lunes, 29 de septiembre de 2014

El césped de Oxford

Keble College Chapel (Oxford University). Foto de David Iliff. Licencia: CC-BY-SA 3.0.

«En Europa todo es viejo y feo, no sé por qué tienen esa manía de conservar edificios antiguos. Aquí en Las Vegas tiramos y hacemos edificios nuevos constantemente y siempre tenemos la ciudad tal y como la queremos. Aquí tenemos una pirámide negra y nueva preciosa, con una luz en la cumbre, hecha por hombres libres, no como las de Egipto, viejas, con una tumba abajo y hecha por esclavos que sufrían latigazos constantemente». La transcripción es libre, pero más o menos eso vino a decir un yanqui enorme y con gorra en un programa de televisión. No merece la pena responderle a este hombre que Las Vegas nos parece a los europeos -y a los egipcios, que no son europeos- una imitación barata y cutre de algo que ese gigantón con gorra jamás podrá comprender.

John D. Rockefeller quiso imitar en EE UU la arquitectura y los jardines de Oxford. Logró lo primero con mucho más gusto que nuestros amigos de Las Vegas, pero no fue capaz de lograr lo segundo. Indagó en Oxford hasta dar con el responsable: «¿Cómo es posible lograr este césped?», le preguntó. A lo que el jardinero respondió: «Primero, lo riegas. Luego, lo cortas. Lo riegas. Lo cortas. Lo riegas. Lo cortas. Y así durante 400 años». Supongo que el cultivo de los siglos tiene algo que ver con la cultura de los pueblos. Por algo las dos palabras comparten una misma raíz etimológica… y por eso, donde hay etimología y tradición hay más cultura que en Las Vegas.

No todos los estadounidenses son iguales. Algunos piensan que «lo viejo» -o al menos lo «original»- tiene su sentido. Uno puede pasearse por claustros medievales importados piedra a piedra desde Europa si se atreve a atravesar Harlem, desde Manhattan, hasta llegar al Cloisters Museum.
«No, si yo
no diré nunca que no estén
mejor en donde están
que en donde estaban…
¡Estos claustros!»
escribe José Hierro. Esto es muy americano, dirán algunos. Pero lo cierto es que también es muy Europeo: lo mejor de la gran civilización egipcia está en Londres y en Berlín.

Lo que no es de buen americano, ni de buen hombre de ningún lugar, es esa actitud grosera de que todo se puede imitar y mejorar con un poco de dinero y ganas de ponerse a ello. Esa actitud de quien piensa que todo se reduce al dominio sobre lo material cuando, tantas veces, es el dominio que el tiempo ejerce sobre nosotros el que nos mejora.

Resulta imposible comprender un poquito de cualquier cultura limitándonos a imitar sus obras. Ni siquiera resulta posible imitar de verdad sus obras. Porque ni los claustros medievales tienen sentido en Nueva York ni es posible el césped de Oxford sin Oxford. Ni la cultura ni las obras del espíritu humano que las expresan son cosa de tirar, construir o trasladar edificios. Son cosa de cultivo, de tiempo, de atención, de mirada reverente, de dejarse asombrar, de crear ritos, de acoger la sabiduría de la tradición. Con esa actitud, en cualquier lugar del mundo, incluso en Las Vegas, el hombre será capaz de edificar un lugar donde la vida se ensancha.



Este artículo pertenece a la serie ¿Tú también? y fue publicado originalmente en LaSemana.es.

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