martes, 28 de julio de 2015

Los hechos y su sentido: ¿por qué el pollo cruzó la carretera?

Fotografía de Arthur Tress, San Francisco, 1964.
«¿Por qué el pollo cruzó la carretera?» El hecho incuestionable es que el pollo cruza la carretera. Pero, ¿por qué? A la hora de encontrar el sentido de dicho acontecimiento es donde, demasiadas veces, ponemos más de nuestra subjetividad que del análisis de lo real. Prueba de ello son las respuestas ficticias que personajes históricos muy reales darían a esa pregunta:

Platón: «Porque al otro lado de la carretera se encuentra la verdad».
Aristóteles: «Porque está en la naturaleza del pollo cruzar las carreteras».
Buda: «Preguntarse tal cosa es renegar de tu propia naturaleza de pollo».
Galileo: «Y, sin embargo, la cruza».
Karl Marx: «El pollo cruzó la carretera porque era dialécticamente inevitable».
Joseph Stalin: «El pollo debe ser fusilado inmediatamente, junto con los testigos de la escena y diez personas más, escogidas al azar, por no haber impedido ese acto subversivo».
Sigmund Freud: «Que preguntes por un pollo revela tus traumas sexuales».
Albert Einstein: «El hecho de que el pollo cruce la carretera o de que la carretera pase por debajo del pollo depende del punto de referencia».

Si le preguntas a Google "por qué el pollo cruzó la carretera", encontrarás muchas otras variantes de este chiste, con cientos de respuestas previsibles de personajes históricos o ficticios, y hasta de arquetipos profesionales, como "profesor de primaria", "profesor de universidad", etc.

Cuando buscamos en los periódicos información de actualidad, no nos bastan los hechos, queremos descubrir su sentido. Pero, las más de las veces, nos encontramos con la subjetividad del periodista y la ideología del medio, de forma que, si aprendemos algo, tiene más que ver con lo que hay en la cabeza de otros que con lo que realmente ocurrió.

Si te fijas con atención, muchos periodistas dan siempre la misma noticia, la misma respuesta precocinada, aunque los hechos sean cada vez distintos. Debemos ser cuidadosos con la repetición sistemática de nuestros esquemas mentales, porque sólo consiguen confirmar lo que ya pensamos y cerrar nuestra inteligencia –y nuestra vida– a cualquier novedad.

Cuando aparece una pregunta en el horizonte, sobre todo una pregunta por el sentido de las cosas, conviene no precipitarnos en la respuesta. A la pregunta «¿Por qué el pollo cruzó la carretera?» lo que, en rigor, cabe responder, es un racimo de nuevas preguntas: «¿Qué había al otro lado de la carretera? ¿Qué había en su lado de la carretera? ¿Qué hizo el pollo una vez hubo cruzado?». Prueba, se te ocurrirán muchas otras interesantes. Además, responder a éstas acertadamente, observando bien la realidad sobre la que preguntamos, nos ayudará a responder la primera. La pregunta por el sentido de las cosas se responde observando con detalle la realidad, no replicando nuestros prejuicios.

Allí donde renunciamos a nuestra naturaleza de pollos, pero no a nuestra naturaleza humana, que siempre se pregunta por el fondo de las cosas y atiende delicadamente a la respuesta de la realidad, edificamos todos ese lugar donde la vida se ensancha.



Este artículo revisa y actualiza el publicado originalmente en LaSemana.es y pertenece a la serie #TúTambién.

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