martes, 7 de julio de 2015

Francisco: «Una nueva síntesis que supere falsas dialécticas»

Fotograma de Hijos de los hombres (Alfonso Cuarón, 2006).

Me escribe mi mujer por WhatsApp una cita del papa Francisco: «Está pendiente el desarrollo de una nueva síntesis que supere falsas dialécticas de los últimos siglos» (Laudato si’, 121). Aunque esta encíclica me despierta mucho interés por innumerables motivos, aún no he podido trabajarla a fondo. En casa hemos comprado un solo ejemplar –criterio ecológico en el seno de una economía integral– y está en poder de Amalia. Aunque las encíclicas están todas digitalizadas y disponibles gratuitamente en la web del Vaticano, prefiero el libro. Los libros no son principalmente almacenes de palabras, sino objetos culturales que nos invitan a relacionarnos con la palabra con unas actitudes y no otras. Por eso, espero.

Mi mujer intuía que aquellas palabras me iban a interesar, y acertó: «Está pendiente el desarrollo de una nueva síntesis que supere falsas dialécticas de los últimos siglos». Ya está. Eso era. Para eso escribo este blog. A ratos, para lograrla en mi mente y mi vida; a ratos, para lograrla en algunos campos académicos, especialmente en la Universidad y en la Comunicación; a ratos, para persuadirnos entre todos de la necesidad y fecundidad de esa síntesis. Muchos ratos y acentos para una sola misión. Esa es la síntesis. Mi fuente es la vida; mi método, la filosofía de la comunicación.

De pronto, me doy cuenta de que he dicho todo con pocas palabras. Mucho habrá que dejarlo para otra ocasión, pero analicemos un poco, vayamos por partes. El artículo más radical en el que propongo el paso de las «falsas dialécticas» a una «nueva síntesis», que llamo dialógica –por fundamento, método y actitud personal–, quizá sea este: De la dialéctica a la dialógica. Pero no se lo recomiendo. Es droga dura. Hice un experimento con varios colegas y provoca mareos y nauseas. Mola, porque parece que uno sabe de cosas de las que nadie más sabe y eso da cierto prestigio académico -sobre esto, volveremos luego-.

martes, 23 de junio de 2015

Ryszard Kapuscinski: el buen periodismo y el pensamiento dialógico

Ryszard Kapuscinski y sus fotografías en Oviedo, con motivo de 
la recepción del Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2003.

La reflexión académica sobre el periodismo está gravemente lastrada por planteamientos cientificistas, funcionalistas y cibernéticos que nublan la dimensión personalísima de este quehacer profesional. La sociedad es entendida como una gran maquinaria y el periodismo es una función más al servicio del gran engranaje social.

Las noticias han de ser objetivas, no ya en el sentido de veraces –cosa evidente–, sino en el de impersonales, asépticas, neutrales, liberadas de toda pretensión de moralidad y de personalidad. Como los análisis clínicos o las pruebas de laboratorio. Durante años se ha considerado un rasgo del estilo noticioso lo que propiamente es ausencia de estilo, es decir, el estilo impersonal. La noticia pura no debía ser firmada, para subrayar que no importa quién la escribe, pues sólo importan los hechos y los datos, científicamente ordenados conforme a la pirámide invertida.

Durante mis estudios de doctorado traté de buscar otros fundamentos en los que asentar una Teoría de la Comunicación con un rostro más humano. Encontré en el pensamiento dialógico esa fuente. Supe entonces que el modelo básico para comprender la comunicación social no es la comunicación entre máquinas (Modelo matemático de la información) ni la comunicación entre animales (Modelo funcionalista, fórmula de Lasswell), sino el diálogo interpersonal. Y supe que la filosofía del diálogo es la matriz desde la que comprender la comunicación social.

viernes, 12 de junio de 2015

El examen de «la verdad» (o la refutación por la barba de Chema)

"Examen de la verdad", 1º de Comunicación Audiovisual, junio de 2015.

La pregunta por «la verdad» ha sido uno de los temas más controvertidos en el último siglo. En general, el pensamiento postmoderno acusó a los defensores de la verdad de cierto afán totalitario, pues a la verdad le añaden inmediatamente el calificativo de «absoluta» y su consecuencia inevitable: su «imposición». La razón es clara: las guerras de religiones y las guerras mundiales que asolaron el corazón de Europa se hicieron en nombre de «la verdad», entendida ésta como una idea que se nos impone inevitablemente.

El lema de la Ilustración, «Todo para el pueblo, pero sin el pueblo», refleja bien esa mentalidad paternalista de que unos pocos intelectuales piensan qué es «la verdad», lo inyectan en la masa social –el sistema educativo y los medios de comunicación como panacea que resuelve todos los males– y, de esa forma, gracias a la obediencia de la masa, se instaura el orden social perfecto sobre la tierra. He aquí la mentalidad que germinó en los totalitarismos, hoy desprestigiados, pero que tuvieron millones de defensores –entre los grandes intelectuales y entre la gente de a pie– a principios del siglo XX. «La verdad» –la constitución de una verdad oficial, lo que hoy llamamos despectivamente ideología– es el reto fundamental de cualquier gobierno totalitario.

lunes, 25 de mayo de 2015

Ver, pensar, preguntarnos: «Vemos culturalmente»

Sandy and David, por Alex Katz, 1969.
El proyecto Zero, de la Harvard Graduate School of Education, ha desarrollado una serie de rutinas para «hacer visible el pensamiento» con el objetivo de generar una «cultura del pensamiento». La web del Proyecto Zero recoge muchas de ellas, de forma que miles de profesores de todo el mundo puedan probar esas rutinas, modificarlas, proponer otras y generar así una base de experiencias que enriquecen la investigación original.

Para comprender mejor estas rutinas podemos verlas desde tres ángulos complementarios:

  • Como «herramientas» para promocionar el pensamiento, en el sentido de que escogiendo la rutina adecuada podemos extender nuestras capacidades y eficacia para comprender, profundizar, analizar, preguntarnos, comparar, tomar decisiones, diseñar planes de acción, etc.
  • Como «estructuras» que apoyan, sostienen y orientan nuestra forma natural de pensar, de forma que identifiquemos los momentos, procesos y secuencias más eficaces que nos permitan elevar la calidad de nuestras reflexiones y decisiones. 
  • Como patrones de comportamiento, «hábitos» o «rituales» que nos permiten fomentar una cultura de pensamiento que fortalece no sólo las capacidades individuales y la interiorización de formas de pensamiento riguroso y creativo, sino también la docencia y la cooperación que nos permite pensar eficazmente en equipo.

See-think-wonder es la primera rutina de pensamiento recogida en Making Thinking Visible (Ron Ritchhart, Mark Church, Karin Morrison, 2011, Wiley, San Francisco), el libro en el que se agrupan las rutinas más relevantes y probadas y en el que se explica e ilustra el modo de utilizarlas.

lunes, 18 de mayo de 2015

Cartas a un joven artista

A Book from the Sky, Xu Bing.

Art on Paper publicó en el verano de 2005 un número especial titulado Cartas a un joven artista. El proyecto, inspirado en las Cartas a un joven poeta de Rainer María Rilke, constaba de 12 cartas escritas por artistas consagrados como respuesta a la de un ficticio joven artista. El libro Letters to a young artist, editado por Peter Nesbett, Shelly Bancroft y Sarah Andress (Cartas a un joven artista, ed. El Ciprés, trad. de Nuria Armengol, quien nos cuenta cómo conoció este libro en su blog) amplía esa lista a 23 cartas, 23 artistas que responden desde sus experiencia a las preguntas e inquietudes de quien se inicia en esa preciosa e incierta vocación.

Las respuestas son tan variadas como el carácter, los orígenes y el arte de los 23 artistas escogidos: Cai-Guo Qiang, John Baldessari, Adrian Piper, Guerrilla Girls, Yoko Ono, Howardena Pindell, Alex Katz, Elizabeth Murray, Gregory Amenoff, Jessica Stockholder, Jimmie Durham, Jo Baer, Joan Jonas, John McCrakken, Joseph Grigely, Kerry James Marshall, Lawrence Weiner, Mierle Laderman Ukeles, Stephen Shore, Thomas Nozkowski, William Pope, Xu Bing e Yvonne Rainer.

El libro encierra un valor pedagógico que trasciende el arte e invita a pensar sobre la propia vida; por eso suelo trabajarlo con mis alumnos de Bellas Artes y Diseño. Pero el libro encierra también un valor testimonial -como le ocurre al de Rilke-, pues rara vez los artistas tratan de explicarse a sí mismos con la sencillez, la frescura y el ámbito de intimidad que genera la recepción y redacción de una carta.

lunes, 11 de mayo de 2015

Innovación docente en "Narrativa Audiovisual"

Gandalf a Frodo: "No elegimos el tiempo que nos ha tocado vivir; 
pero elegimos qué hacer con el tiempo que nos es dado".

«¿En qué sentido El señor de los anillos es más verdadero que el periódico de esta mañana?». Todos los años formulo esta pregunta a mis estudiantes de Periodismo y de Comunicación Audiovisual. Los primeros suelen pensar que les estoy tomando el pelo y sospechan que dudo bastante de la profesionalidad de los periodistas actuales. Los segundos, amantes de la fantasía y la ciencia ficción, se emocionan y, después de repasar algunas citas en élfico, entran al debate de fondo.

Lo cierto es que el periódico nos pone ante un tipo de verdades que, por deficiencias epistemológicas de la profesión periodística, a menudo se reducen a un conjunto de hechos o afirmaciones asépticas sin una adecuada interpretación. Tanto se insiste en la objetividad de las noticias, por oposición a la interpretación que ofrecen otros géneros, que el periodista se gradúa con graves deficiencias en la inevitable tarea de descubrir y articular el sentido de los hechos sobre los que nos informa.

El señor de los anillos (sirven para el caso tanto el libro de J. R. R. Tolkien como la trilogía cinematográfica de Peter Jackson) no alude a hechos histórica y fácticamente acontecidos, pero nos habla de verdades universales y nos ayuda a comprendernos a nosotros mismos y nuestra particular situación en el mundo.

domingo, 26 de abril de 2015

Amor y pedagogía

Retrato de don Miguel de Unamuno, Repositorio Documental de la Universidad de Salamanca.

Escribí recientemente sobre el delicioso aunque tímido ensayo Mal de escuela, en el que Daniel Pennac disertaba durante un buen puñado de páginas para atreverse a decir, finalmente, que en esto de la enseñanza, en esto de lograr el milagro de que un chiquillo perdido llegue a ser un adulto maduro y libre, más que una buena preparación el profesor necesita amar a sus alumnos.

Más de 100 años antes de que Pennac escribiera sus errabundas reflexiones, nuestro genial Miguel de Unamuno publicó su novela Amor y pedagogía. En ella, pretendía burlarse de quienes ya entonces idolatraban el positivismo aplicado a la sociología y a la pedagogía. Unamuno consideraba una verdadera amenaza a quienes creían que los medios para la felicidad social y la educación perfecta de los niños podían determinarse mediante la aplicación de leyes, procesos y herramientas que los profesores debían ejecutar como máquinas perfectas, funcionarios-operarios. Más o menos la mentalidad que inspira nuestras últimas leyes sobre educación, así como las diversas directrices de la Unión Europea sobre la aplicación del paradigma del Aprendizaje Basado en Competencias en todos los niveles de educación y en todas las instituciones educativas.

jueves, 16 de abril de 2015

El principio de Peter: un ensayo sobre jerarquiología

Este principio de Dilbert es compatible con El principio de Peter y expresa bien cómo nos sentimos
cuando la confianza de la institución está más en los procedimientos que en las personas.

Laurence J. Peter y Raymond Hull publicaron a finales de los 60 El Principio de Peter, un ensayo sobre jerarquiología de gran éxito que se convirtió en obra de referencia para conocer el funcionamiento interno de las organizaciones. El tono de ensayo y la formulación de sus tesis pueden sonar a guasa, pero está muy documentado y, en cuanto nos lo tomamos en serio y revisamos nuestra experiencia, vemos que encierra cierta sabiduría. Ahora que está de moda la formación por competencias, recordé que el concepto central del ensayo de Peter y Hull es el del nivel de incompetencia. Comparto contigo lo que escribí hace algunos años sobre este libro.

miércoles, 8 de abril de 2015

Hanna frente al homo faber

Homo faber, Max Frisch, 1957.
Walter Faber era un ingeniero, un técnico de la Unesco, que un día empezó a darse cuenta de que su vida, sencillamente, funcionaba. Al principio no era consciente de lo que le pasaba. Hubiera sido incapaz de formularlo así, pero, sin duda, algo iba mal, y lo que le ocurrió en el aeropuerto encerraba una metáfora perfecta de su situación.

Estaba en el duty free, esperando su transbordo. Se dio cuenta de que no quería seguir viajando, no quería ir al destino final marcado en su billete. Era una impresión irracional, pero se sintió agobiado y dirigido. Decidió no subir al avión. Fue a un bar. «Plane is ready for departure», escuchó, pero hizo oídos sordos. Su retraso era tan notable que la megafonía empezó a llamarlo por su nombre. «Your attention, please… Passenger Faber, Passenger Faber».

Aunque era evidente que ninguno de los presentes en el bar sabía que él era Faber, se sintió incómodo y fue a esconderse en el cuarto de baño. La llamada continuó insistentemente. Le martilleaba. Le mareaba. Llegó a tener un ataque de pánico y casi pierde el conocimiento. Después de un rato largo, el megáfono dejó de sonar. Algo de paz. Regresó a la barra del bar. Al poco, apareció una azafata: «There you are!. We’re late, Mister Faber, we’re late». El pobre Faber sólo pudo decir: «I’m sorry». Encogió los hombros y subió al avión.

La tecnología, la seguridad, los transportes… esas cosas que para él habían sido hasta entonces su fe, su vocación, su destino, su trabajo, su vida… le atrapaban y dirigían sin que él fuera capaz de controlar la situación. Hemos confiado tanto en las máquinas y los procesos para no tener que confiar en el hombre y ahora, cuando el hombre trata de ser humano, de ser él mismo, queda automáticamente fuera del sistema y juzgado como irracional.

martes, 31 de marzo de 2015

La historia de Marie Hertuin: un canto a la Educación

Fotograma de La historia de Marie Hertuin (Jean Pierre Améris, 2014).
La película, basada en hechos reales acontecidos a finales del XIX, cuenta la historia de una sordomuda ciega de 14 años que vive sumida en las tinieblas, en un universo limitado por el tacto y los olores. Su padre, desoyendo los consejos médicos que sugerían enviarla al manicomio, acude al instituto Larnay, cerca de Poitiers (Francia), en el que unas religiosas se encargan de la formación de mujeres sordomudas. La directora del instituto declinó acoger a Marie, ya que no estaban preparadas para educar a una persona en estado salvaje, incapaz de comunicarse con el mundo. Sin embargo, una joven religiosa descubrió en aquella niña su vocación educadora y decidió encargarse personalmente de Marie.