lunes, 21 de marzo de 2022

Yo siempre vi un sombrero | Encuentros con el Principito

Muchos de los que leyeron El Principito de niños no tienen un gran recuerdo de la obra. Porque no es un libro para niños. Al leerlo de adultos, somos muchos los que pensamos: “Nunca supe ver el elefante dentro de la boa; yo siempre vi un sombrero”. Así me decía mi querido José Manuel de León cuando le hablé del libro que Elisa de la Torre y yo estábamos perfilando y que hoy te presento.

En este pequeño libro nos proponemos no sólo enseñar a ver el elefante, sino mucho de lo invisible que contiene el relato del piloto, mucho más de lo que los tópicos populares e incluso la crítica formal han subrayado. El Principito no nos propone un retorno a una infancia acrítica, ni relata una ensoñación, sino que promueve nuestra “imaginación de lo invisible”, nos enfrenta a los misterios que fundamentan nuestra vida, haciéndonos ver con el corazón lo que es invisible a los ojos.

Cada capítulo es una meditación de una frase o un párrafo de cada episodio de El Principito. La estructura de nuestro libro respeta la temporalidad lineal -a diferencia de la obra original- lo que permite recorrer mejor la lógica del drama vital de cada uno de los amigos -el piloto y el principito- que se inicia con el despertar de la vocación, la renuncia a cumplirla, la caída en el desierto -el exilio de una vida sin vocación-, el encuentro con el amigo que nos hace renacer a nuestra vocación y el afrontamiento esperanzado de la soledad, el mal y la muerte.

En la primera parte acompañamos en su viaje al principito: del asteroide B-612 hasta su encuentro con el zorro. En la segunda parte, acompañamos al piloto que quiso ser pintor, desde que descubrió y renunció a su vocación, a la edad de seis años, hasta que su vocación le grita de nuevo en el desierto: Dibújame un cordero. En la tercera parte meditamos sobre el encuentro entre el principito y el piloto. Nuestra contemplación de estas dos vidas concluye frente al más bello y más triste paisaje del mundo

lunes, 8 de noviembre de 2021

¿Cómo escoger qué libros leer?

Fotografía por cortesía de Malte Luk

Hay mucho bueno que leer como para perder demasiado el tiempo en lecturas prescindibles. ¿Qué elegir? ¿Qué entiende Quevedo por doctos libros? Él nos da al menos cuatro criterios:
  • Pocos: es decir, rechacemos la sed de libros, huyamos de la bulimia que afecta a tantos lectores voraces a quienes poco aprovecha lo que leen, porque lo olvida todo, o lo mezclan todo. «Escoger los libros y escoger en los libros», enseña A-D. Sertillanges.
  • Doctos: es decir, obra de autores sabios, cultivados.
  • Difuntos. Frente a las novedades editoriales, las críticas de prensa, los títulos de ocasión –no es que nada de esto sea malo, pero es menos fiable, más oportunista-, confiemos en las obras que han superado la criba de los tiempos, que la sabia tradición ha decidido conversar por algo.
  • Si no siempre entendidos, siempre abiertos: aquellos cuyo secreto no se nos regala a la primera, pero que nos invitan a no cerrarlos nunca, pues lo mucho o poco que sacamos de ellos…
  • Nos despiertan y mejoran: enmiendan o fecundan nuestros asuntos, traen una voz que nos despierta de las opiniones y modas: nos ponen frente a las verdades universales. 
No lo dice expresamente, pero se intuyen otros dos criterios:
  • Los que nos muestran, a su modo, lo eterno.
  • Los que contienen «el espesor de muchos hombres» (Kenneth Clark, ¿Qué es una obra maesra, Icaria, Barcelona, 1980, 11). Es decir que no sólo son el espejo de un alma, sino un mapa del mundo; no la voz de un hombre, sino del Hombre.
Naturalmente, no son estos los únicos libros que podemos o debemos leer. Por necesidad, trabajo, estudio o distracción, será necesario o conveniente enfrentarse a otros. Pero tocaba hablar hoy, por esta vez, de los mejores.

martes, 26 de octubre de 2021

El reconocimiento de lo sagrado en la teoría de los mundos posibles poéticos

Fotograma de Indiana Jones y la última cruzada (Steven Spielberg, 1989).

La perspectiva de estudio que ofrecen los mundos posibles está plenamente instalada en literatura desde hace décadas. El interés de estos autores era el de superar los límites del formalismo y del estructuralismo al prometer un mayor énfasis en el “mundo del texto” y las “verdades” en él contenidas, frente a la mera estructura del texto. Sin embargo, “mundo” y “verdad” se dicen en muchos sentidos, también entre los diversos teóricos que podemos adscribir a esta joven tradición. Si bien algunos de estos autores cuestionan la ontología del mundo ficcional como nota distintiva entre diversos géneros literarios (realista y fantástico, por ejemplo), no suelen cuestionar sus propios presupuestos ontológicos y gnoseológicos sobre el mundo real, a pesar de que eso condiciona el desarrollo de sus planteamientos. Por ejemplo: la aparición de “lo sagrado” en una novela, ¿determina que ésta pertenezca al género de Fantasía, o puede, más bien, presentarse como una obra marcadamente realista?

jueves, 22 de julio de 2021

Cada imagen es un mundo

Los capítulos que componen esta obra colectiva exploran diversos objetos culturales (fotografías, series y películas de ficción, documentales, videojuegos, cómics) fruto de la imaginación humana. Como objetos culturales, son «medios expresivos» cuya dimensión sensible, reconocible por cualquiera, ejerce una primera mediación entre autor y espectador (poeta y teórico, diría el griego). Pero esas imágenes sensibles están compuestas de tal modo que alumbran una cierta cosmovisión –imagen racional y deliberativa– conectada con todo un mundo –el nuestro– en cuya interpretación intervenimos todos, y lo hacemos juntos en la medida en que entramos en diálogo con las mismas obras.

Al participar en ese diálogo ensayamos nuestra potencia especulativa (de pensar, teorizar o imaginar diversas interpretaciones posibles, verosímiles o necesarias de aquello que observamos) y nuestra potencia práctica (de imaginar y proyectar diversas posibilidades de acción para obtener un bien y realizar nuestra propia vida). Así, al revisar en diálogo crítico nuestra imagen del mundo, estaremos prevenidos para evitar naufragar en nuestra circunstancia y procurarnos una navegación favorable a nuestro destino.

martes, 1 de diciembre de 2020

Patria: ficción y agentes sociales

En el Grupo Estable de Investigación Imaginación y Mundos Posibles nos dedicamos a investigar las posibilidades de la ficción como medio para la reflexión y la acción social. Cuando supimos que Patria (Fernando Aramburu, 2014) iba a ser adaptada a mini serie de televisión por HBO España (Aitor Gabilondo, 2020), sospechamos que el asunto daría de qué hablar y que la reflexión y la toma de postura de la sociedad española en relación con el terrorismo de ETA y sus víctimas recobraría interés en el debate público, a raíz de una ficción.

Patria no es, además, la única referencia audiovisual reciente a aquel periodo de nuestra historia. A lo largo de estos meses se ha estrenado La línea Invisible, El Final del silencio (ambas en Movistar+) y El desafío: ETA (Amazon Prime). Parece que inauguramos una nueva fase en el debate público sobre aquel episodio de nuestra historia, y que la ficción, además del documental, se nos presenta como un medio propicio para alentar esa reflexión.

Muchas personas tienen ya una postura bastante definida sobre este asunto, que parece además cosa del pasado. Pero las consecuencias del terrorismo pesan hoy en el presente del País Vasco y del conjunto de España, a menudo de forma indirecta, aunque la mayoría de nosotros no estemos al tanto, por ejemplo, de las políticas penitenciarias, del cuidado de las víctimas, de los casos sin resolver, etc. Y en este hoy en el que las heridas provocadas por la violencia siguen abiertas, contamos con una inmensa mayoría de jóvenes que no saben hoy apenas nada de ETA.