martes, 15 de mayo de 2018

«El reloj es nuestro dios» (Los viajes de Gulliver)

Reproducción de la edición infantil de Susaeta de Los viajes de Gulliver (Leerconsusaeta.com)

El viaje de Gulliver a Liliput forma parte de nuestro imaginario, aunque pocos hayan leído la historia original de Jonathan Swift, deán de San Patricio (Dublin), publicada en 1726. La obra pertenece al género de lo fantástico (lo maravilloso, en la clasificación de Todorov), y nos presenta mundos fronterizos, es decir, aquellos que pertenecen a nuestra misma geografía, sólo que se sitúan en terrenos inexplorados por la mayor parte de los hombres. Aunque vista con mayor amplitud, la obra responde al modelo de la sátira social.

Swift descarga la responsabilidad moral de sus palabras en el personaje que supuestamente escribe el libro (el capitán Lemuel Gulliver) y este personaje, a su vez, culpa al editor de haber manipulado sus notas, llenándolas de inexactitudes y ofensas que él jamás pudo haber escrito. De esta forma, el autor real desvía las posibles críticas a su persona descargando la responsabilidad sobre un autor imaginario y, por si eso fuera poco, el autor imaginario culpa de todo a su editor, también ficticio.

Switf (¿o Gulliver?) utiliza otro elemento retórico típico de la literatura moderna, bautizado por los formalistas rusos como ostranenie (literalmente «extrañamiento», a veces traducido por «desfamiliarización»). Victor Shklovsky publicó un ensayo en 1917 afirmando que el propósito del arte es vencer los efectos devoradores de la costumbre para devolvernos a la sensación de la vida, mostrándonos las cosas «tal como las percibimos y no tal como las sabemos». Sin necesidad de conocer esta figura retórica, buenas amigas mías la utilizan para ridiculizar mi pasión por el fútbol: «Cómo puedes pasarte dos horas seguidas viendo a 22 tíos en pantalones cortos corriendo detrás de una esfera de cuero».

Hoy quería compartirte un fragmento de los viajes de Gulliver que contiene todos estos elementos: fantasía desarrollada en un mundo fronterizo (Liliput) y sátira social (contra el poder del reloj en nuestro tiempo) lograda a partir de un ejercicio de extrañamiento.

Gulliver ha sido capturado por los liliputienses, habitantes de una extraña región similares a nosotros en muchas cosas, aunque su altura media es de unos 15 centímetros. El emperador de Liliput manda registrar al preso (su tamaño y su procedencia desconocida exigen proceder con cautela). Este es parte del inventario que hicieron los liliputienses:
«De la faltriquera de la derecha colgaba una gran cadena de plata, con una extraordinaria suerte de máquina al extremo. Le instamos a que sacarlo que hubiese sujeto a esa cadena, que resultó ser una esfera la mitad de plata y la otra mitad de un metal transparente, porque en el lado transparente vimos ciertas extrañas cifras, dibujadas en círculo, y que creímos poder tocar, hasta que nos dimos cuenta de que nos detenía los dedos aquella sustancia traslúcida. Nos acercó a los oídos este artilugio, que producía un ruido incesante, como el de un molino de agua. Supusimos que es, o algún animal desconocido, o el dios al que venera [Gulliver]; aunque nos inclinamos por lo último, porque nos aseguró (si es que lo entendimos bien, pues se expresaba muy imperfectamente) que rara vez hacía nada sin consultarlo. Lo llamaba su oráculo, y dijo que señalaba cuándo era el momento de cada una de las acciones de su vida» (Swift, J. Los viajes de Gulliver, trad. de Antonio RiveroTaravillo, Pre-textos, 2009, 47-48).
Este ejercicio de extrañamiento nos permite caer en la cuenta de algo a lo que estamos ya irremediablemente acostumbrados, el traumático cambio que supuso para la humanidad la aparición del reloj mecánico, históricamente bien documentado por Otto Mayr en su ensayo Authority, Liberty and Automatic Machinery in Early Modern Europe (1986). Resulta que la fantasía, la sátira y el extrañamiento son recursos literarios para re-conocernos en nuestra realidad histórica y social.

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Según termino esta nota, recuerdo que En Relojes de 10 segundos: el tiempo y la creatividad, relato un sencillo ejemplo del modo en que nos afecta la medición del tiempo en relación con una de nuestras capacidades humanas.

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