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jueves, 5 de junio de 2014

El Coahing Dialógico llega a la Feria del Libro de Madrid

Mis colegas de firmas el próximo 15 de junio en la Feria del Libo de Madrid.
El libro Coaching Dialógico (LID Editorial) estará en la Feria del Libro de Madrid hasta el 15 de junio. Será mi primera vez "al otro lado de la caseta" y también acudirán otros coautores del libro: Susana Alonso, Nadia Peeters y Juan Carlos Álvarez Campillo.

viernes, 25 de abril de 2014

‘El principito’ encuadernado: aprender a ver con el corazón

Encuadernación de Javier Abellán y María Barrio. El texto está integrado en la silueta del principito. 
Las figuras y el libro tienen un imán que permite situarlos en cualquier parte del planeta.

«Sólo hay un lujo verdadero: el de las relaciones humanas. Al trabajar sólo por los bienes materiales, construimos nuestra propia prisión». Estas palabras de Antoine de Saint-Exupéry en Tierra de los hombres guiaron la presentación de El principito encuadernado, una exposición de encuadernación de arte organizada por Llar del Llibre y acogida en la sala Ámbito Cultural de El Corte Inglés de Federico Soto, en el corazón de Alicante. Fue, cómo no, el pasado 23 de abril, día del libro, en el año en que conmemoramos la desaparición del autor francés bajo el manto del Mediterráneo.

martes, 22 de abril de 2014

La ruta del encuentro: una propuesta de formación integral en la universidad

AGEJAS ESTEBAN, José Ángel
La ruta del encuentro. Una propuesta de formación integral en la universidad
Ed. Universidad Francisco de Vitoria – Colección Diálogos
Madrid, 2013, 378 pp.

«La experiencia de “encuentro” y el ideal de la “formación integral” han vertebrado la comunidad que fundó y ha constituido la Universidad Francisco de Vitoria durante sus primeros 20 años de existencia. El libro del profesor Agejas que ahora reseñamos quiere ser una síntesis de esa experiencia, un testimonio de esa forma de hacer universidad y una invitación al lector a participar de ese espíritu.

Las palabras que recoge la Introducción para ilustrar la pretensión del libro nos parecen muy inspiradoras:
“Como le sucedió a Dante en su viaje por los reinos de ultratumba, el diálogo con un acompañante era el mejor modo de comprender lo que veía y le sucedía. Las conocidas frases con que inicia el poema –“en medio del camino de nuestra vida, me encontré en un bosque oscuro, habiendo perdido la senda correcta”- son todo un programa (p. 18)”» [El subrayado es mío].
Como puedes ver, la fotografía que ilustra la portada responde a la inspiración de Dante. Con los párrafos citados arriba empieza la reseña que publiqué en el número 9 de la revista Comunicación y hombre el pasado mes de noviembre. Aquel fue un mes difícil para mí y ahora caigo en que no te había compartido la reseña. Quizá sí recuerdes que hablé del libro al escribir sobre El asombro y la formación integral. No repetiré aquí lo que escribí en la reseña, ni en aquella nota, así que si quieres saber más sobre el libro, te invito a leerlas.

domingo, 17 de noviembre de 2013

Protocolo socrático: el diálogo público, fuente de ejemplaridad

Bruno Barbey, The Italians, Florencia, 1964.
Sócrates es considerado uno de los padres de Occidente. La Filosofía, la Política, la Ética y la Educación, en las formas más nobles que ha dado Europa, no son concebibles sin su huella. Todas las tendencias intelectuales posteriores a él reclaman su liderazgo e inspiración. Incluso cuando Occidente se ha negado a sí mismo, ha tenido que hacerlo en combate con el ciudadano ateniense. La crisis europea -y española- es una crisis de fundamentos; y los fundamentos se recuperan actualizando su origen.

Sócrates entendía que la vida buena, creativa, justa y feliz, tanto de la persona como de la comunidad política, es fruto de analizar la consistencia de los argumentos y de examinar la propia vida. Eso le movía a escuchar al otro y a dialogar con quien piensa distinto para buscar el libre examen sobre lo que pensamos y lo que perseguimos. Por eso buscaba el debate y la discusión a corazón abierto, cuyo único límite es el juicio en conciencia sobre la verdad y el bien posibles.

El pensar crítico y creativo exige la comunicación y la deliberación públicas. Es el compromiso de muchos por el bien común de todos, a la luz de todos, con la participación de todos. Eso nos permite encontrar juntos las respuestas más eficaces y nos obliga a renunciar a las miradas particulares. En el diálogo comprometido aparecen las mejores respuestas, sean económicas o políticas, de presente o de futuro. ¿Dónde damos opción a ese diálogo?

domingo, 20 de octubre de 2013

La efectividad es hija de la paciencia

Robert Doisneau, El infierno, 1952.
- ¿Has preparado esta conferencia tan buena en una sola tarde?
- No, en una tarde la escribí. Llevo preparándome para ella 20 años.

 Es una anécdota que protagonizó mi querido maestro y colega Ángel Sánchez-Palencia, quien nunca se cansa de argumentar que las personas que dicen cosas profundas e inteligentes no lo hacen porque les vengan ideas como setas en otoño, sino como fruto maduro de muchos años de estudio y de convivencia con el problema. En el arte, en la interpretación musical, en el fútbol, en la oratoria… en todos los casos es igual. Incluso lo que llamamos improvisación, es brillante porque quien improvisa lleva entrenándose para ello mucho tiempo. Podríamos decir, incluso, que para muchos creadores toda la vida que no es creación, es entrenamiento.

El mundo académico y universitario necesita recordar este sencillo principio: la formación de jóvenes, la adquisición de cultura y la investigación científica y humanística son tareas cuyo ritmo natural es muy distinto del capricho de cualquier interés particular y, por supuesto, es mucho más pausado que el ritmo que marca el mundo de hoy en casi cualquier ámbito personal y profesional. Muchos dirían que son actividades lentas, pero esa palabra es inexacta: serían lentas si se invirtiera en ellas más tiempo del que naturalmente necesitan, pero lo cierto es que, en realidad y por lo general, se invierte menos tiempo del necesario. Es decir: que a pesar de que el mundo las llama lentas, suelen ejecutarse a un ritmo más rápido del que les es propio.

Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva, de Stephen R. Covey, fue publicado en 1989 y hoy (más de 15 años después), el libro se ha convertido en la piedra angular sobre la que edificar toda una forma de entender el desarrollo personal, familiar y empresarial. Covey ha vendido 15 millones de ejemplares y el prestigio y difusión de la obra han permitido la creación de una compañía presente en 123 países. En la página de agradecimientos, Covey revela que el origen de su reflexión está en los años 70 (unos 15 años antes de la publicación), como parte de un programa doctoral en el que empezó a investigar la literatura sobre el éxito escrita en los últimos 200 años. Entre los agradecimientos a la primera edición, menciona a la multitud de alumnos y colegas y a los miles de personas con los que ha discutido su obra hasta llegar «lentamente» -es literal- a la formulación contenida en su libro.

miércoles, 28 de agosto de 2013

La resiliencia: de Tim Guènard a la Pantera Rosa

A los tres años, su madre lo ató a un poste eléctrico y lo abandonó en medio del bosque.
A los cuatro, dormía desnudo en la caseta del perro.
En su quinto cumpleaños, su padre le pegó una paliza desfigurándole el rostro y partiéndole las piernas.
A los siete ingresa en un orfanato, donde es maltratado por la institución.
En su noveno cumpleaños fracasa en su ya reincidente intento de suicidio.
A los 11 es acusado falsamente de incendiar un granero e ingresa en un correccional, del que se fuga con 12.
A los 13 es violado por un glamouroso hombre parisino.
A los 14, analfabeto, sin educación ni familia, empieza a prostituirse en Mont-Parnasse.
¿Qué será de él dentro de unos años?
¿Qué esperanza de vida -parece risible hablar de “futuro”- le damos?

Esta historia me viene a la cabeza siempre que algún alumno de 18 años que estudia en una universidad privada viene a contarme lo mal que le trata la vida. Sus obligaciones, lo aburrido de las asignaturas, la cantidad de trabajos de clase a los que debe enfrentarse, el suspenso de turno, la poca pasta que tiene para salir los fines de semana u organizarse viajes con sus amigos.

Lo que me llama la atención de estos alumnos no es que se sientan abrumados por los retos que les plantea su vida. Cada sufrimiento es el de cada uno y toda comparación entre sufrimientos es injusta. Cualquier vida, cualquier circunstancia, es susceptible de ser percibida como una difícil aventura. El mero hecho de existir y estar vivos es ya una experiencia que debería sorprendernos y sobrecogernos siempre. Lo que me llama la atención es que afrontan esa situación como marionetas del destino, como esclavos de una situación que parecen no haber elegido y que les pesa demasiado.

sábado, 24 de agosto de 2013

El anillo del talento

Sema, danza-meditación sufí de los derviches turcos. 
Foto tomada del Espacio Ronda.
Alberto Sánchez-Bayo recoge en su Arqueología del talento / En busca de los tesoros personales (ESIC Editorial, Madrid, 2007, 2010) un relato sufí que quiero compartir contigo:

Un joven acude apenado a un maestro: “Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto”. El maestro, lejos de consolarle, le da su anillo y le pide que acuda al mercado para venderlo, pero que no acepte por él menos de una moneda de oro. El joven, por un lado, se siente contrariado, porque el maestro también le ha ignorado. Por otro, como quiere agradarle, trata de cumplir su cometido. Una vez en el mercado, no consigue que nadie pague una moneda de oro, por lo que regresa abatido junto al maestro y le cuenta lo sucedido: “No conseguí engañar a nadie sobre el verdadero valor del anillo, nadie va a pagar una moneda de oro”. El maestro le dijo: “Debemos saber el verdadero valor del anillo”. Entonces le mandó a un tasador de joyas con la orden de no venderlo le ofreciera el joyero lo que le ofreciera. “Dile al maestro, muchacho –respondió el joyero después de examinar el anillo- que si lo quiere vender ahora mismo, no podía darle más de 58 monedas de oro… aunque, con el tiempo, quizá podría ofrecerle 70…”

Como todo relato sufí, su lectura ofrece reflexiones diversas y en múltiples niveles. Hoy me interesa una especialmente dialógica: todos guardamos un valor inconmensurable dentro de nosotros. Todos tenemos dones y talentos personales que nos hacen únicos e irrepetibles. Pero este valor no aparece con claridad a los ojos de todo el mundo y, si los demás no lo ven en nosotros, lo habitual es que este talento se marchite, se cierre sobre sí mismo, se esconda… lo que nos puede llevar a pensar que apenas valemos nada. En primer lugar, porque a nosotros nos es difícil reconocer nuestros talentos si nadie nos los indica. Son tan nuestros, que no nos parecen nada del otro mundo. En segundo lugar, porque los talentos y dones sólo crecen cuando se comparten, cuando los ofrecemos y son recibidos y acogidos por otros.

Para que nuestros talentos crezcan en nosotros mismos es necesario que otros los reconozcan y nos dejen ponerlos en juego. Si un día hablamos de la necesidad de rodearse de los mejores (porque nos contagian su grandeza) hoy recordamos que debemos rodearnos de los que nos hacen mejores: aquellos capaces de reconocer, acoger y potenciar nuestros talentos y capacidades, porque los dones y talentos personales son semillas que necesitan un terreno fértil más allá de nosotros mismos y cuyo rostro podemos reconocer en innumerables otros. Pocas personas sabrán reconocer tus talentos. Encontrar quien los descubra en ti es un regalazo fundamental para toda la vida.

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Este artículo, ahora revisado e incorporado a la serie #Crear en uno mismo, apareció publicado por vez primera en LaSemana.es.

jueves, 22 de agosto de 2013

Las leyes de la simplicidad

Piet MondrianComposición con plano rojo grande, 
amarillo, negro, gris y azul, 1921.
La vida actual es tan compleja que apenas comprendemos el funcionamiento de los objetos que usamos a diario. ¿Quién de nosotros sabría fabricar un móvil? ¿Quién es plenamente consciente de lo que significa descargarse una aplicación o subir determinados contenidos a una red social? A pesar de esas lagunas, nos beneficiamos a diario de móviles, aplicaciones y redes sociales. No comprendemos buena parte de lo que eso implica, pero confiamos en otros y en la tecnología y, gracias a esa confianza, logramos resultados impensables hace algunos años.

En este panorama valoramos la simplicidad más que nunca. Preferimos a las personas que pueden explicarnos algo que la explicación en sí. Preferimos que otros hagan las cosas por nosotros -con el riesgo que eso conlleva- que enfrentarnos a tener que hacerlas por nosotros mismos. Preferimos tener menos objetos, siempre que uno de esos objetos cumpla las funciones de media docena de los objetos anteriores. Identificamos simplificar con reducir, organizar, ahorrar tiempo y esfuerzos y confiar en otros.

sábado, 13 de julio de 2013

Helen Keller: una palabra… y nace el mundo

Helen Keller, con 76 años, sostiene un libro escrito en Braille. Hulton Archive / Getty Images, 1956.
Helen Keller nació en Alabama durante el verano de 1880. A los 19 meses de vida cayó enferma y el médico determinó que no sobreviviría. Unos días después superó la fiebre y entre la alegría general que se extendió por toda su casa nadie intuyó que Helen no volvería a ver ni a oír. Helen quedó para siempre ciega y sorda.

A los cinco años, su necesidad de expresarse y comunicarse excedía sus posibilidades reales de relación, por lo que caía en constantes accesos de cólera y no pasaba ni una hora de su vida sin sufrir alguna crisis. Parientes y amigos dudaban de que Helen pudiera recibir educación o instrucción alguna. Sus padres no dudaron. Después de mucho investigar dieron con Alexander Graham Bell (sí, el del teléfono), quien se comprometió a encontrar una maestra para Helen. Así fue como Anne Sullivan apareció en la vida de Helen Keller el 3 de marzo de 1887. Maestra, cuidadora, compañera de juegos, acompañante… No podríamos entender la vida de estas dos mujeres sin ponerlas en relación mutua.

La primera tarea de Sullivan, además de acoger cariñosamente a Helen, fue la de enseñarle el lenguaje. Deletreaba palabras con su dedo en la mano de Helen, aunque ésta aún no sabía que cada palabra se correspondía con una realidad determinada. Tampoco sabía qué era eso de «una palabra». Un día, Helen se encolerizó porque no acertaba a deletrear lo que Sullivan escribía en su mano, y estampó una muñeca contra el suelo, haciéndola añicos. «Yo no había querido a la muñeca –relata Helen-. En el mundo del silencio y de tinieblas en que vivía, no existía la ternura, ni ningún sentimiento definido».

Sullivan se llevó a Helen a la calle. Alguien sacaba agua de un pozo y la maestra le colocó una mano bajo el chorro. Cogió la otra mano y sobre ella deletreó agua. Water, en realidad. Varias veces. Lentamente. Helen se concentró en el movimiento de los dedos de su maestra:
«Súbitamente –escribe Helen- me vino un confuso recuerdo, de cosa olvidada hacía mucho tiempo; de golpe, el misterio del lenguaje me fue revelado. Supe ya que agua era aquella frescura maravillosa que me bañaba la mano. Esta palabra cobró vida, hacía la luz en mi espíritu, y lo liberaba, llenándolo de júbilo y de esperanza. […] Todo objeto tenía un nombre, y todo nombre evocaba un nuevo pensamiento. Todo cuanto tocaba en el camino de vuelta a casa me parecía que palpitaba y tenía vida propia […] Al entrar en casa me vino a la mente la muñeca rota, fui a tientas a recoger los fragmentos y traté en vano de volverlos a unir. Se me llenaron de lágrimas los ojos, porque comprendí lo que había hecho y, por primera vez en mi vida, conocí el pesar y el arrepentimiento» (2012: 32).

martes, 16 de abril de 2013

Momo: maestra de escucha y silencio interior

No he encontrado al responsable de esta edición (ni al  ilustrador). Si lo conocéis, avisadme, para recomendarlo. ;)

La escucha activa es un tema recurrente tanto en las técnicas de comunicación interpersonal como en las de negociación, de convivencia familiar, etc. Sin embargo, es un tema poco trabajado en el ámbito de la comunicación social. Quizá la razón es que parece algo evidente: sin escucha no hay comunicación. El comunicador debe saber escuchar (a otros, a la realidad, a sí mismo) para poder decir algo. Dicho con radicalidad: cualquier palabra valiosa es hija de la escucha. Y esa máxima vale para un profeta y para un tuitero, pasando por un periodista, un publicitario o un guionista. Sin embargo, el tema no es tan evidente (como reflejan los estudios sobre negociación o sobre comunicación interpersonal), porque hay diversas formas de escuchar, así como diversos grados o niveles de escucha. En última instancia, la escucha radical exige algo que es muy difícil, y que está más allá de toda técnica. La escucha radical exige silencio interior.

domingo, 24 de marzo de 2013

Grandes libros: conversaciones con Sófocles, Platón, Cicerón y Séneca

Grandes Libros II: Cartas a Lucilio y Las Leyes
«Retirado en la paz de estos desiertos,
con pocos, pero doctos libros juntos,
vivo en conversación con los difuntos
y escucho con mis ojos a los muertos».
(Francisco de Quevedo)

Ya ha visto la luz el segundo volumen de la colección Grandes Libros, financiada por la Universidad Francisco de Vitoria. Cicerón, con una síntesis de Las Leyes, y Séneca, con una significativa selección de sus Epístolas morales a Lucilio, son los protagonistas de este segundo volumen. O, mejor, son los interlocutores del lector que quiera aprender a vivir en conversación con los difuntos y escuchar con sus ojos a los muertos. Para facilitar el diálogo con los clásicos, ambas obras van precedidas por una guía de lectura que pone en contexto al autor y la obra, además de proponer ejercicios prácticos para aprender a leer como universitarios. El volumen recoge también dos artículos divulgativos: Roma: el mundo está para gobernarlo y El derecho romano y la cultura europea.

Cicerón, frente a Catilina, representa la victoria de la razón sobre la ambición, del pueblo leal sobre el noble corrupto, de la Justicia sobre la fuerza bruta. En Las Leyes recoge los fundamentos de esa victoria, que no son sino los del Derecho Natural, y que impulsan la lucha de Occidente por la conquista de los derechos humanos universales.

Séneca escribe a Lucilio con la conciencia de que sus palabras serán recogidas por los hombres del futuro. No escribía ya para su tiempo, que dio por perdido. Escribió para nosotros, que podemos reconocernos en el joven Lucilio. Sus epístolas son, por lo tanto, el legado espiritual de uno de los filósofos, políticos y humanistas romanos más notables. Él entendía que la elegancia de un hombre debe manifestarse en todo; también en sus palabras. Eso convierte sus escritos en una joya no sólo espiritual, sino también estilística.

viernes, 1 de febrero de 2013

Lo que hacen los mejores profesores universitarios

BAIN, Ken
Traducción: Óscar Barberá
Lo que hacen los mejores profesores universitarios
PUV (Publicaciones de la Universidad de Valencia)
Valencia, 2007

Ken Bain fue director y fundador del Center for Teaching Excellence de la Universidad de Nueva York. Durante más de 15 años, este profesor de historia se ha preguntado qué hacen los mejores profesores universitarios, tratando de destilar su “sabiduría docente” y de ofrecer una guía a otros profesores que quieran alcanzar la excelencia. Sus dos preguntas fundamentales fueron “cómo piensan los mejores profesores” y “cómo actúan”, con el objetivo de “comenzar una caracterización de sus prácticas”.

Lo primero reseñable es el modo en que Bain plantea el problema. Como dejó escrito Aristóteles y repite hoy la doctrina sobre el pensamiento creativo, nos jugamos lo fundamental en plantearnos las preguntas y finalidades adecuadas. Bain jamás intentó desarrollar un “modelo docente”, ni mucho menos una “estandarización de procesos de éxito”. Si lo hubiera pretendido, lo primero que le hubieran dicho los mejores profesores –como se colige de la lectura del libro- es que para ser un profesor excelente hay que huir de modelos y estandarizaciones. En ese sentido, convenimos con Carlos Ivorra en su ácida crítica cuando recibió gratis el libro de Bain junto con una carta de su rector invitándole a aplicarlo: Lo que NO hacen los mejores profesores universitarios es someterse a cronogramas, temarios prefijados, pruebas de evaluación estándar, etc.

El libro puede ser leído con agilidad de principio a fin, si bien conviene volver sobre él a menudo y releer sus distintas partes como un ejercicio constante para nuestra propia mejora docente. Desgranaré en futuras notas algunas de las claves del libro. Aprovecho ésta para responder a las primeras preguntas que yo mismo me hice antes de empezar la lectura: ¿Qué entiende Bain por “los mejores”? y ¿cómo seleccionó a los 60-70 referentes que fundamentan su propuesta?

viernes, 28 de septiembre de 2012

El periodista en internet: una marca personal

COBO, Silvia
Internet para periodistas
Editorial UOC
Barcelona, 2012

La revolución digital empujó a la crisis a las grandes empresas tradicionales e impulsó el desarrollo de pequeños emprendedores, centrados en desarrollar ideas brillantes sin apenas necesidad de capital. También ha generado lo que algunos sociólogos llaman un proceso de empoderamiento (empowerment) de los ciudadanos frente a los gobiernos. Algo parecido sucede con el periodismo: los grandes medios de comunicación aún no han encontrado un modelo de negocio rentable en internet, pero el periodista avispado -por no hablar de muchos ciudadanos- cuenta con infinidad de recursos que pueden facilitar la adquisición y distribución de información de calidad.

martes, 11 de septiembre de 2012

"El diseñador es el arquitecto del objeto"

RICARD, André
Conversando con estudiantes de diseño
GG Diseño – Editorial Gustavo Gili
Barcelona, 2008

André Ricard (Barcelona, 1929) es un diseñador industrial que allá por los años 50 consideraba que “hacer una lámpara (o cualquier cosa de otra índole) implicaba arreglar o desarreglar el mundo”. Raquel Pelta, que prologa la obra, lo define como “el hombre que diseñó el diseño”. A él debemos diseños tan valorados como el cenicero Copenhage (1966) y la antorcha olímpica de Barcelona’92, y otros tan populares como el interruptor Ibiza BJC (1974) y la pinza antipolillas Orión (1988).