martes, 2 de abril de 2019

Ollivander: «Es la varita la que escoge al mago»

Fotograma de Harry Potter y la piedra filosofal (Chris Columbus, 2001)

El Caldero Chorreante; Gringotts, el bando de los magos, dirigido por gnomos; la lista de enseres para el primer curso en Hogwarts: uniforme, los ocho libros de primer curso, resto del equipo, el recordatorio a los padres de que los alumnos de primer curso no pueden tener escoba propia; el deporte nacional (el quiddith); el último modelo de bici… esto… ¡escoba! (la Nimbus 2000); los rumores callejeros sobre la aparición de Harry Potter, quien sobrevivió a Quien-Tú-Sabes; las presentaciones con especial atención a la alcurnia del apellido; las preferencias por uno u otro colegio mayor; los comercios; y el acompañante mágico de moda, la lechuza, pues los sapos ya no se llevan.

El callejón Diagon y lo que allí ocurre es un magnífico ejemplo de que el género de Fantasía es mimético. Cuando lo visitamos por vez primera (Capítulo 5 de Harry Potter y la piedra filosofal) sabemos con seguridad que estamos en Londres. No hay dudas. En la saga cinematográfica de Harry Potter, el callejón Diagon no requería demasiada imaginación: servía el londinense Leaden Hall Market. Pocos detalles nos sugieren que es un Londres mágico, y no el real.

lunes, 18 de marzo de 2019

El guardián de las llaves y terrenos de Hogwarts: ¿Quién es tu Hagrid?

Rubeus Hagrid y Harry en Harry Potter y la piedra filosofal (Chris Columbus, 2001).

«–De todos modos, Harry –dijo el gigante, dando la espalda a los Dursley–, te deseo un muy feliz cumpleaños. Tengo algo aquí. Tal vez lo he aplastado un poco, pero tiene buen sabor.
Del bolsillo interior de su abrigo negro sacó una caja algo aplastada. Harry la abrió con dedos temblorosos. En el interior había un gran pastel de chocolate pegajoso, con “Feliz cumpleaños, Harry” escrito en verde.
Harry miró al gigante. Iba a darle las gracias, pero las palabras se perdieron en su garganta y, en lugar de eso, dijo:
–¿Quién es usted?
El gigante rió entre dientes.
–Es cierto, no me he presentado. Rubeus Hagrid, Guardián de las Llaves y Terrenos de Hogwarts» (J. K. ROWLING, Harry Potter y la piedra filosofal, Salamandra, Barcelona, 1999, 49).

En sus análisis de los cuentos de hadas (Morfología del cuento, 1928; Las raíces históricas del cuento, 1974), Vladimir Propp identifica una función presente en todos los cuentos, que algunas veces es ejercida por un «ayudante mágico» y otras por un «objeto mágico». En ambos casos, la función consiste en permitir al héroe realizar un viaje: del mundo ordinario al extraordinario. El ayudante puede ser un iniciado o un maestro, un animal mágico (un águila, un caballo alado) o un objeto (una alfombra mágica, una llave). A mi juicio, esta constante es un indicador de la dependencia del ser humano -incluso del «héroe»-. El todos necesitamos de los otros y de algunos «bienes» o «haberes» que nos son entregados -que «heredamos»- para cumplir nuestra vocación.

lunes, 11 de marzo de 2019

Harry Potter y la llamada la aventura: «Las cartas de nadie»

Fotograma de Harry Potter y la piedra filosofal (Chris Columbus, 2001).

«Aquella tarde, Dudley desfiló por el salón, ante la familia, con un uniforme nuevo. Los muchachos de Smelting llevaban frac rojo oscuro, pantalones de color naranja y sombrero de paja, rígido y plano. También llevaban bastones con nudos, que utilizaban para pelearse cuando los profesores no los veían. Debían de pensar que aquel era un buen entrenamiento para la vida futura» (1999: 35).

Estamos en el tercer capítulo de Harry Potter y la piedra filosofal (1999). Tenemos, por un lado, los planes de la familia Dursley sobre el futuro de su hijo. La elección de la mejor escuela posible, que es, evidentemente, una de reconocido prestigio, además de la única que conoce el señor Dursley, pues es donde él estudió. Que su hijo siga exactamente sus mismos pasos parece garantizar el mismo éxito que él ha tenido como próspero hombre de negocios. Todo planificado para que nada resulte anormal. A partes iguales, la familia Dursley manifiesta un gran afán de seguridad y una patológica aversión a lo imprevisto o lo extraordinario. Es una familia muggle que vive buscando obsesivamente el reconocimiento del mundo ordinario y huyendo de cualquier forma de magia.

lunes, 4 de marzo de 2019

Harry Potter y los 'muggles': la dialéctica entre Fantasía y el mundo ordinario

La familia Dorsey. Fuente: Sparknotes.com/blog.
«El señor y la señora Dursley, que vivían en el número 4 de Privet Drive, estaban orgullosos de decir que eran muy normales, afortunadamente. Eran las últimas personas que se esperaría encontrar relacionadas con algo extraño o misterioso, porque no estaban para tales tonterías» (9).

El primer capítulo de Harry Potter y la piedra filosofal (J. K. Rowling, 1997) resulta ejemplar por al menos tres razones:

  • Respeta los cánones clásicos mediante los que se presenta una situación inicial conforme a los tradicionales cuentos de hadas. Nos es presentada una familia que cree vivir una situación idílica; y nos es presentado también lo que amenaza a esa situación, que pronto entrará en escena desencadenando la aventura. 
  • Son frecuentes las repeticiones, bien diseminadas, que gustan a los lectores principiantes y facilitan la memorización de algún dato importante para la trama. 
  • Respeta los cánones de la fantasía moderna. Resulta que esta familia tan normal es tremendamente aburrida, cuando no insoportable. En la fantasía moderna, el mundo ordinario nos es presentado a menudo como aburrido, opresivo, trágico… en cualquier caso: desencantado e invivible. De ahí que se haga necesaria la irrupción de lo extraordinario.

lunes, 25 de febrero de 2019

Harry Potter y «el niño que vivió»

Fotograma de Harry Potter y la piedra filosofal (Chris Columbus, 2001)
Así comienza la historia de cada uno de nosotros. Así se titula el Capítulo 1 del primer volumen de la serie, Harry Potter y la piedra filosofal: «El niño que vivió». Sí, ya sé que Harry Potter es un niño extraordinario y que superó de forma extraordinaria un intento de asesinato cuando aún no había aprendido a hablar. Pero, antes de entrar en cuestiones mágicas, y por muy muggles que seamos, conviene recordarnos, cada cuál a sí mismo y unos a otros, que hoy es, también y todavía, extraordinario poder decir «soy -eres- el niño que vivió».