jueves, 13 de agosto de 2015

Sólo el asombro conoce

Werner Heisenberg formuló el principio de incertidumbre. Recibió el Nobel de Física en 1932.

La posibilidad del contacto con los genios mediante la lectura es una «gracia» para la que deberíamos prepararnos «como para la oración» (A.-D. de SertillangesLa vida intelectual, Atlántida, 1944). Quizá hubo un tiempo en que no era necesario decir esto. Aquel tiempo en que los libros eran escasos; la lectura, el privilegio de unos pocos; y conservar el saber por escrito, algo demasiado costoso como para relatar tonterías. En aquel tiempo, todo libro era un tesoro en sí mismo y por su contenido; y poder leerlo era un privilegio frente al que era imposible no responder agradecido. Hemos perdido la conciencia agradecida de herederos en este y otros muchos campos, y por eso, entre otras razones, resulta necesaria una pedagogía del asombro.

viernes, 7 de agosto de 2015

La persona detrás de la obra

«La grandeza de la vida de Menéndez y Pelayo fue precisamente el convertir su trabajo, sus libros, en su único amor. No estoy de acuerdo con los que dicen que don Marcelino es su obra, y que las anécdotas de su vida apenas tienen significación ni valor. […] Los biógrafos hablan de los largos años de meditación del maestro […] Pero, en esas horas, ¿qué pasaba en su alma? Estudiaba, meditaba, sí. Pero ¿cuáles fueron sus tentaciones, y sus luchas pera vencerlas, y sus ambiciones frustradas; cuáles fueron las voluntarias amputaciones que hizo de muchas rosas fragantes del inmenso jardín de su corazón?».

Son palabras de Gregorio Marañón meditando sobre su maestro (Tiempo viejo y tiempo nuevo). Marcelino Menéndez Pelayo, maestro de maestros. El hombre cuya ciencia fue asombrosa y cuyas exageraciones científicas merecen nuestros perdones. Aquellos defectos de la obra son fruto de la pasión de la persona, pasión que incendió el corazón de sus discípulos e hizo de la segunda mitad del XIX el segundo siglo de oro español. No tendríamos a la Generación del 98 sin el sello de Menéndez Pelayo.

Hay que mirar a la persona detrás de la obra pues, como dice Marañón, en la persona se ve mejor el dedo de la Divinidad creadora de la que brota luego la obra. Cuando uno escoge un gran libro, entra en un nuevo mundo. Detrás de ese nuevo mundo está el genio creador. Detrás de ese genio creador, está el mundo que lo vio nacer. Detrás de ese mundo, están otros genios creadores. Detrás de esos genios creadores hay otro mundo. Y así, en un juego de mundos y creadores que un Borges matemático y escéptico haría llegar al infinito, y en el que un confiado campesino intuye que ha de haber un primer Libro, y un primer Creador.

martes, 4 de agosto de 2015

¿Son las vacaciones una forma de arte?

Fotograma de El último samurái, Edward Zwick, 2003.

Seguramente ya estés inmerso en las vacaciones. No importa. Porque la vida del espíritu no sólo inspira el trazo de nuestros itinerarios, sino que renueva el modo en que los recorremos. Recuerdo ahora el modo en el que capitán Nathan Algren (Tom Cruise) viste –y es vestido– en su armadura para la batalla final (El último samurái, Edward Zwick, 2003). Cada pieza y cada movimiento son, a un tiempo, quehacer mínimo y expresión máxima de la vida, la muerte y el valor. Recuerdo ahora al zorro enseñándole al principito que los ritos son importantes, transfigurados en rutina creativa (El Principito, Antoine de Saint-Exupery). ¿Pueden ser las vacaciones una forma de arte que nos revele quiénes somos y quiénes queremos ser?

martes, 28 de julio de 2015

Los hechos y su sentido: ¿por qué el pollo cruzó la carretera?

Fotografía de Arthur Tress, San Francisco, 1964.
«¿Por qué el pollo cruzó la carretera?» El hecho incuestionable es que el pollo cruza la carretera. Pero, ¿por qué? A la hora de encontrar el sentido de dicho acontecimiento es donde, demasiadas veces, ponemos más de nuestra subjetividad que del análisis de lo real. Prueba de ello son las respuestas ficticias que personajes históricos muy reales darían a esa pregunta:

Platón: «Porque al otro lado de la carretera se encuentra la verdad».
Aristóteles: «Porque está en la naturaleza del pollo cruzar las carreteras».
Buda: «Preguntarse tal cosa es renegar de tu propia naturaleza de pollo».
Galileo: «Y, sin embargo, la cruza».
Karl Marx: «El pollo cruzó la carretera porque era dialécticamente inevitable».
Joseph Stalin: «El pollo debe ser fusilado inmediatamente, junto con los testigos de la escena y diez personas más, escogidas al azar, por no haber impedido ese acto subversivo».
Sigmund Freud: «Que preguntes por un pollo revela tus traumas sexuales».
Albert Einstein: «El hecho de que el pollo cruce la carretera o de que la carretera pase por debajo del pollo depende del punto de referencia».

Si le preguntas a Google "por qué el pollo cruzó la carretera", encontrarás muchas otras variantes de este chiste, con cientos de respuestas previsibles de personajes históricos o ficticios, y hasta de arquetipos profesionales, como "profesor de primaria", "profesor de universidad", etc.

jueves, 23 de julio de 2015

Cormac McCarthy: lo esencial en la carretera

Fotograma de la película La carretera (The RoadJohn Hillcoat, 2009), protagonizada por Viggo Mortensen.
«Retirado en la paz de estos desiertos
con pocos, pero doctos, libros juntos
vivo en conversación con los difuntos
y escucho con mis ojos a los muertos».

Así empieza el soneto que escribió Quevedo a su editor desde la torre que era a un tiempo refugio y destierro. En otros géneros, sería imprudente no leer a autores vivos pero en Literatura suelo seguir la máxima de Quevedo: «pocos, doctos y difuntos». Tenemos poco tiempo para leer, así que conviene acertar y la mejor criba la ofrece el paso de los siglos.

Mi consejo llevó a mi buen amigo Juan Pablo Serra a retomar la lectura de algunos clásicos y pronto me comunicó su alegría por haberse encontrado con la genial San Manuel Bueno Mártir, de Unamuno. Me recomendó, contra mi máxima, que leyera a un autor vivo. «Si te sirve de aliciente, te diré que el autor tiene 77 años». Humor negro. Hablaba de Cormac McCarthy y su breve La carretera (The Road, 2006) Luego llegó la película, pero leí primero el libro, definitivamente mejor.

lunes, 20 de julio de 2015

Frank Capra nos revela "El secreto de vivir"

Imagen promocional de El secreto de vivir, con Gary Cooper y Jane Athur, 1936.

Frank Capra aterrizó en el cine con la esperanza de ganar algunos dólares. Le cogió el truco y obtuvo muchos éxitos. Soñaba con ganar un Oscar. Obtuvo cuatro nominaciones por Dama por un día (1933) y, mientras ponía todo su empeño en promocionar esa película, rodó sin mucho interés Sucedió una noche (1934). La primera no obtuvo ningún Oscar; la segunda, pese a las regulares críticas iniciales, se convirtió en la favorita del público. Fue la primera película en ganar los cinco Oscar más importantes: director, película, guión, mejor actor y mejor actriz.

miércoles, 15 de julio de 2015

Discutir: esa es la tradición

Profesores de la Universidad Francisco de Vitoria discuten sobre el sentido del atrio de los gentiles en Jerusalén.
Septiembre de 2011. Foto: Álvaro Abellán-García.
Dos jóvenes rabinos discutían sobre si la tradición apoyaba unos u otros ritos. Fueron a exponer su disputa a uno de los más sabios. «Yo creo que la tradición es…», dice el primero. «No, esa no es la tradición», contesta el viejo rabino. Entonces el otro, envalentonado, espeta: «Claro que no es esa; la tradición es…». Pero el anciano contesta: «No, esa no es la tradición». Confusos, ambos piden la respuesta al sabio, para así evitar seguir discutiendo. «¡Ah! Discutir. ¡Esa es la tradición!», contestó el anciano.

Hay quien relata esta anécdota como un chiste sobre la cultura judía, pero otros saben que es verdad. Es propio de judíos discutir entre ellos el sentido correcto de sus tradiciones. Es propio de griegos discutir el origen de cada cosa y el sentido de las decisiones a tomar. Es propio de romanos discutir sobre política, derecho y guerras. Es propio de cristianos discutir de todo, incluso de Teología y aun cuando durante un tiempo se jugaran la vida al hacerlo. Es, en definitiva, propio de Occidente, creer que existe la verdad, que no la inventamos nosotros –ni como personas, ni como pueblos– y que está en nuestras manos, gracias al debate, llegar a certezas sólidas que dirijan nuestra vida, y no dejar ésta al capricho, la opinión o la moda.

lunes, 13 de julio de 2015

Dar clase con la boca cerrada (y sin usar super-poderes)

Patrick Stewart es Charles Xavier en X-Men (Bryan Singer, 2000). 
El profesor Xavier puede controlar la mente de sus alumnos, pero renuncia a hacerlo. ¿Por qué?

Don Finkel dedicó su vida a la docencia universitaria. Escribió una última obra en la que, poco antes de morir, relata sus experiencias y criterios docentes. Es un testimonio interesante, además de una reflexión y propuesta metodológica aprovechable. El libro está dedicado a su esposa y a sus cuatro hijos y el tono es radical al tiempo que moderado. Radical en su propuesta, moderado en su carácter. El título es todo un desafío: Dar clase con la boca cerrada, y no es una metáfora. La obra está prologada por Ken Bain, autor de Lo que hacen los mejores profesores universitarios, libro que rescatamos de vez en cuando para este blog.

La propuesta de Finkel consiste en «dejar que hablen otros»: los libros, los estudiantes, los colegas, etc. El papel del profesor consiste en escoger una gran obra, ponerla en manos de los alumnos, dejar que éstos descubran las preguntas de fondo, dejar que las respondan, intervenir lo justo para que el debate no se salga de quicio y dar las respuestas justas, sólo cuando se tiene la seguridad de que los alumnos no podrán responderlas y después de que ellos hayan ensayado las respuestas que llevan dentro. El reto jamás es solucionar el libro pues si es un libro grande sus misterios son eso, misterios, y no tienen solución. Sencillamente, esos libros nos iluminan, nos descubren cosas, enmiendan o fecundan nuestra vida, nos despiertan del sueño cotidiano.

martes, 7 de julio de 2015

Francisco: «Una nueva síntesis que supere falsas dialécticas»

Fotograma de Hijos de los hombres (Alfonso Cuarón, 2006).

Me escribe mi mujer por WhatsApp una cita del papa Francisco: «Está pendiente el desarrollo de una nueva síntesis que supere falsas dialécticas de los últimos siglos» (Laudato si’, 121). Aunque esta encíclica me despierta mucho interés por innumerables motivos, aún no he podido trabajarla a fondo. En casa hemos comprado un solo ejemplar –criterio ecológico en el seno de una economía integral– y está en poder de Amalia. Aunque las encíclicas están todas digitalizadas y disponibles gratuitamente en la web del Vaticano, prefiero el libro. Los libros no son principalmente almacenes de palabras, sino objetos culturales que nos invitan a relacionarnos con la palabra con unas actitudes y no otras. Por eso, espero.

Mi mujer intuía que aquellas palabras me iban a interesar, y acertó: «Está pendiente el desarrollo de una nueva síntesis que supere falsas dialécticas de los últimos siglos». Ya está. Eso era. Para eso escribo este blog. A ratos, para lograrla en mi mente y mi vida; a ratos, para lograrla en algunos campos académicos, especialmente en la Universidad y en la Comunicación; a ratos, para persuadirnos entre todos de la necesidad y fecundidad de esa síntesis. Muchos ratos y acentos para una sola misión. Esa es la síntesis. Mi fuente es la vida; mi método, la filosofía de la comunicación.

De pronto, me doy cuenta de que he dicho todo con pocas palabras. Mucho habrá que dejarlo para otra ocasión, pero analicemos un poco, vayamos por partes. El artículo más radical en el que propongo el paso de las «falsas dialécticas» a una «nueva síntesis», que llamo dialógica –por fundamento, método y actitud personal–, quizá sea este: De la dialéctica a la dialógica. Pero no se lo recomiendo. Es droga dura. Hice un experimento con varios colegas y provoca mareos y nauseas. Mola, porque parece que uno sabe de cosas de las que nadie más sabe y eso da cierto prestigio académico -sobre esto, volveremos luego-.

martes, 23 de junio de 2015

Ryszard Kapuscinski: el buen periodismo y el pensamiento dialógico

Ryszard Kapuscinski y sus fotografías en Oviedo, con motivo de 
la recepción del Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2003.

La reflexión académica sobre el periodismo está gravemente lastrada por planteamientos cientificistas, funcionalistas y cibernéticos que nublan la dimensión personalísima de este quehacer profesional. La sociedad es entendida como una gran maquinaria y el periodismo es una función más al servicio del gran engranaje social.

Las noticias han de ser objetivas, no ya en el sentido de veraces –cosa evidente–, sino en el de impersonales, asépticas, neutrales, liberadas de toda pretensión de moralidad y de personalidad. Como los análisis clínicos o las pruebas de laboratorio. Durante años se ha considerado un rasgo del estilo noticioso lo que propiamente es ausencia de estilo, es decir, el estilo impersonal. La noticia pura no debía ser firmada, para subrayar que no importa quién la escribe, pues sólo importan los hechos y los datos, científicamente ordenados conforme a la pirámide invertida.

Durante mis estudios de doctorado traté de buscar otros fundamentos en los que asentar una Teoría de la Comunicación con un rostro más humano. Encontré en el pensamiento dialógico esa fuente. Supe entonces que el modelo básico para comprender la comunicación social no es la comunicación entre máquinas (Modelo matemático de la información) ni la comunicación entre animales (Modelo funcionalista, fórmula de Lasswell), sino el diálogo interpersonal. Y supe que la filosofía del diálogo es la matriz desde la que comprender la comunicación social.

viernes, 12 de junio de 2015

El examen de «la verdad» (o la refutación por la barba de Chema)

"Examen de la verdad", 1º de Comunicación Audiovisual, junio de 2015.

La pregunta por «la verdad» ha sido uno de los temas más controvertidos en el último siglo. En general, el pensamiento postmoderno acusó a los defensores de la verdad de cierto afán totalitario, pues a la verdad le añaden inmediatamente el calificativo de «absoluta» y su consecuencia inevitable: su «imposición». La razón es clara: las guerras de religiones y las guerras mundiales que asolaron el corazón de Europa se hicieron en nombre de «la verdad», entendida ésta como una idea que se nos impone inevitablemente.

El lema de la Ilustración, «Todo para el pueblo, pero sin el pueblo», refleja bien esa mentalidad paternalista de que unos pocos intelectuales piensan qué es «la verdad», lo inyectan en la masa social –el sistema educativo y los medios de comunicación como panacea que resuelve todos los males– y, de esa forma, gracias a la obediencia de la masa, se instaura el orden social perfecto sobre la tierra. He aquí la mentalidad que germinó en los totalitarismos, hoy desprestigiados, pero que tuvieron millones de defensores –entre los grandes intelectuales y entre la gente de a pie– a principios del siglo XX. «La verdad» –la constitución de una verdad oficial, lo que hoy llamamos despectivamente ideología– es el reto fundamental de cualquier gobierno totalitario.

lunes, 25 de mayo de 2015

Ver, pensar, preguntarnos: «Vemos culturalmente»

Sandy and David, por Alex Katz, 1969.
El proyecto Zero, de la Harvard Graduate School of Education, ha desarrollado una serie de rutinas para «hacer visible el pensamiento» con el objetivo de generar una «cultura del pensamiento». La web del Proyecto Zero recoge muchas de ellas, de forma que miles de profesores de todo el mundo puedan probar esas rutinas, modificarlas, proponer otras y generar así una base de experiencias que enriquecen la investigación original.

Para comprender mejor estas rutinas podemos verlas desde tres ángulos complementarios:

  • Como «herramientas» para promocionar el pensamiento, en el sentido de que escogiendo la rutina adecuada podemos extender nuestras capacidades y eficacia para comprender, profundizar, analizar, preguntarnos, comparar, tomar decisiones, diseñar planes de acción, etc.
  • Como «estructuras» que apoyan, sostienen y orientan nuestra forma natural de pensar, de forma que identifiquemos los momentos, procesos y secuencias más eficaces que nos permitan elevar la calidad de nuestras reflexiones y decisiones. 
  • Como patrones de comportamiento, «hábitos» o «rituales» que nos permiten fomentar una cultura de pensamiento que fortalece no sólo las capacidades individuales y la interiorización de formas de pensamiento riguroso y creativo, sino también la docencia y la cooperación que nos permite pensar eficazmente en equipo.

See-think-wonder es la primera rutina de pensamiento recogida en Making Thinking Visible (Ron Ritchhart, Mark Church, Karin Morrison, 2011, Wiley, San Francisco), el libro en el que se agrupan las rutinas más relevantes y probadas y en el que se explica e ilustra el modo de utilizarlas.