miércoles, 7 de agosto de 2013

Relojes de 10 segundos: el tiempo y la creatividad


«Nuestros clientes quieren que trabajemos más en menos tiempo. ¿Cómo podemos hacerles entender que para desarrollar ideas más creativas y eficaces necesitamos invertir más tiempo? Les enviamos este vídeo para mostrarles cómo trabaja la creatividad».

Para ilustrar el vínculo entre creatividad y tiempo invertido, los responsables de este vídeo buscaron a las personas con mayor talento no reprimido en el mundo: los niños. Les mostraron un sencillo dibujo de un reloj y les pidieron que lo copiaran en 10 segundos. Los chicos se aplicaron de inmediato, pusieron todas sus capacidades e interés en orden al tiempo del que disponían y completaron el reto a la perfección. Al finalizar los diez segundos, cada niño entregó un reloj. Todo el mundo estaba satisfecho: el profesor tenía sobre la mesa más de 20 relojes dibujados en tan solo 10 segundos. Eran, además, buenas copias del modelo original.

¿Qué pasa si les damos a los chicos 10 minutos para la misma tarea? La misma ilusión y la misma búsqueda de recursos internos y externos. En 10 minutos, es claro, encontraron más ideas y recursos y se pusieron más a sí mismos. ¿El resultado? De nuevo, más de 20 relojes. ¿La diferencia? Creatividad, innovación, alegría y una grata sorpresa para ellos y el profesor. Según los autores, este ejercicio demuestra que la creatividad está reñida con la premura; pero aflora en la libertad, el juego alegre y la diversión. En realidad, el vídeo no demuestra nada; más bien lo muestra y lo explica, haciéndolo e-vidente para quien quera verlo. También podemos explicar las causas por las cuales algunos prefieren una eficacia probada y standard (poca inversión y resultados seguros) a una eficacia creativa (que requiere mayor inversión y el riesgo de obtener un resultado aparentemente incierto).

Una de las razones por las que somos poco creativos se debe a lo que algunos psicólogos han llamado miseria cognitiva: la miseria cognitiva es el mecanismo por el que empleamos el mínimo esfuerzo mental para alcanzar una respuesta aceptable. Es verdad que durante una porción importante de nuestro tiempo debemos pensar y actuar así. Sufriríamos de parálisis estructural si cada vez que vamos a cruzar la calzada invirtiéramos 10 minutos en decidir cómo hacerlo de forma innovadora. Esa miseria cognitiva aplicada a todas las actividades que funcionan de forma aceptable no sólo es razonable, sino que además nos permite liberar esfuerzos mentales para aplicarlos a otras actividades, esas que deben funcionar mejor o que son más importantes para nosotros. Por otro lado, la misma lógica de la miseria cognitiva rige la producción en serie, que tantos beneficios ha traído a la humanidad en los últimos años y que todavía hoy -esto ya no es tan razonable- impera en todas las esferas de la vida pública.

La lógica de la creatividad, sin embargo, no puede ser mísera. Esa lógica no se conforma con lo ya dado, sino que busca la mejora y la excelencia. Exige una sola condición exterior, lo que los hombres grises llaman «perder el tiempo». Exige todas nuestras fuerzas interiores: nos obliga a ponernos por entero en lo que hacemos, quitando el piloto automático que provoca no sólo miseria cognitiva, sino también miseria del corazón, de la voluntad, de la afectividad, de la confianza en las posibilidades de uno mismo y de los demás.

Esta segunda lógica es la única a la altura de los anhelos del hombre; pero, para desahogarla, para proporcionarle la holgura necesaria, el hombre debe superar su desconfianza en la creatividad humana –su desconfianza, fundamentalmente, en los otros hombres- y debe renunciar a su seguridad en el procedimiento standard. Esa desconfianza en el otro, esa seguridad en el procedimiento, tiene a demasiados directivos, empleados y empresas anclados en una lógica que sólo podía engendrar nuestra crisis y que no será capaz de sacarnos de ella.

¿Hacen bien tus clientes/profesores/jefes al darte poco tiempo para descubrir y realizar acciones creativas?

Imagen capturada del vídeo que inaugura esta entrada del blog.

[Este artículo, ahora revisado y actualizado, fue publicado originalmente en LaSemana.es]

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