jueves, 20 de febrero de 2014

Trabajo manual vs. trabajo intelectual


Este cuadro distingue con claridad dos tipos de trabajo: el trabajo manual o fabril que se adquiere por instrucción y el trabajo intelectual, propio de los profesionales y fruto de la educación liberal. Puestos a valorar críticamente esta distinción, yo diría que el «trabajo manual» es menos manual de lo que parece, en cuanto que el protagonista no es una máquina, sino un ser humano. El vs. del título de esta nota, por lo tanto, puede traducirse mejor como «hacia» que como «contra».

miércoles, 12 de febrero de 2014

¿Estás #Enganchado al WhatsAPP?: riesgos y oportunidades

Jaime López-Chicheri, Anna Saura, Juan Merodio, Juan Pozuelo y Álvaro Abellán en el plató de Servimedia, 10/02/2014.
Mi querido amigo Pablo A. Iglesias, director de Información de Servimedia, me propuso participar en el nuevo programa online de debates presentado por Juan Merodio y que lleva por título #Enganchado. En esta primera emisión, el tema fue el uso del WhatsAPP, instalado en más del 90 por ciento de los smartphones usados en España. La televisión no es precisamente mi medio favorito, pero los directivos y profesionales de Servimedia, el tono del debate y mis compañeros en plató hicieron que lo disfrutara mucho.

Anna Saura nos compartió la experiencia de los jóvenes con WhatsAPP. Jaime López-Chicheri nos explicó que lo usa para mejorar la productividad de sus equipos de trabajo y nos compartió algunas aplicaciones como herramienta promocional, publicitaria y de Relaciones Públicas. El chef Juan Pozuelo usa WhatsAPP como una herramienta más: no es buena o mala, se trata de saber usarla para mejorar la comunicación. Enrique Dans se sumó por Skype al programa para decirnos que él no usa WhatsAPP porque no le parece una aplicación segura: aquí desarrolla su planteamiento. A mí me tocó hablar del potencial comunicativo de WhatsAPP y de si mejora o empeora las relaciones personales.

jueves, 6 de febrero de 2014

‘Call for papers’ de ‘Relectiones’: buscamos una razón ampliada


Tengo el honor de formar parte del Consejo de Redacción de Relectiones, la nueva revista interdisciplinar de Filosofía y Humanidades de la Universidad Francisco de Vitoria. Este proyecto se suma al de Comunicación y hombre y espera alcanzar tan pronto como aquel los estándares de calidad que la lleven a estar indexada en los mejores directorios y bases de datos.

El objetivo de Relectiones es «promover y estimular la reflexión, el análisis y la investigación en el campo de las Humanidades y en el diálogo interdisciplinar, en orden a suscitar una nueva creatividad cultural que dilate los horizontes de la razón».

Así queda definida su línea editorial: «Las páginas de Relectiones pretenden ser un nuevo areópago para la propuesta y el sincero diálogo cultural, por lo que en ellas tienen cabida todas aquellas reseñas, investigaciones, ensayos y estudios cuyos planteamientos consigan inquietar y suscitar en nuestros contemporáneos las preguntas hondas que alienten la búsqueda sincera de la verdad, abran la razón humana a la contemplación del Misterio de lo real, alienten el diálogo y el encuentro interpersonales, confieran sentido a los fragmentos, despierten humanidades dormidas o dolidas.

lunes, 3 de febrero de 2014

La rebeldía de estudiar

Guy Montag (interpretado por Oskar Werner) comete el delito de leer en Fahrenheit 451 (François Truffaut, 1966).

Seguramente la mayoría de nosotros sólo hemos escuchado las palabras “rebelde” y “estudiar” en esta frase, u otra similar: «Ese niño -o adolescente, o joven- está un poco rebelde, no quiere estudiar». Esa frase es lo que se llama un tópico: algo que se repite, que todo el mundo repite sin pensarlo demasiado. Casi como una respuesta automática ante una situación estándar. Los tópicos suelen consolidarse porque explican suficientemente bien una realidad; pero no significa que la solucionen. El problema de los tópicos es que, como tópicos, empiezan a funcionar por sí mismos, desgajados de la situación concreta a la que se refieren y extirpados también del contexto intelectual en el que ese tópico era algo más que un eslogan.

Me detengo en explicar qué es un tópico porque es un caso que nos sirve bien para ilustrar el sentido de esta nota: «La rebeldía de estudiar». Porque si un tópico es una afirmación dominante e indiscutible, que todo el mundo repite sin necesidad de pensar y que lleva a todo el mundo a actuar exactamente de la misma manera, resulta que el acto de pensar o repensar los tópicos es un acto de rebeldía intelectual. Y el acto de denunciar y desarticular los tópicos que se han descubierto como falsos es ya una rebeldía social. Es, de hecho, uno de los actos de rebeldía por los que Sócrates fue condenado a muerte.

viernes, 24 de enero de 2014

Ortega: «La vida nos es dada, pero no nos es dada hecha; la vida es quehacer»

José Ortega y Gasset, imagen del Archivo General de Guipúzcoa.
José Ortega y Gasset nos invita en cada uno de sus escritos a tomarnos nuestra vida en serio. Repasando El hombre y la gente me di cuenta de que, si aislaba algunos párrafos separándolos del sentido general de la obra lograría un destilado de su pensamiento sobre la vida humana.

Ni Ortega, y menos esta amputación de su obra que ahora te presento, agotan la pregunta por el hombre. Sin embargo, creo que el texto pone el acento en aspectos que resultan importantes para quienes queremos ser protagonistas de nuestro crecimiento personal cada día de nuestra vida. Sin más, te dejo con sus palabras.

«Es constitutivo del hombre, a diferencia de todos los demás seres, ser capaz de perderse, de perderse en la selva del existir, dentro de sí mismo, y, gracias a esa atroz sensación de perdimiento, reobrar enérgicamente para volver a encontrarse. La capacidad y desazón de sentirse perdido es su trágico destino y su ilustre privilegio» (p. 45).

«Siempre que digo “vida humana” […] ha de evitarse pensar en la de otro, y cada cual debe referirse a la suya propia y tratar de hacerse ésta presente. Vida humana como realidad radical es sólo la de cada cual, es sólo mi vida. […] La vida de otro, aun del que nos sea más próximo e íntimo, […] la veo, pero no la soy». (p. 46).

«Al llamarla “realidad radical” no significo que sea la única, ni siquiera que sea la más elevada […] sino simplemente que es la raíz –de aquí, radical– de todas las demás en el sentido de que éstas […] tienen, para sernos realidad, que hacerse de algún modo presentes o, al menos, anunciarse en los ámbitos estremecidos de nuestra propia vida. […] Mi vida […] es por esencia el área o escenario ofrecido y abierto para que toda otra realidad en ella se manifieste y celebre su Pentecostés» (p. 47).

«De ahí que ningún conocimiento de algo es suficiente –esto es–, suficientemente profundo, radical, si no comienza por descubrir y precisar el lugar y el modo dentro del orbe que es nuestra vida, donde ese algo hace su aparición, asoma, brota y surge, en suma, existe [como] aquello con lo que, queramos o no, tenemos que contar» (p. 48).

«Y es ello que la vida no nos la hemos dado nosotros, sino que nos la encontramos precisamente cuando nos encontramos a nosotros mismos. De pronto y sin saber cómo ni por qué, sin anuncio previo, el hombre se descubre y sorprende teniendo que ser en un ámbito impremeditado, imprevisto, en éste de ahora […] Pues bien, ese mundo en que tengo que ser al vivir me permite elegir dentro de él este sitio o el otro donde estar, pero a nadie le es dado elegir el mundo en el que vive […]
allí donde y cuando nacemos, o después de nacer estemos, tenemos, querámoslo o no que salir nadando. En este instante, cada cual por sí mismo, se encuentra sumergido en un ambiente […], gravemente consumiendo una hora de su vida –una hora insustituible, porque las horas de su vida están contadas. Esta es su circunstancia. Su aquí y ahora. ¿Qué hará? Porque algo, sin remedio, tiene que hacer […], pues esta vida que nos es dada, no nos es dada hecha, sino que cada uno de nosotros tiene que hacérsela, cada cual la suya. Esa vida que nos es dada nos es dada vacía y el hombre tiene que írsela llenando, ocupándola. […]

mas no le es, de antemano, y de una vez para siempre, presente lo que tiene que hacer. Porque lo más extraño y azorante de esa circunstancia o mundo en que tenemos que vivir consiste en que nos presenta siempre […] una variedad de posibilidades para nuestra acción, variedad ante la cual no tenemos más remedio que elegir y, por lo tanto, ejercitar nuestra libertad, […] cruelmente entregados a nuestra iniciativa e inspiración; por tanto, a nuestra responsabilidad. Dentro de un rato, cuando salgan a la calle, se verán obligados a decidir qué dirección tomarán, qué ruta. Y si esto acontece en esta trivial ocasión, mucho más pasa en esos momentos decisivos de la vida en que lo que hay que elegir es nada menos, por ejemplo, que una profesión, una carrera –y carrera significa camino y dirección del caminar. […]

Quod vitae sectabor iter? ¿Qué camino, qué vía tomaré para mi vida? Pero la vida no es sino el ser del hombre –por tanto, eso quiere decir lo más extraordinario, extravagante, dramático, paradójico de la condición humana, a saber: que es el hombre la única realidad, la cual no consiste simplemente en ser sino que tiene que elegir su propio ser. Pues si analizamos ese menudo acontecimiento que va a darse dentro de un rato –el que cada cual tenga que elegir y decidir la dirección de la calle que va a tomar– verían cómo, en la elección de una acción en apariencia tan simple interviene íntegra la elección que ya han hecho, que en este momento, sentados, portan secreta en sus penetrales, en su recóndito fondo, de un tipo de humanidad, de un modo de ser hombre que en su vivir procuran realizar» (pp. 48-51).

«De toda circunstancia, aun la extrema, cabe evasión. De lo que no cabe evasión es de tener que hacer algo y, sobre todo, de tener que hacer lo que, a la postre, es más penoso: elegir, preferir. […] De donde resulta que lo que me es dado cuando me es dada la vida es quehacer. La vida, bien lo sabemos todos, la vida da mucho que hacer. Y lo más grave es conseguir que el hacer elegido encada caso sea no uno cualquiera, sino lo que hay que hacer –aquí y ahora–, que sea nuestra verdadera vocación, nuestro auténtico quehacer.

Entre todos esos caracteres de la realidad radical o vida […] el que me interesa ahora subrayar es el que hace notar la gran perogrullada: que la vida es intransferible y que cada cual tiene que vivirse la suya; que nadie puede sustituirle en la faena de vivir, […] que ningún otro puede elegir ni decidir por delegación suya lo que va a ser; que nadie puede reemplazarle ni subrogarse a él en sentir y querer; en fin, que no puede encargar al prójimo de pensar en lugar suyo los pensamientos que necesita pensar para orientarse en el mundo […] y así acertar con su conducta; por tanto, que necesita convencerse o no, tener evidencias o descubrir absurdos por su propia cuenta, sin posible sustituto, vicario ni lugarteniente» (p. 52-53).

ORTEGA Y GASSET, José. El hombre y la gente, Madrid, 1980, Revista de Occidente en Alianza Editorial.