionalidad está capada. Por ejemplo: consideran la compra de viviendas como un activo, cuando una vivienda es un hogar, un proyecto de vida. Tener activos en stock es una cosa, tener en stock miles de hogares y proyectos de vida, otra muy distinta. Es necesario repensar la Economía desde sus fundamentos, poniendo en el centro a la persona». Así me hablaba hace unos días un especialista en marketing social con una formación académica tan sólida como su trayectoria profesional.

En el año 2000 empecé a elaborar un discurso similar sobre la necesidad de repensar la comunicación social, no sin el temor de pensar que yo estaba un poco loco, proponiendo cosas muy alejadas de las preocupaciones profesionales y académicas de entonces. Sin embargo, en el año 2002, la editorial Eunsa lanzó la colección Repensar. El pontificado de Benedicto XVI estuvo marcado por su insistencia en la necesidad de ampliar los horizontes de la razón. En realidad, todas estas urgencias fueron ya detectadas en el periodo de entreguerras en el corazón de Europa, por pensadores dialógicos y personalistas como Jaspers, Mounier, Buber, ArendtGuardini y tantos otros.

Aquellas intuiciones filosóficas, críticas con la auto-limitación de la racionalidad moderna –que lo redujo todo a dato empírico y lógica abstracta– empiezan a articularse de forma madura y sistemática, entre otros, por autores como el profesor Alfonso López Quintás, quien ha consagrado su vida a desarrollar un estilo integral del pensar que promueve una creatividad cultural mucho más respetuosa con el reconocimiento y la promoción de la dignidad personal. Aquellas intuiciones empiezan también a impregnar otras disciplinas científicas, técnicas y artísticas. Aquellas intuiciones empiezan también a ser consideras como una respuesta muy oportuna para las grandes carencias y limitaciones de muchas profesiones, y de un muy generalizado malestar social.

jueves, 22 de enero de 2015

«Cuando el hombre empezó a pensar», la ciencia tenía que ver con las personas

Fotograma de la serie Bones: la mejor ciencia forense al servicio del bien común.

«Cuando el hombre empezó a pensar». Así se refiere una amiga mía al tiempo en que los griegos abandonaron la explicación mítica del mundo para dar respuestas racionales sobre la naturaleza, el mundo y Dios. Luego, los mismos griegos empezaron a reflexionar sobre el hombre y las actividades humanas: Economía, Política, Arte, Sociedad, Estado, etc. Aquel periodo se llamó Humanismo porque la reflexión partía del hombre y estaba orientada al bien del hombre. Por ejemplo: el modelo básico de la economía y de la organización de las relaciones sociales era la familia. Sí, lees bien: la economía y la política no giraban en torno a la optimización del beneficio o a la obsesión por conseguir y mantener el poder, sino que atendían al bien de la familia como fundamento del bien social.

lunes, 12 de enero de 2015

Carta al yo futuro (comunicador): “¡Merécete las vacaciones!”

Son las cartas de los comunicadores, que retornarán a su autor/destinatario en febrero de 2015.

Es el turno de los alumnos de comunicación. Cuando repaso la Carta al yo futuro de los periodistas y la comparo con ésta, me confirmo en una vieja hipótesis que, no obstante, no deja de sorprenderme: existen personalidades asociadas a determinadas profesiones. ¡Son tan distintas! Y alguno querrá ahora juzgar cuál es mejor. Mal juicio. Es mejor preguntarse qué hace únicos a los comunicadores audiovisuales, qué hace únicos a los periodistas y qué tienen, no obstante, en común. Te animo a hacerte esas tres preguntas releyendo ambas cartas de corrido, una detrás de otra. Ya me contarás qué descubres.

Por si llegas de quién sabe dónde a este blog, te pongo en contexto. Hace unos días compartí en el blog un juego muy serio que me traigo con mis alumnos:
«Una de tareas que pido a mis alumnos durante su segunda semana de vida universitaria es que se escriban una carta a su yo futuro, el yo que serán al finalizar los exámenes de febrero, sus primeros finales como universitarios. Yo me quedo con esa carta –y la leo y/o la comparto, con su permiso– hasta que se la devuelvo puntualmente al comenzar el segundo semestre […]
Si me dan su permiso, espero compartirte pronto una entrada con varias perlas recogidas de sus distintas cartas. Estoy seguro de que, por torpe que sea mi intervención, el conjunto puede sonar armónico, como un poema colectivo» (Puedes leer la dinámica completa del ejercicio en: Carta al ‘yo futuro’: escribir nuestra historia y vivir con esperanza).
Pues bien, obtuve su permiso, así que pongo en tus manos un regalo: las preguntas, dudas y miedos, retos y expectativas, consejos, motivaciones y esperanzas de un gran grupo de universitarios que esperan convertirse en un futuro en buenos comunicadores audiovisuales.

domingo, 11 de enero de 2015

Carta al yo futuro (periodista): "Te envío estas letras para para recordarte lo que quiero que seas"

Cartas de los alumnos de periodismo al "yo futuro" que cada uno de ellos será en febrero de 2015.

Te compartí hace unos días un juego muy serio que me traigo con mis alumnos:
«Una de tareas que pido a mis alumnos durante su segunda semana de vida universitaria es que se escriban una carta a su yo futuro, el yo que serán al finalizar los exámenes de febrero, sus primeros finales como universitarios. Yo me quedo con esa carta –la leo y la comparto, con su permiso– hasta que se la devuelvo puntualmente al comenzar el segundo semestre […]
Si me dan su permiso, espero compartirte pronto una entrada con varias perlas recogidas de sus distintas cartas. Estoy seguro de que, por torpe que sea mi intervención, el conjunto puede sonar armónico, como un poema colectivo» (Carta al ‘yo futuro’: escribir nuestra historia y vivir con esperanza).
Pues bien, tengo su permiso y, cuando releo algunas de las cosas que aquí trascribo, no puede dejar de emocionarme. Pongo en tus manos un tesoro que es también un regalo: las dudas, miedos, retos, expectativas, consejos y esperanzas de un gran grupo de universitarios que esperan convertirse en un futuro en buenos periodistas.

miércoles, 7 de enero de 2015

Carta al ‘yo futuro’: escribir nuestra historia y vivir con esperanza


Durante sus primeros días de vida universitaria, allá por el mes de octubre, pido a mis alumnos que escriban una carta a su yo futuro, al yo que serán cuando terminen sus primeros exámenes finales. Me quedo con esa carta –y la leo con su permiso– hasta que se la devuelvo puntualmente al comenzar el segundo semestre, a principios de febrero.

Los objetivos generales de este ejercicio son siempre los mismos. Cuando la escriben, espero que se imaginen a sí mismos al finalizar el primer gran hito de la aventura universitaria que entonces comienzan. Cuando la leen, les invito a reflexionar sobre cómo encarnan en el calendario o tiempo cronológico su tiempo biográfico, su propia vida.

Los objetivos específicos varían según el año y la asignatura que comparta con ellos, como puede variar también el tiempo entre el yo presente y el yo futuro al que les pido que escriban. Todas esas variantes ofrecen posibilidades interesantes, pues los frutos de dedicar un tiempo a pensar en nosotros, a imaginar quiénes seremos y a decirle, al que seremos, quiénes somos hoy, son incontables y pueden ser muy fecundos. Por eso la carta al yo futuro es también un recurso interesante en la práctica del Coaching Dialógico.

jueves, 1 de enero de 2015

La primera impresión: frases que inauguran las grandes obras literarias

Keira Knightley encarna la Anna Karenina de Joe Wright, 2012.

La primera impresión no tiene por qué ser definitiva, pero es muy importante, porque orienta los siguientes pasos; y lo cierto es que hay una primera impresión en casi todos los órdenes de la vida: la primera impresión que recibimos -o que damos- al conocer a otra persona, al empezar un nuevo año, al encontrarnos con un libro e, incluso, al iniciarnos en el mundo de la lectura.

Acerca del buen leer hay demasiados mitos y muchos de ellos son culpables de la desafección por la lectura de demasiadas personas. Cuando repaso con mis alumnos los consejos que dan los grandes lectores, se quedan estupefactos. «Hay que leer poco», es siempre el primero. El segundo consejo rompe otro gran mito: «Hay que saber escoger los libros y en los libros». Es decir, que como debemos leer poco, no sólo conviene evitar muchísimas lecturas, sino que además tampoco es conveniente leer siempre libros enteros.